El destripamiento del último barómetro electoral del Centro de Investigaciones Sociológicas registra un cambio en el marcador de Balears. Los cinco diputados a tres que afianzan la holgada superioridad del PP sobre el PSOE se reequilibrarían hasta señalar un empate a cuatro entre ambas fuerzas si hoy se celebraran unas elecciones generales, de acuerdo con los datos de "intención de voto + simpatía" tabulados por el CIS.

Los barómetros del organismo estatal no efectúan una asignación de diputados por circunscripciones provinciales. Se limitan a cocinar las respuestas para obtener una estimación de voto estatal con distribución de diputados totales. Sin embargo, y con la salvedad del tamaño limitado de la muestra, los resultados obtenidos en Balears otorgan una ventaja electoral del PSOE sobre el PP cifrada en casi dos puntos porcentuales, 18.8 a 17.1, antes del tratamiento de los datos a cargo del CIS.

Curiosamente, las dudas planteadas por el barómetro han invitado a numerosas disecciones de su contenido. A escala estatal, el CIS transformaba una ventaja de dos puntos para el PSOE en intención de voto en un abultado triunfo final del PP por siete puntos, tras aplicar los mecanismos correctores que conducen a una "estimación de voto" relativizada por sus propios autores. Carles Castro en La Vanguardia, así como Izquierda Unida, han reinterpretado la encuesta a partir de sus datos definidos. Obtienen el mismo empate a cuatro que El País reflejaba el pasado domingo en un sondeo propio, elaborado a lo largo de los seis últimos meses.

La diferencia de casi dos puntos para el PSOE disuelve en dos años los 21 de margen que acumuló el PP en noviembre de 2011, con motivo de la elevación de Rajoy a la Moncloa. El consiguiente empate a cuatro diputados no puede calificarse de sorpresa, pese a que Balears arrastra una imagen de derechas consolidada en torno a un Govern controlado por los populares durante 23 de los últimos 31 años. Sin embargo, las igualadas entre las fuerzas hegemónicas son frecuentes en elecciones al Congreso, pues se han verificado en seis de las últimas nueve citas. Su magnitud ha evolucionado de tres a cuatro diputados por bando, conforme crecía el peso demográfico de la comunidad. La izquierda no ha superado nunca al PP, y recibió la mayoría absoluta de Aznar con un catastrófico dos a cinco.

Pese al vuelco que conlleva, el empate en voto directo con la inclinación adicional de la simpatía no representa el dato más relevante de los datos del CIS para Balears. La comunidad registra un acusado descenso del bipartidismo, encauzada hacia la búsqueda de opciones sin el descrédito que aqueja actualmente a PP y PSOE.

Las opciones estatales de IU o UPD no suponen una válvula de escape en Balears, donde recaudarían respectivamente el 3.7 y el 2.9 por ciento de los sufragios. Estos porcentajes no resultan sólo netamente insuficientes para la obtención de un escaño, sino que rebajan sensiblemente las aspiraciones estatales de ambos partidos. De hecho, se hallan en el rango de otra fuerza tabulada independientemente, pues ERC cosecha un 3.3.

La pujanza en el combate contra el bipartidismo se recoge en el apartado de "otros partidos". Esta categoría absorbe en Balears el 10.6 por ciento de los sufragios, cuadruplicando ampliamente los resultados en otras circunscripciones y con un marcado escoramiento nacionalista. De acuerdo con el espectro político local recogido en el Parlament, una parte sustancial de estos apoyos corresponden al PSM en su actual configuración de Més, sin olvidar al PI como heredero de las proyecciones del regionalismo de UM.

Si el cajón de sastre de "otros partidos" es la tercera opción política de Balears, el empate a cuatro entre PP y PSOE puede disolverse en cualquier momento en un 4-3-1. De acuerdo con los datos del CIS, la coalición Més atesora un seguimiento suficiente para convertirse en la primera fuerza distinta de populares y socialistas que representa a la comunidad en el Congreso. Si la candidatura a las generales se efectuara en conjunción con ERC, aumentaría la probabilidad aunque los pactos extravían votos por el camino. En fin, una alianza de todas las fuerzas a la izquierda del PSOE supone ahora mismo una garantía de diputado estatal muy difícil de revertir por los gigantes en precario.

El riesgo del desempate a favor de una fuerza minoritaria obliga a decidir qué partido asume un mayor riesgo de compartir su botín. De acuerdo con la intención de voto expresada por los encuestados de Balears, el PSOE se reserva una ligera ventaja que favorecería la conservación de su cuarto diputado. Sin embargo, la aplicación de las ecuaciones del CIS ofrecería probablemente una estimación favorable a los populares, que perderían uno de sus cinco escaños actuales a manos de la izquierda nacionalista.

Los sondeos están cada vez más desorientados, y han fracasado estrepitosamente en el pronóstico de las dos elecciones más recientes de envergadura, las autonómicas andaluzas y catalanas de 2012. Sin embargo, en el caso de Balears retratan a un elector que escruta posibilidades al margen de PP y PSOE, sin encontrar ninguna que se ajuste a su perfil.

La valoración del voto oculto a las dos fuerzas mayoritarias obligaría a una cruel comparación entre sus degradaciones respectivas. Sin embargo, Balears no describe un panorama homogéneo. En circunscripciones como Burgos, populares y socialistas siguen acumulando el 89 por ciento de sufragios. El lector tiene que elegir entre los datos crudos de la encuesta y el elevado grado de cocción que les administra el CIS.