­Los cambios que la sociedad balear está registrando durante este siglo se evidencian en algunos de los datos facilitados ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE): si en 2003 los matrimonios celebrados en el seno de la Iglesia Católica eran mayoritarios en Balears (suponían el 52% del total), en solo una década esas tasas se han derrumbado. Durante el pasado año, esas bodas tradicionales supusieron ya únicamente el 18% del total. Este fenómeno aparece especialmente acentuado en las islas y en Cataluña.

Las causas son varias, según apunta el catedrático de Geografía Humana de la Universitat, Pere Salvà. En primer lugar, no se oculta el distanciamiento que se está registrando entre los ciudadanos y la Iglesia, con un creciente laicismo en las costumbres. A ello hay que sumar la negativa de ésta a aceptar el divorcio, lo que obliga a las personas que optan por un segundo matrimonio a recurrir mayoritariamente a la vía civil. Pero además en el caso del archipiélago se ha dado un fuerte fenómeno de entrada de inmigrantes, con una parte importante de nacidos en países con otras religiones mayoritarias.

Eso ha supuesto que durante 2013, de los 4.046 matrimonios celebrados entre residentes en las islas, solo 733 se celebraran según la religión católica, 3.202 fueran exclusivamente civiles, 14 según otras religiones y 97 en los que no consta la forma de celebración.

Un dato a tener en cuenta que respalda el peso que la inmigración ha tenido en las islas durante los últimos años a la hora de configurar su perfil poblacional: en 1.135 de estas uniones, al menos uno de los cónyuges era extranjero, es decir, un 28% del total.

Una anécdota: el mes preferido por los isleños para casarse es septiembre, ya sea por la Iglesia Católica o por lo civil, con un total de 575 uniones, seguido de junio, con 496.

Envejecimiento de la población

El informe editado ayer por el INE pone en evidencia otro factor: el envejecimiento de la población balear se acelera, pero lo está haciendo de una forma mucho más lenta que la media española.

Durante el pasado año, se registraron en las islas 10.530 nacimientos, lo que supone un descenso del 4,3% respecto al año anterior. En el conjunto de España, esa caída fue del 6,4%.

Además, el número de defunciones en el archipiélago fue de 7.669, lo que supone un descenso del 4,9%. En el conjunto del Estado, esa bajada fue del 3,3%.

Al aumentar la esperanza de vida, se reduce la cifra de fallecidos, pero en el caso de Balears la caída de la natalidad está siendo mucho más suave que la media española gracias a que ha sido la comunidad autónoma con la mayor tasa de entrada de inmigrantes del país, con edades que en muchos casos se movían entre los 25 y los 35 años, es decir, periodos con una mayor predisposición a tener hijos y llegados de países en los que la cifra de descendencia por pareja es habitualmente más elevada que en España. El resultado es que en las islas se producen 9,5 nacimientos por cada mil habitantes, frente a la media estatal de 9,1.

En cualquier caso, el número de nacimientos comenzó a descender en Balears en 2009, y se ha mantenido a la baja de forma constante hasta el pasado año, mientras que la de defunciones ha tenido mayores fluctuaciones.

Lo que se aprecia también es el debilitamiento del crecimiento vegetativo de la población del archipiélago, es decir, el que se deriva de la diferencia entre muertes y nacimientos, sin tener en cuenta los flujos migratorios. Si en 2008 se ganaron en las islas 5.225 habitantes por esta vía, el pasado año esta cifra se había reducido ya hasta las 2.861.

Este dato es especialmente importante debido a que si durante los años del boom económico la población balear creció principalmente de la mano de la inmigración, en estos momentos la llegada de extranjeros se ha reducido sustancialmente.

Es más, muchos regresan a sus países, o al menos dejan de empadronarse en las islas. Este es el caso de la apreciable reducción de ciudadanos europeos que se ha detectado en el censo, y ello por una reforma tributaria que les obliga a declarar en España todos los ingresos obtenidos a nivel mundial, según recuerda Pere Salva.

Porque el catedrático de la UIB respalda que la marcha de latinoamericanos ha sido mucho menos importante de lo que se ha venido apuntando, y que lo que ha sucedido es que una parte importante ha conseguido la nacionalidad española, lo que hace que en la estadística dejen de aparecer como extranjeros. Además, el retorno de africanos ha sido prácticamente inexistente.

En cualquier caso, el profesor de Geografía Humana no oculta que el proceso de envejecimiento que de está dando en España, y en Balears de forma más débil, supone un problema para que cuadren las cifras de la Seguridad Social en materia de pensiones, aunque en este tema Salvà defiende que éstas no deberían depender únicamente de las cotizaciones, sino que en parte deberían de financiarse con los presupuestos generales del Estado.