La campaña de adquisiciones sísmicas en tres dimensiones que la petrolera Cairn Energy pretende llevar a cabo en el golfo de Valencia, si la movilización ciudadana e institucional de las islas la permiten, es, explicada de forma sucinta, la búsqueda de un eco que traiga un buena noticia: que el subsuelo marino alberga una bolsa de hidrocarburos formada a lo largo de los siglos. O mala, dependiendo de la óptica bajo la que se contemple todo este proceso.

Aunque, en puridad, todo el proceso es algo más laborioso y complicado. Para empezar, se necesita un barco de adquisición sísmica modernamente equipado de cien metros de eslora y veinte de manga, con un calado de entre cinco y diez metros, un registro bruto de diez mil toneladas y tripulado por 52 personas basadas permanentemente en la embarcación y trabajando en turnos de doce horas.

Le acompañarán en todo el sondeo cuatro embarcaciones guardianas con seis tripulantes cada una que le escoltarán, básicamente, para evitar que la presencia de otros buques o de animales marinos entorpezcan las prospecciones sísmicas. Navegarán a unos cinco kilómetros por delante y en los laterales del buque principal.

La estela que vaya dejando el barco de adquisición de las señales sísmicas, que navega a una velocidad de unos cuatro o cinco nudos, deberá estar libre porque desde la popa de la embarcación se arrastran ocho cables sísmicos o streamers de ocho kilómetros de longitud cada uno y con hidrófonos distribuidos regularmente a lo largo de toda su extensión, que son los que recogen los ecos descritos al inicio de esta información.

Unos ecos que, antes de rebotar, han penetrado en las diferentes capas geológicas del subsuelo marino hasta una profundidad de 7.000 metros. Y unos ecos que reverberan tras los disparos de 0,7 metros cúbicos de aire emitidos cada 10 segundos por los dos cañones de aire que, sumergidos a 7 metros de profundidad, el barco nodriza arrastra tras de sí.

"A lo largo de los cables se colocan unas boyas que son muy importantes porque sirven no solo para mantener la alineación de los streamers en la zona que deben analizar, sino también para mantener sumergidos los hidrófonos para que el oleaje que genera la propia embarcación no perturbe la recogida de los ecos que llegan rebotados desde el fondo marino", explica Francisco García, catedrático de Geofísica de la Universidad Politécnica de Valencia que ha participado en varias prospecciones similares aunque realizadas en tierra firme, no en el medio marino.

Y esta técnica se repetirá durante 116 días en tandas de 24 horas los siete días de la semana hasta conseguir una imagen tridimensional de los subsuelos del área de 2.420 kilómetros cuadrados sobre la que Cairn Energy (más concretamente su filial en España, Capricorn Spain Limited) ha obtenido los permisos de Industria para realizar unas prospecciones que confirmen no solo posibles estructuras geológicas del subsuelo marino susceptibles de almacenar hidrocarburos, sino también la forma y tamaño de dichas estructuras.

"Estas prospecciones se van a llevar a cabo para determinar a qué profundidad se encuentran las bolsas de hidrocarburos y su volumen para luego evaluar si resultaría rentable acometer el proceso de su extracción o simplemente dejarlo donde está, a la espera de que las reservas de crudo más accesibles de agoten o su precio sí permita rentabilizar la operación", apunta el catedrático de la Politécnica de Valencia.

Pero, ¿de dónde surge este repentino interés por buscar petróleo en el Mediterráneo? Las esperanzas de los promotores de estos proyectos se han disparado tras detectarse grandes bolsas de gas natural en aguas de Chipre y entre esta isla e Israel. Por eso, ahora las miradas están centradas en el Mediterráneo occidental.

Cairn Energy, en su informe de impacto ambiental, recalca que el golfo de Valencia "tiene un gran interés exploratorio por su alto potencial para albergar hidrocarburos. Esto es corroborado con la intensa prospección sísmica que se ha realizado en la zona en las últimas cuatro décadas (aproximadamente 15.000 kilómetros de perfiles sísmicos en la zona) y el descubrimiento de varios yacimientos de petróleo frente al delta del Ebro".

Plataforma continental

Y como lo corrobora también el doctor Francisco García: "En el golfo de Cádiz ya han encontrado gas y por eso no es extraño que ahora se dirijan las miradas al golfo de Valencia, que tiene una plataforma continental magnífica con grandes sedimentos de mucha antigüedad. En Mallorca la gente puede estar tranquila porque hay mucha más profundidad, desde el litoral se baja a plomo".

La siguiente pregunta es por qué, si como afirma la petrolera se han realizado tantas prospecciones en el área, es necesario acometer esta nueva campaña. Al parecer, los datos recopilados en las cuatro décadas precedentes carecerían de una resolución suficiente, lo que obligaría a realizar un sondeo sísmico más esclarecedor en tres dimensiones.

Y queda una última cuestión por dilucidar: qué perjuicios pueden traer estas prospecciones para la fauna marina. Pese a que las asociaciones ecologistas han puesto el grito en el cielo, el catedrático universitario no ve tantos motivos de alarma, aunque matiza que no es un experto en la materia. "Se trata de unas prospecciones nada invasivas ni destructivas. Al contrario que en las maniobras militares, no se utilizan ultrasonidos que despisten a los cetáceos ni provoquen daños en los fondos coralígenos. Los cañones de aire no utilizan una frecuencia que interfiera con los sonidos por los que se rigen los mamíferos marinos. Puede que el ruido sea molesto para la fauna, pero no es dañino. Estas prospecciones se han hecho antes en las costas de Valencia y del País Vasco sin mayores consecuencias. Es una técnica no destructiva y de las más respetuosas con el medio ambiente. ¿Molestar? Siempre se va a molestar a alguien o a algo, pero se trata tan sólo de evaluar qué hay ahí abajo, concluye el doctor Francisco García.

Tras la recopilación de todas las alegaciones presentadas al informe de impacto ambiental de la petrolera para sus prospecciones en el golfo de Valencia, el ministerio de Energía e Industria las remitirá al del Medio Ambiente. Para ello tiene un plazo de tres meses transcurridos los cuales el departamento de Arias Cañete dispone de otros seis para emitir una declaración de impacto ambiental negativa o positiva, que es a la postre lo que determinará si las prospección se lleva finalmente a cabo. Si estos plazos se cumplen, nos encontraríamos en el mes de noviembre, a poco de terminar un ejercicio y comenzar otro en el que las elecciones autonómicas lo marcarán todo.

En cualquier caso, no se alterarían mucho las fechas que baraja la compañía petrolífera, que en su estudio de impacto ambiental ya admite que pretende desarrollar estas prospecciones entre el cuarto trimestre de este año y primero del 2015. Una campaña que solo se frustraría con una negativa por parte del ministerio de Medio Ambiente contradiciendo en parte la autorización previa dada por el de Industria. Un enfrentamiento difícil de encontrar en este país cuando gobierna una Administración del mismo color político.