Los médicos de los servicios de urgencias de los hospitales públicos de las islas están llevando bastante mal este verano en el que, como es habitual, los responsables políticos de la conselleria de Salud han decidido cerrar camas dentro de un plan estival de optimización de los recursos sanitarios.

Un recuento hecho en todos los servicios de urgencias de los hospitales públicos de Mallorca ha dado como resultado que no menos de 75 pacientes se hallaban a media mañana de ayer ubicados en estos departamentos pendientes de su ingreso hospitalario, una hospitalización que se demora por la falta de camas.

Así, mientras en Son Espases habría 36 pacientes pendientes de ingreso, en Son Llàtzer la cifra se reducía a 21, a unos quince en el hospital comarcal de Manacor y en torno a cinco enfermos sin cama en el centro sanitario de referencia de la comarca de es Raiguer, donde ayer era festivo.

El Servei de Salut contrarrestó estos datos asegurando que a las tres de la tarde había un total de 23 pacientes pendientes de ingreso en los servicios de urgencias hospitalarias de Mallorca. Una cifra que distribuyó de la siguiente manera: diez en Son Espases, 11 en Son Llàtzer, ninguno en Manacor y dos en el comarcal de Inca.

Sin embargo, los facultativos de Son Espases aseguraban que pasadas las doce del mediodía había treinta pacientes pendientes de ingreso hospitalario de los 34 enfermos que se encontraban en esos momentos en observación. De la misma manera, de los 20 pacientes ubicados en la zona de camillas, al menos seis de ellos aguardaban una cama en la que ser acomodados en planta.

"La situación está estable, pero seguimos llenos. El único momento en que esto se airea un poco es durante los fines de semana", expresaba su malestar un médico del servicio.

"Los enfermos llegan a boxes y aguardan en camillas la llegada de las pruebas que se les han realizado. No menos de seis de ellos aguardan en las camillas que quede una cama libre en planta", denunciaba otro facultativo, que admitía que todos los políticos, independientemente de su significación, han procedido a cerrar camas hospitalarias en verano. "El paciente que más tiempo lleva esperando cama la aguarda desde hace 47 horas, aunque la mayoría lleva aquí un día y medio aproximadamente", denunció.

"Y, digan lo que digan, en verano tenemos una mayor demanda. Como el verdadero problema sanitario de esta comunidad son las inaceptables listas de espera, ahora están operando más. Y como efecto indeseado de este aumento de la actividad quirúrgica es que se destinan menos camas a urgencias, con su consiguiente colapso ante cualquier aumento de la demanda", explicaba un médico del servicio. Desde el pasado día 15, el hospital de referencia cerró 139 camas aunque, días después, se vio obligado a reabrir 17 por el colapso en urgencias.

Más conciliador con los gestores de su hospital se mostraba Bernardí Comas, coordinador de urgencias de Son Llàtzer, quien aseguraba que después del mediodía de ayer había unos 21 pacientes pendientes de ingreso y que ninguno de ellos aguardaba su hospitalización desde hace más de 24 horas. "Estamos trabajando igual que siempre. Nos adaptamos a la presión asistencial. Y si ésta nos desborda, solicitamos más recursos, ya sean enfermeras o facultativos. Y normalmente la gerencia atiende nuestras demandas", defendía Comas.