El abogado Enrique Molina, el mismo que defiende al secretario de las infantas en el caso Nóos, explicó ayer que Ana Torroja ha asumido una serie de culpas tributarias con que no estaba conforme. Pero que ha aceptado el pacto que se alcanzó ayer con las acusaciones porque pretende pasar página y centrarse de nuevo en su carrera musical, que en los últimos años, a raíz de su imputación por el juzgado de Palma, se ha visto muy castigada. La solista lleva tres años sin firmar un solo concierto, mucho tiempo para una cantante que se caracterizaba por sus actuaciones en directo. Molina aseguró que no hay ningún empresario musical, ni siquiera en el extranjero, que se atreva a contratar a un artista que tiene problemas con Hacienda. Siempre se teme que esta persecución del Fisco pueda salpicarle, por lo que prefiere contratar a otros artistas.

Las irregularidades tributarias de Ana Torroja se descubrieron casualmente. Durante el registro realizado hace ya más de seis años en el despacho de abogados Feliu se encontró una carpeta con el nombre de la artista. Allí aparecían relacionadas las sociedades que gestionaban las ganancias de la artista. La documentación fue un regalo para los inspectores de Hacienda, que descubrieron un entramado empresarial que se montó alrededor de la cantante para evitar que pagara en España los impuestos que le correspondían. La abogacía del Estado presentó una denuncia contra la cantante del disuelto grupo Mecano, acusándola de no pagar impuestos durante varios ejercicios.

Ante la falta de resultados y sobre todo por el enfrentamiento personal que encabezaba su anterior abogado con el juez que la investigaba, Ana Torroja decidió cambiar de asesor legal. Contrató a Enrique Molina, un antiguo fiscal de la Audiencia Nacional que ahora se dedica a la abogacía privada y que está actuando en varios de los procesos más importantes del país. Entre la cartera de clientes que representa este abogado se incluye al exjuez Baltasar Garzón o al funcionario de Zarzuela Carlos García Revenga.

Ana Torroja tuvo que aguardar unas cuatro horas para que las partes terminaran de perfilar el acuerdo. Un pacto que la obligaba a asumir los delitos fiscales, pero sobre todo a pagar los impuestos que en su momento no abonó, más las correspondientes multas.

La falta de conciertos y, por tanto, la ausencia de nuevos ingresos, impedía a Ana Torroja aceptar las exigencias económicas iniciales que planteaban las acusaciones. Hace meses que ya ingresó en el juzgado casi 800.000 euros. Con ello conseguía que se le reconocieran varias atenuantes, como la reparación del daño o el arrepentimiento, lo que ha permitido rebajar la pena de prisión. Ayer, la artista se mantuvo relativamente tranquila durante la espera. Apenas se sentó en los asientos del pasillo. Controlaba desde la distancia al grupo de periodistas, muchos de ellos llegados de Madrid, que pretendían fotografiarla. Sabía que su imagen sentada en el banquillo de los acusados en un juicio por delito fiscal iba a divulgarse por todos los medios. Torroja, tras escuchar cómo un ciudadano le gritaba: "¿Hoy no te puedes levantar?", se mostró confiada en que a partir de ahora su carrera musical se relance.