Se empieza por alardear de que se va a declarar "voluntariamente", y a continuación se reclaman privilegios principescos. En la repentina pulsión de Cristina de Borbón por conocer al juez Castro, la imputada puede bajar tranquilamente la rampa de los juzgados, a condición de que no calce unos Louboutin. Que se sepa, nadie duda de su sentido del equilibrio físico, a diferencia de lo que ocurre con otros miembros de su familia. Sólo se cuestiona su atascada brújula moral. En todo caso, se puede tender una alfombra roja y montar un photo-call para aliviarle el trance.

La solución ha llegado de Madrid, como de costumbre. La Infanta bajará la rampa en brazos de Alberto Ruiz Gallardón. La caballerosidad castiza no conoce límites, y el ministro se ofreció galantemente de voluntario Cirineo. Hizo dejación de sus infinitas funciones para terciar en los problemas de honda raigambre jurídica que plantea el bipedalismo de los imputados. Si es necesario para rematar su actitud servicial, el titular de Justicia contestará a las preguntas dirigidas en el juzgado a su patrocinada, amén de asumir la titularidad de los caudales blanqueados. Que Dios salve a Gallardón, porque sólo Él puede lograrlo.

Gallardón no está solo. Los compañeros de viaje del PP también se pelean por acompañar a la hija del Rey. Véase a Patxi López, "ni la Infanta ni nadie debería hacer el paseíllo", falto del coraje para asumir la condición de cortesano sin ampararse en una falsa solidaridad. O el extremeño Guillermo Fernández Vara, "el paseíllo no debería ser ni para la Infanta ni para nadie", pero de momento se lo evitaremos a ella para agradar a La Zarzuela. ¿Alguien puede extrañarse de que los pseudosocialistas hayan perdido sus respectivas elecciones?

Nos falta la aportación mallorquina al debate jurídico, a cargo del fiscal superior. Tras consultar los códigos, Bartomeu Barceló es partidario de que la Infanta "baje la rampa en coche", aunque tal vez entendí mal y quiso decir que "baje la rampa en mi coche". Ante la acumulación de porteadores de Cristina de Borbón, deberán constituirse en asociación. Qué poco les cuesta ponerse a la altura de la Infanta. Con Gallardón, Patxi López, Fernández Vara, Esperanza Aguirre y Barceló a su servicio, la hija del Rey descenderá la cuesta en volandas, mientras la aclama el PP/PSOE. O quizás sea preferible que suba y baje varias veces, para que todos los oferentes puedan rendirle tributo.

La mitología del trayecto solo sirve para que los políticos hagan un ridículo rampante y para que camuflen las graves acusaciones contra su defendida. Urdangarin acabó por cogerle el gusto a la bajada de esos 50 metros, que ha sido prácticamente la única actividad legal que ha desarrollado en Mallorca. El descenso a pie a los infiernos puede iluminar a la Infanta sobre las cargas anejas a su cargo con más claridad que un auto judicial.

En la experiencia personal de la que no pienso liberarles, he bajado la antigua rampa en innumerables ocasiones, siempre cargado de adrenalina. Junto a mis compañeros del Instituto, íbamos a pegarle una paliza a los remilgados alumnos de La Salle. En la pista de baloncesto del patio interior, claro.

La rampa es una trivialidad por comparación con la desaparición del mecenas Bartolomé Cursach del Atlético Baleares. El pago religioso de cada día diez no pudo hacerse efectivo porque el empresario comunicó que volaba al Brasil que está colonizando. El dueño odia al presidente que ha puesto en el club más importante de Mallorca, porque el otro está en manos de capital alemán.

Los asistentes a la toma de posesión de Jaume Barceló como jefe de la Guardia Civil en Balears se frotaban los ojos, ante la presencia en el acto de José María Rodríguez, en calidad de invitado imputado. El incombustible líder del PP palmesano robó el protagonismo al coronel que fue decisivo en su destitución como delegado del Gobierno, cuando el conseller de Matas creyó que un político podía desafiar a un jefe de la Benemérita con sus propias armas.

Les habla el hotelero más importante del sur de Mallorca, sobre la autopista de Llucmajor a Campos. "He recorrido este tramo más de diez mil veces, y creo que hay alternativas más adecuadas para Mallorca y pienso en lo que se podría hacer distribuyendo mejor los 70 millones publicados. He propuesto a la asociación de hoteleros de Cala d´Or una reunión para debatir este asunto y, si cabe, posicionarnos. Yo personalmente estoy a favor de mejoras técnicas, señalización, velocidad. Se podría hacer una carretera ejemplar, sostenible, con resultados medibles y publicables".

A propósito, leo con avidez que los hoteleros mallorquines desinvierten en la isla para gastar cientos de millones de euros en México, un país con 25.000 asesinatos al año y una guerra civil encubierta por el comercio de la droga. Algo no cuadra en este negocio, o quizás sí.

Ustedes quieren que les oriente sobre El lobo de Wall Street, donde Martin Scorsese casi consigue hacernos olvidar que llevamos tres horas ininterrumpidas con Leonardo DiCaprio en la pantalla. Es la primera superproducción en que la mayoría de actrices trabajan completamente desnudas. Sin embargo, la joya de la cartelera es Mucho ruido y pocas nueces, gozosa incluso para quienes pensamos que nada ha dañado más al teatro que las adaptaciones contemporáneas y contemporizadoras de Shakespeare.

Reflexión temporal: "El presente es la versión superficial del pasado".