"Ha sido como si se hubiera desatado la fiebre del oro negro por todo el Mediterráneo Occidental", sostiene Ricardo Aguilar, director de Investigaciones y Proyectos de la organización ecologista Oceana en Europa en una primera valoración del aluvión de proyectos de sondeos petrolíferos que cercan al archipiélago balear.

"Cairn y Spectrum (en alusión a las dos petroleras interesadas en la zona) van a cubrir toda la zona de Balears. El proyecto de Cairn (que ha obtenido licencia para realizar prospecciones de gas y petróleo en los fondos marinos del Golfo de Valencia) está en periodo de exposición pública y carece de estudio de impacto ambiental. No obstante, mientras esta iniciativa prevé sondear una superficie de 1,3 millones de hectáreas, la de Spectrum ha pedido permiso para realizar sondeos sísmicos en un área de diez millones de hectáreas, que es la zona por la que pasarán sus barcos para realizar el muestreo. No obstante, estos sondeos afectarán en realidad a una superficie bastante mayor, de entre 17 y 18 millones de hectáreas marinas", advierte el especialista de Oceana.

Ricardo Aguilar, en un lenguaje más inteligible, explica que los primeros muestreos sísmicos, más sencillos, en dos dimensiones, tan sólo persiguen detectar cuáles son los fondos marinos más interesantes o susceptibles de albergar crudo o gas.

"Una vez detectados, se realiza sobre ellos un segundo sondeo en tres dimensiones que puede profundizar hasta siete kilómetros en el suelo marino. Pues bien,el proyecto de Cairn (el del Golfo de Valencia cercano a Eivissa) ya se encuentra en esta segunda fase y han anunciado que a finales de este año o en el primer trimestre de 2015 ya podrán comenzar con las primeras prospecciones en tres dimensiones, que es el paso previo a comenzar a perforar el fondo marino", revela Aguilar.

Volviendo al novedoso proyecto de Spectrum Geo Limited, el responsable de Oceana recalca que mediante el uso de airguns (cañonazos de aire comprimido), la empresa Spectrum quiere rastrear 10 millones de hectáreas marinas en fondos entre 200 y casi 3.000 metros de profundidad, emitiendo sonidos de más de 200 decibelios cada pocos segundos durante 24 horas al día y durante 22 semanas, unos cinco meses. "Son unas cifras de tal magnitud, tan desconocidas, que no sabemos ni cómo evaluar su impacto", admite Aguilar.

"Los submarinistas que trabajan en el área los perciben claramente y no te digo nada de las especies marinas que se guían casi exclusivamente con ultrasonidos como las ballenas y los delfines", advierte el ecologista de los nocivos efectos de una actividad prospectiva como ésta.

Sin aval

El director de Investigaciones de la organización ecologista lamenta que a las empresas que están promoviendo estos proyectos en el mar balear no se les haya exigido la presentación de una aval que cubra "los muchos millones de euros en pérdidas que pueda suponer un accidente en estas prospecciones para el sector turístico. Solo con el hecho de estos sondeos sísmicos se dañará irremediablemente el turismo de submarinistas que visitan las islas para disfrutar de sus fondos marinos. El ruido provocará que muchas especies literalmente desaparezcan, esto es, se irán a lugares más tranquilos".

También se refiere Aguilar a las más que previsibles pérdidas que originarán estos sondeos en la actividad pesquera: "Está demostrado que los pesqueros que faenaban en el Atlántico Norte, a más de treinta kilómetros de distancia de las prospecciones petrolíferas, vieron como sus capturas caían en porcentajes que iban del 50% hasta el 80%".

"No sabemos por qué se están realizando todas estas peticiones de sondear el fondo marino balear al mismo tiempo. Se trata de una actitud especialmente ilógica si tenemos en cuenta que afecta a una zona turística que vive de la calidad de sus playas y aguas. Esperemos que se pare", concluye.