­"Sólo las empresas y los empresarios serán capaces de sacar de la pobreza a millones de personas que lo están pasando mal". El análisis es de la presidenta del Círculo de Empresarios, Mónica de Oriol, que ayer se reunió en Palma con los líderes de siete colectivos económicos y empresariales de toda España. Unos y otros acabaron reclamando reformas que dejen espacio al sector privado para generar progreso y empleo, evitando estallidos sociales como los que se han producido en países vecinos y se temen en España.

La cita, celebrada en el Grupotel Valparaíso Palace, con el Cercle de Economia de Mallorca como anfitrión, se marcaba un doble objetivo: presentar el primer estudio que analiza en España la la percepción que tiene la sociedad de sus empresarios, y debatir sobre a las reformas precisas para que el final de la recesión económica se convierta en una auténtica salida de la crisis. Y las conclusiones no decepcionaron. El estudio revela algo "sorprendente", según Mónica de Oriol: que en este país tan tendente a la "autoflagelación" se valora a los empresarios mejor que a las instituciones públicas, hasta el punto de que la percepción "es más positiva que negativa".

De hecho, "la mitad de los españoles prefieren ser empresarios que asalariados, y la mayoría quieren que sus hijos sean empresarios", resumía Oriol, que abría el debate sobre lo mucho que queda por hacer con una percepción recogida en el estudio: los españoles consideran que los emprendedores afrontan demasiados obstáculos. Sobre ellos se habló largo y tendido. Los presidentes de los siete círculos e institutos de economía y empresa analizaron por ejemplo la falta de financiación bancaria y la pérdida del perfil social de la banca como corazón de la economía, pronosticaron para "después de los test de estrés de verano" la vuelta del flujo de crédito, al tiempo que denunciaban la falta de consenso educativo y la necesidad de lograrlo de cara a conseguir marcos de formación estables.

Aunque el debate ganó intensidad en torno a una cuestión planteada en los artículos de uno de los economistas más reputados del país, el vigués Antón Costas. El también presidente del Círculo de Economía, ayer en Palma, llegó a advertir del riesgo de que se produzca un estallido social si no se abordan las reformas precisas para salir de la crisis con una sociedad más justa y, a la par, más competitiva y productiva.

Una economía competitiva y justa

Costas recuerda que es al final de las crisis cuando suelen producirse los vuelcos sociales, por lo que proponía evitar descalabros con "al menos tres actuaciones importantes", empezando por reformas educativas que le den a los ciudadanos, "sobre todo a los más jóvenes, instrumentos para construir su propio futuro". El economista considera para ello clave acelerar la emancipación de los jóvenes: "España es el único país en el que el 63% de los ciudadanos de 19 a 33 años viven con sus padres", y "los países son más innovadores cuando más emancipados están sus jóvenes". Costas sugería por último medidas encaminadas a generar un tejido productivo que aporte empleo de calidad, objetivo que pasa por un desarrollo industrial al que se ha renunciado con gobiernos de todos los colores. "Somos el único país que en la última década ha suprimido el Ministerio de Industria", resumía Costas.

Para solventarlo, una de las claves es reducir el coste de la administración pública, según tesis de los presentes, que recalcan que en un país con un déficit público tan elevado (sigue superando los 40.000 millones al año) a la banca le es más rentable comprar bonos del Tesoro y ganar sin arriesgar, que dedicar dinero a la iniciativa privada. Del mismo modo, piden que el ajuste público se haga por la vía del gasto, no aumentando ingresos, como la última subida de cotizaciones sociales, que encarece el coste de contratación de trabajadores en plena crisis de paro.

La oportunidad de la crisis

"Abaratemos el precio del trabajo, sobre todo el no cualificado, porque una vez dentro de las empresas te cualificas: si no lo hacemos tenemos entre manos una bomba de relojería que puede llevar a un estallido social", advertía la presidenta del Círculo, en referencia a los 5 millones de parados y 2,5 millones de jóvenes sin empleo, obligados a emigrar o protestar en la calle. "Mejor que protesten que que no hagan nada. El miedo a la revolución, ya en el siglo XIX, llevó a abordar grandes reformas", recordaba Forcades, economista experimentado y observador agudo que se declara optimista porque sabe que las crisis son, aparte de un gigantesco drama, una oportunidad de mejorar.