El 15% de los 52 trasplantes renales realizados en esta comunidad a lo largo del pasado año se practicaron a pacientes con problemas en estos órganos que todavía no habían iniciado un tratamiento sustitutivo con diálisis, según reveló el doctor Joan Buades, jefe del servicio de nefrología del hospital de Son Llàtzer y coordinador en Balears de la estrategia nacional para abordar las enfermedades renales crónicas.

El especialista especificó que, a la hora de recibir un órgano, tienen prioridad los pacientes que están recibiendo algún tratamiento renal sustitutivo, ya sea hemodiálisis o diálisis peritoneal, pero que el año pasado se trasplantaron 8 de los 52 órganos disponibles a pacientes que aún no habían comenzado con la diálisis porque no se hallaron receptores compatibles entre los que sí estaban ya realizando la terapia. "Generalmente, si no hallamos un receptor compatible se envía el órgano a la Península para que lo aproveche otro enfermo, pero en esta ocasión sí se aprovecharon los riñones y se quedaron en las islas", se congratuló el nefrólogo, que recalcó que siempre es mejor trasplantar a una persona que aún no ha iniciado la diálisis.

Dentro de la estrategia marcada para las islas, se había previsto que en el año 2011 un 2% de los trasplantes se realizaran a pacientes que no hubieran comenzado la diálisis, porcentaje que se elevaría al 3% en el período 2012-2014 y que alcanzará el 5% en 2015. "No sé lo que pasará este año, pero el porcentaje del ejercicio pasado ha superado nuestras mejores expectativas", admitió.

Quinientos trasplantados

La supervivencia media de un trasplante renal está fijada en unos doce años, aunque el récord lo ostenta un paciente de Estados Unidos que convivió 43 años con un órgano ajeno en su organismo, reveló Buades.

El doctor Buades precisó que a 31 de diciembre de 2012 había en las islas 500 pacientes trasplantados y 523 sometidos a tratamientos renales sustitutivos, 469 de ellos con hemodiálisis y 54 con diálisis peritoneal, el 10,4% del total.

El nefrólogo, que forma parte del grupo de apoyo al desarrollo de la diálisis peritoneal en España, glosó las ventajas de este último tratamiento sobre el más tradicional de hemodiálisis, que requiere que el paciente se desplace a la sala de diálisis de su hospital unas tres veces por semana y someterse a sesiones de tres o cuatro horas, lo que le invalida para mantener un horario laboral normalizado.

La diálisis peritoneal, al contrario, la puede realizar el propio paciente en su domicilio cada día, ya sea de manera manual o a través de una máquina a la que se conecta mientras duerme y que le permite llevar una vida prácticamente normal. De los 54 pacientes que siguen este tratamiento, la mitad lo hace de forma automatizada con una máquina y la otra mitad de forma manual.

"Lo ideal es que se sometan a estos tratamientos los pacientes que están a la espera de un trasplante, de tal modo que después de haber recibido este trasplante, cuando este falle podrían retomar el tratamiento peritoneal o recurrir a la hemodiálisis", explicó el doctor Buades, quien resaltó que "un paciente con insuficiencia renal puede pasar perfectamente por las tres técnicas". Aunque recomienda el tratamiento peritoneal, incidió en que se trata de una decisión que únicamente puede tomar el propio paciente.

Un 30% en 2015

Buades explicó que la estrategia para el desarrollo de la diálisis domiciliaria en Balears pasa porque este año entre un 12% y un 15% de los pacientes en tratamientos renales opten por este tipo de terapia, a la que en 2012 se acogió el 10,4% de los enfermos con insuficiencia, y que en 2015 el porcentaje alcance el 30% del total de terapias sustitutorio. "Pese a que al cierre de 2012 en Son Llàtzer teníamos a 68 pacientes en hemodiálisis frente a tan sólo unos seis en diálisis peritoneal, a lo largo de este año hemos mejorado el porcentaje y ahora tendremos a unos dieciséis enfermos que han optado por el tratamiento domiciliario", se congratuló el facultativo. "Las únicas contraindicaciones para someterse a diálisis peritoneal son ser un paciente incumplidor de la terapia, por tratarse de un sin techo o de una persona con problemas de alcoholismo o drogadicta y, en segundo lugar, tener el peritoneo dañado (la membrana que hace la función de la diálisis) a consecuencia de haber sido operado en muchas ocasiones", abundó el especialista.

Buades también justificó la promoción de estos tratamientos por su menor coste económico, circunstancia que contribuye a hacer menos insostenible el mantenimiento de las prestaciones de la sanidad pública. "Tratar con hemodiálisis a un paciente en un hospital cuesta en torno a los 45.000 euros anuales, mientras que las terapias peritoneales salen por unos 32.000 euros por enfermo y año", remarcó.