­Capacidad de convicción, valentía y firmeza en aquello en lo que creía. Un seductor político y personal al que resultaba prácticamente imposible resistirse. Así recuerdan a Adolfo Suárez los políticos mallorquines de la Transición, sin fisuras en la opinión sobre su figura tanto política como humana. Mallorca no sólo fue un lugar especialmente querido por el expresidente, también fue la isla de donde procedieron algunos de los que le acompañaron en aquellos años en los que, pilotados por un joven Suárez, España pasó de una oscura dictadura a una democracia llena de esperanza en su futuro.

La valoración desde Mallorca de su figura no sólo procede de quienes compartieron con él experiencias políticas y personales. El president del Govern, José Ramón Bauzá, no duda en calificar de "brillante" cómo gestionó Suárez la Transición. Fue "el primero de los demócratas en España" y su persona representa "el mejor ejemplo de vocación de servicio, lealtad institucional y sentido de Estado". Es "un hombre extraordinariamente inteligente, con gran altura de miras y visión de Estado", afirma Bauzá. Para el jefe del Ejecutivo balear, quien resalta el "importante y difícil" papel que jugó liderando la Transición de España desde "la dictadura a un modelo democrático", Suárez es un "referente nacional e internacional".

Bauzá también destaca la "extraordinaria capacidad de diálogo" del expresidente, algo en lo que coinciden todos los políticos mallorquines que participaron en la Transición, si bien ellos lo traducen de otra manera: su "enorme capacidad de convicción". Así se expresa, por ejemplo, Santiago Rodríguez-Miranda, diputado en la legislatura constituyente por la UCD y reelegido en las elecciones de 1979. "Era un gran negociador que nunca se rendía, nunca levantaba la bandera blanca", afirma Rodríguez-Miranda que recuerda de manera especial el apoyo "moral" y las dificultades para lograr una Constitución aceptada por la mayoría del arco político.

En su recuerdo quedan "la entereza que demostró ante Tejero con el golpe de Estado, su capacidad para lograr el tránsito constitucional a la vez que gobernaba en unos momentos de especial dificultad y, sobre todo, su capacidad de acercarse a las personas, su gran humanidad en el trato personal, que lo convertía en un imán para los demás". Rodríguez-Miranda insiste en este aspecto, el de la "calidad humana de quien era capaz de llegar al fondo de las personas, algo que el usaba y que hacía difícil que no te convenciera".

Miguel Durán, diputado balear en el Congreso por UCD entre1979 y1982, comparte con Rodríguez-Miranda el "pesar" por la desaparición de una "figura capital de la historia de la España contemporánea". Durán destaca la "valentía" de Suárez en unos momentos de especial dificultad y tensión. "Se jugó el tipo, sabía que en democracia se juega al todo", afirma refiriéndose por ejemplo a la legalización del PCE. Recuerda cómo, en una reunión en la Moncloa al poco de comenzar la legislatura, "Suárez se mostró pesimista afirmando que no había nada que pudiera defender al Estado, en referencia a las fuerzas de seguridad, y aquelló me impresionó porque vi que podía llegar a ser pesimista a pesar de su valentía".

Jeroni Albertí, senador durante la Transición y líder balear de UCD, le recuerda como "un hombre con un extraordinario carisma y una gran vocación de servicio público, que anteponía los intereses del país por encima de los propios". Afirma que "su sentido de la responsabilidad y la convicción en lo que tenía que hacer" se unió a "su capacidad enorme para convencer a los demás de la necesidad de llevar a España hacia la democracia con una Transición pacífica".

"Suárez sabía en todo momento cuál era su objetivo y lo que había que hacer para lograrlo", afirma Albertí quien insiste en "su constancia, su capacidad de convencimiento y la virtud de llegar a las personas, pero siempre desde su propio convencimiento".

Maximilià Morales, primer secretario general de UCD en Balears, comparte esta opinión. "Cuando conocí a Suárez me encontré con una figura magnética, a la que seguías por su enorme capacidad de convencimiento y que mostró y demostró unas firmes convicciones democráticas", sostiene.

Fernando Piña ocupó la subsecretaría de Aviación Civil en el Gobierno Suárez, al que define como "absolutamente encantador, con una enorme capacidad de seducir, tanto política como personal, de tal modo que a los diez minutos de estar con él acababas convencido de lo que te decía". Piña defiende la Transición y cómo se logró el tránsito a la democracia "de una manera pacífica, en unos momentos muy difíciles". El hombre que pilotó ese cambio, "salió de la política con los bolsillos vacíos" y fue hasta el final "un ejemplo de dignidad".

José Zaforteza, senador por UCD entre 1979 y 1982, incide en esa "honestidad" que caracterizó a Suárez. "Gobernó a España con una austeridad modélica que nunca se ha vuelto a ver", afirma Zaforteza. Recuerda sus primeras dudas hacia alguien que "había sido falangista" y su satisfacción al descubrir a un "demócrata convencido", de quien resalta el apoyo que le dio para lograr el descuento aéreo para Balears. "En el trato personal descubrí a un hombre modélico", declara Zaforteza.

No sólo quienes formaron parte de las filas de UCD alaban su figura política y su perfil. "Era una persona muy afectuosa en el trato y a la vez alguien muy valiente porque no hay que olvidar la situación política de España en aquella época", afirma Emilio Alonso, diputado del PSOE por Balears entre 1977 y 1989 en el Congreso. "Suárez fue un hombre decidido y con agallas, que hizo una gran labor y a quien el país le debe mucho", concluye.