Como era previsible el sindicato de funcionarios, o lo que sea, Manos Limpias ha pedido que la infanta Cristina sea citada como imputada por delito fiscal y blanqueo de capitales.

Tiene razón la acusación popular al denunciar el trato de favor que se está dando a la investigada, que no imputada, Cristina de Borbón. Nunca la fiscalía había recurrido una citación en calidad de encausado. No importaría hacer más comentarios.

Todo en el caso Nóos es extraordinario. El informe de Manos Limpias no se sale de esa tónica: 79 folios y un informe pericial para pedir una imputación que en cualquier otro supuesto sería de manual.

Si tuviésemos que hacer caso a la Constitución sobrarían esos papeles: todos somos iguales ante la Ley y si penden sospechas de que hemos cometido un delito debemos declarar ante el juez, con nuestro abogado al lado.

Pero las cosas no son así de fáciles, qué se lo digan al juez Castro.

Manos Limpias ha tenido que bajar al difícil ruedo del cálculo de los delitos fiscales cometidos por la supuesta trama Nóos, donde la empresa de nombre griego de Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarin ocupa un lugar destacado.

Hacienda dispone de expertos y experiencia para con unos mismos mimbres hacer una mesa camilla o una mecedora.

En el caso Nóos los inspectores tributarios se han inclinado por ningunear a Aizoon y atribuir todas las culpas al socio que conseguía la pasta: Iñaki Urdangarin.

La otra propietaria, la hija del Rey, parece no existir para la Agencia Tributaria, la fiscalía anticorrupción, la abogacía del Estado y el Govern Balear.

El desenlace del penúltimo capítulo de esta historia, la segunda imputación de la duquesa de Palma, no se sabrá hasta después de Reyes, una época muy propia dado el asunto.