El mejor camino para que las personas con algún tipo de discapacidad se integren y disfruten de su vida coincide con el más sostenible para la sociedad. Quedaba claro ayer en el Club Diario de Mallorca durante la presentación del libro Avanzar en mi independencia, de Tomás Castillo, psicólogo y eminencia en materia de desarrollo personal que ayer explicaba en Palma experiencias como la que ha hecho de la asociación que fundó hace treinta años en Cantabria, Amica, una referencia mundial para los colectivos de apoyo a discapacitados. “Amica es un laboratorio de ideas. Tenemos 27 centros por toda Cantabria. Apoyamos a personas con todo tipo de discapacidades. Es una experiencia hecha con las familias (...). Por cada euro que recibimos en subvenciones para generación de empleo entre personas con discapacidad devolvemos 1,4. Eso hace viable un sistema que hoy no lo es. La solución es invertir para que las personas puedan avanzar en su autonomía”, reflexionaba Castillo, que subraya que la clave en la atención a la discapacidad es desarrollar las capacidades de cada persona.

“Algunos piensan que cuando hablamos de autonomía personas vamos a hablar de personas con discapacidad y eso es un error. La autonomía tiene un enorme calado en la vida de todas las personas y si la promovemos desde la infancia los niños harán las cosas por sí mismos, afrontarán los retos, serán más seguros y más responsables en los estudios (..). Las personas pueden hacer mucho más que lo que los demás pensamos”, sostenía Castillo. Y daba ejemplo: “He visto crecer a niños con discapacidad y he constatado con su entorno que esos niños alcanzaban logros que las familias reconocen que nunca imaginaron. ¿Qué demuestra esto? Que los seres humanos somos capaces de llegar mucho más allá de lo que la sociedad espera y solo debemos darles los medios para que desarrollen esas capacidades”.

Vejez, no: experiencia

No se refería Castillo solo a las personas con discapacidad, sino en general a una sociedad en la que “el concepto de normalidad ha hecho mucho daño: hemos dividido el mundo entre normales y anormales, cuando el ser humano es diverso”. Es esa perspectiva la que le lleva a ver como oportunidad lo que otros plantean solo como crisis: “El envejecimiento de la población no es un problema,es una oportunidad: nunca en la historia había ocurrido que tuviésemos tantas personas con esta longevidad y esta experiencia. Esas personas tienen mucho que aportar y tenemos que canalizar su experiencia, de modo que no sean un problema, sino una solución”.

Y lo mismo es aplicable a quienes conviven con alguna discapacidad. “Todos los recursos que empleemos en estas personas van a ser devueltos a la sociedad con creces, porque van a contribuir a ello. Y todos tenemos capacidades”, explica, recordando lo mucho que ha aprendido de su hijo, que nació con fibrosis quística, una enfermedad altamente discapacitante, y hoy es ingeniero de dos especialidades.

Castillo recalcaba por ello la necesidad de “buscar siempre oportunidades en la vida”. “Somos una persona siempre, la misma. Cuando se presenta la discapacidad o la enfermedad y cuando no. Una persona con discapacidad es una persona igual que las demás, con algún problema en algunos momentos. Si promovemos su vida activa, la dependencia aparece más tarde y de forma más leve”, ilustraba, desde la experiencia, el también presidente de la Federación Española de Fibrosis Quística y tesorero de la Federación Española de Enfermedades Raras.

Enseñar, no discriminar

Le daba la razón el presentador de la charla, Ramón Salas, presidente de la Coordinadora Balear de Persones amb Discapacitat, que considera que “hemos dedicado mucho tiempo a hablar de dependencia y muy poco a hablar de autonomía personal”. Lo ejemplificaba con su caso. Un accidente de tráfico le privó de la movilidad en su juventud, pero ha recuperado su autonomía personal, su capacidad para valerse por sí mismo, gracias a quienes le enseñaron a hacerlo. “Hace años salir a la calle solo era como un milagro, no podías ni bajar un bordillo. Al principio te ves como un bicho raro, estás mal psicológicamente, pero al regresar a casa la Seguridad Social me ofreció o cobrar una pensión y quedarme en casa con la mantita, o volver a trabajar y elegí volver a trabajar. Y veinte años después vivo una ida normal, he vuelto a trabajar. Es decir, gracias a estas ayudas recibidas para potenciar mi independencia, en lugar de ser un receptor, un pensionistas, he pasado veinte años contribuyendo a la Seguridad Social”.

Salas pedía por ello a los gestores políticos que, “aparte de atender la dependencia, apuesten por trata de potenciar la autonomía personal”.

Ante todo, personas

Recogía el guante la consellera de Benestar Social, Sandra Fernández, que coincidía en que “ni siquiera las personas que están dentro de la Ley de Dependencia son solo dependientes, porque tienen autonomía personal”. “Desde la administración nos debemos plantear que es lo que necesita una persona, pero que nos lo diga ella. Ya lo dice el libro [de Castillo] en su primer capítulo: ‘Necesito que me veas como persona’. Es algo evidente que muchas veces se nos olvida. Tenemos que reclamar esa autonomía como derecho”.

Aunque queda mucho camino por recorrer. Lo constataba desde la mesa de ponencias Iliana Capllonch, representante en Balears de la Federación de Enfermedades Raras: “Conozco una madre con una niña que hace seis años que en su colegio se desplaza con un andador y lucha para que le pongan un ascensor. Asiste al colegio solo gracias a la colaboración de los profesores y el personal de apoyo, y eso no debería ser así: es fenomenal que los profesores se impliquen y apoyen, pero hay que trabajar en fomentar la autonomía y eliminar barreras, la mayor, el desconocimiento. Los niños deben aprender a convivir con enfermedades discapacitantes a través del ejemplo”, concluía, pidiendo que se aplique lo que defiende Castillo: buscar la plenitud de discapacitados que, ante todo, son personas con muchas capacidades.