El expresidente Adolfo Suárez escogió Mallorca para disfrutar de sus vacaciones estivales. El que fuera uno de los padres reconocidos de la Transición española fue una de las muchas personalidades que durante años se mantuvo fiel a su cita con el verano de la isla. Pero el político de UCD dio incluso un paso más: comenzó como uno de los ilustres visitantes asiduos a la isla y se convirtió en otro famoso residente. Aquí disfrutó dos de sus grandes pasiones: la navegación y el golf.

El estreno del primer presidente de la democracia con Mallorca estuvo presidido por un susto. Cuando el 17 de agosto de 1977, un año después de sustituir a Carlos Arias Navarro en la presidencia del Gobierno, llegó a la isla para mantener un despacho con el Rey, la Policía halló un paquete explosivo en el paseo marítimo en las inmediaciones del Club de Mar. Los artificieros de la Policía Armada tuvieron que retirar el paquete y hacerlo estallar.

Aquella tarde, tras entrevistarse con el Rey, el novel presidente salió a navegar en el yate Fortuna y durante unas cuatro horas recorrió el litoral. Después vendría otra célebre navegación por aguas baleares, cuando alquiló un yate en compañía de su vicepresidente, Fernando Abril Martorell. Acababa de ganar las primeras elecciones democráticas como líder de la UCD.

Con su jubilación política, Adolfo Suárez dio un nuevo giro a su vida. Mallorca se convirtió en el lugar escogido para disfrutar de unas largas vacaciones anuales. El contacto con la isla se reanudó en los años 90, cuando los Suárez disfrutaron de una ansiada intimidad en lugares como el Port d´Andratx o la lujosa urbanización de Son Vida, en Palma.

El político asistía además a algunas de las fiestas que se celebraban en el verano isleño, aunque procuraba mantener la discreción para no convertirse en carnaza de la prensa del corazón. Ya retirado de la vida pública, el expresidente rehuía de hablar de política a los medios de comunicación. No obstante, en las tertulias sociales y en las sobremesas, gustaba de hablar sobre la Transición y la política madrileña con sus amigos.

Una de las que compartió más mesas y manteles fue Cristina Macaya, que le conoció en su etapa presidencial. "No era un hombre de mucha vida social. Era tranquilo, un gran lector y pensador. Era muy entretenido hablar con el, era una persona muy interesante. Sabía hablar y escuchar. Me llamaba mucho la atención que comía muy poco y no bebía alcohol", afirma.

El primer destino elegido por la familia fue el Port d´Andratx, donde el abogado descansó en 1994 junto a los suyos en una residencia alquilada construida en piedra de Santanyí. Desde su residencia, la familia solía navegar a diario a bordo de su barco, que amarraban en los pantalanes del club de vela del puerto andritxol. El año siguiente la familia apostó por la urbanización de Son Vida, donde alquiló una casa frente al campo de golf Arabella, del que era habitual.

En noviembre de 1995, el inspirador de la reforma que abrió las puertas de la Constitución dio su primer paso para convertirse en residente mallorquín: compró una parcela de 4.000 metros cuadrados en la parte más elevada de la urbanización de Son Vida.

El banquero Miguel Nigorra, que conoció a Suárez en el campo de golf de Santa Ponça, le puso en contacto con el promotor inmobiliario Matthias Kühn. "Me pidió el proyecto de su casa en Son Vida. Recuerdo que me pidió a ver si le encontraba unos terrenos. Y, al final, se convirtió en una casa fantástica con una ubicación inmejorable", recuerda el alemán.

El diseñador Antoni Obrador Vidal se encargó de cumplir con el sueño de su esposa: un chalé de estilo mallorquín con el objetivo de pasar en Palma la mayor parte del año. Allí se construyó un privilegiado nido de águilas. En julio de 1997 concluía la edificación de la que por aquel entonces fuera una de las casas más lujosas de Mallorca, pese a que Kühn le recuerda como un hombre "humilde y magnífico". La vivienda tenía forma pentagonal y una superficie de 1.236 metros cuadrados: dos plantas, diez habitaciones y otros tantos cuartos de baño.

Durante las obras, Macaya acogió a la familia Suárez-Illana en Es Canyar. "Estuvo muy dedicado a su familia cuando dejó la política", explica la anfitriona. Pero también desde Mallorca departió con autoridades internacionales como el palestino Yassir Arafat o el argentino Carlos Menem o el banquero Mario Conde.

Los recuerdos sobre la Transición y sus años de mandatario eran constantes. Nigorra explica que "sus conversaciones eran únicas y también sus conocimientos". Pedro Pablo Marrero también estableció gran amistad con él gracias al deporte. "Contaba numerosas anécdotas y solía hablar de política española. También recuerdo que era muy atento con todo el mundo y tenía gran memoria para los nombres. Era muy detallista: un diez en las relaciones humanas", manifiesta.

Sin embargo, la familia poco pudo disfrutar de su residencia en Son Vida. Tras el ingreso de Amparo Illana en una clínica de Palma por el agravamiento de su cáncer, decidió regresar a Madrid para facilitarle los mejores tratamientos médicos. La casa fue finalmente vendida en otoño de 2000 a una argentina acaudalada. "Tras la muerte de su esposa, ya no fue el mismo", afirma Macaya. Su relación con Mallorca se truncó.