Me aconsejan que me olvide de escribir sobre el PSOE. "No interesa a nadie". Lo que está in, como decían los cursis de los 90, es hablar de Podemos. Las compañeras de la web me lo confirman. "Cualquier referencia a Podemos dispara las visitas". Seamos salomónicos. Dediquemos el artículo a las dos formaciones. A los socialistas porque hoy es el día en el que deciden su futuro. A los podemistas porque atraerán lectores. Y a ambos porque presentan más incógnitas sobre su futuro que realidades tangibles.

Los socialistas eligen hoy entre un Felipe González bis y un Zapatero bis. Pedro Sánchez es el político atractivo, de verbo fácil e identificable con el felipismo con el que esperan seducir a las nuevas generaciones, sobre todo a las femeninas. Eduardo Madina aparenta ser el chico bueno con el que todas las madres querrían casar a sus hijas, un remedo del leonés que llegó a la presidencia del Gobierno haciendo del buen rollo su bandera. El tercer candidato no cuenta en las preferencias de los militantes socialistas.

De Sánchez y Madina sabemos que quieren liderar el PSOE y que se han comprometido a celebrar primarias abiertas para elegir candidato a la presidencia del Gobierno cuando dentro de un año y medio se celebren elecciones. Algunos confían ciegamente en esta fórmula para movilizar a simpatizantes y votantes. Olvidan que los socialistas de Balears las convocaron para escoger entre Armengol y Calvo, lograron quintuplicar el cuerpo electoral que hasta entonces formaban sus 3.000 militantes y, sin embargo, se estrellaron con estrépito en las elecciones europeas.

¿Cuáles son las propuestas de los socialistas? ¿En qué se diferenciarían de las que aplica la derecha si llegaran de nuevo al poder? ¿En qué serían distintas a las que el sumiso Zapatero puso en práctica a partir de mayo de 2010 por orden de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional? Ninguna de esas preguntas tiene respuesta porque en el PSOE siguen más preocupados por resolver sus cuitas internas que los problemas de los españoles.

¿Y en qué son paralelas las vidas de socialistas y podemistas? En que en el caso de Balears no sabemos quién es el líder del nuevo partido e ignoramos cuál es su proyecto para las islas. ¿Son la izquierda fetén? Se supone que ya está Esquerra Unida, que no deja de lanzarles cantos de sirena para capturar sus votos. ¿Son más ecologistas que nadie? Ahí se sitúan los econacionalistas de Més. ¿Son nacionalistas catalanistas? Volvemos a toparnos con Més. ¿Son internacionalistas que reconocen el derecho de autodeterminación de los pueblos? Levanta la mano Esquerra Unida. ¿Son republicanos? En esta posición se sitúa casi toda la izquierda a falta de otros mensajes que no generen controversia entre ellos. ¿Son republicanos bolivarianistas y chavistas? Ahí sí encontraríamos un punto distintivo. Porque lo de ir contra la casta es un elemento distintivo que se esfumará en cuanto toquen poder.

Podemos no tiene cara en Balears y en cambio la tiene omnipresente en el conjunto del Estado. Por tanto no cuela el mensaje de que no hay personalismos y que las decisiones son asamblearias. O circulares, si nos atenemos a su terminología interna. Podemos ha emergido como una propuesta nueva frente a lo viejo, pero ahora los electores querrán saber qué harán con el Palacio de Congresos y con la reforma de la Platja de Palma, con la promoción turística, con el pub crawling y con los accesos a la capital. Querrán conocer cómo se financiará la sanidad, cómo se aplicará el trilingüismo y si se mantendrán los recortes de funcionarios. También tendrán que poner cara a sus aspirantes a la presidencia del Govern y a las alcaldías. Deberán elaborar candidaturas y recorrer los pueblos y las ciudades explicando qué pasará con el recibo del IBI o con la depuración de aguas. Entonces sabremos si Podemos es más que una cara de verbo fácil, la de Pablo Iglesias.

PSOE y Podemos mantienen en este momento vidas paralelas. Ambos tienen que decidir quiénes son y, sobre todo, qué son.