El año que viene tocan elecciones a lo Ruiz Mateos. Si se pregunta qué son unos comicios con el nombre del empresario hay que recurrir a la historia reciente de España para remontarse hasta el año1989. El 15 de junio se celebraron elecciones al Parlamento Europeo. Poco más de la mitad del censo se molestó en acercarse a las urnas. El PSOE logró 27 diputados por 15 del PP. El CDS de Suárez sumó cinco; Izquierda Unida, cuatro; Convergència i Unió, dos y Ruiz Mateos, ¡otros dos! La agrupación electoral del polémico jerezano se convirtió en la cuarta fuerza política en Palma y en el conjunto de Balears. Lo más extraordinario del caso es que en aquellas fechas, el hombre que había hundido el imperio de la abeja -este era el símbolo de Rumasa- era un prófugo de la justicia. Estaba oculto y solo salió de su escondrijo cuando, gracias a la inmunidad parlamentaria, estuvo seguro de que no iría a prisión.

¿Por qué en 1989 se dieron unas elecciones a lo Ruiz Mateos? ¿Por qué el 25 de mayo de 2014 puede producirse una situación similar?

Hace un cuarto de siglo, el PSOE de Felipe González gobernaba en España con mayoría absoluta desde hacía siete años. Acababa de sufrir en su sensible piel de izquierdas una huelga general convocada por sus hermanos de UGT y CC OO. Fue la más contundente de todas las habidas en democracia. Los sindicatos rechazaban la reforma laboral -¿les suena la música?- que abarataba el despido y creaba los contratos temporales para jóvenes. La oposición era un fuerza sumida en sus propias crisis internas. El CDS de Adolfo Suárez, lejos de convertirse en heredero del centro, daba sus últimas boqueadas antes de fenecer. El Partido Popular, que entonces aún se llamaba Alianza Popular, andaba metido en una vorágine autodestructiva. Había errado al pedir la abstención en el referéndum de la OTAN de 1986, Fraga dimitió tras fracasar en las autonómicas vascas y en enero de 1987 asumió la presidencia un insustancial y efímero Antonio Hernández Mancha, lo que provocó el retorno del fundador. La crisis económica se cebaba en los sectores más débiles de la sociedad y la tasa de paro rondaba el 20%, pese a que desde la entrada de España en la Unión Europea se encontraba a la baja, una tendencia que cambió al alza tras la Guerra del Golfo de 1991.

Hoy es el PP quien Gobierna, también con mayoría absoluta. Nada más llegar al poder ha incumplido sus promesas electorales relativas a los impuestos, la reforma laboral y las pensiones. En la oposición está un PSOE más debilitado que nunca. No tiene un líder claro y no se sabe quién será su candidato en las elecciones generales de dentro de dos años. La debacle económica, se atribuya a quien se atribuya, es más profunda que la de principios de los años noventa. La desesperación está instalada entre miles de desempleados que no vislumbran la posibilidad de encontrar un nuevo trabajo.

En 1989, con una situación económica y política que guarda grandes semejanzas con la actual, Ruiz Mateos se convirtió en aglutinador de sectores antisistema alineados con la derecha y, sobre todo, de descontentos con las políticas que se aplicaban. El empresario fue una "opción de castigo frente a todos los demás candidatos y frente a los comportamientos de la clase política", escribió entonces Fernando Onega.

Dentro de cinco meses se reproducirá una situación semejante. Habrá una alta abstención porque Europa aún nos pilla muy lejos, pero también porque el desencanto de 1989 se ha extendido mucho más entre los ciudadanos de 2013. Entre los pocos que decidan acercarse a las urnas habrá muchos que harán suyo el lema que se grita en las manifestaciones callejeras -"PP y PSOE la misma m... son"- y votarán a grupos hasta ahora poco decisivos en la política española. Es la hora de UPyD, de Ciutadans, de Izquierda Unida, de los independentistas.... ¿Habrán llegado para quedarse o serán tan efímeros como Ruiz Mateos? Todo dependerá de la credibilidad que sean capaces de generar los actuales partidos mayoritarios.