La vida de Amin Sheik no ha sido hasta ahora un trago agradable, aunque apenas se diferencia de las penurias que pasan cada día millones de niños en India. Vivió tres años en las estaciones de tren de este país mendigando, lustrando zapatos, vendiendo fruta y robando si era necesario. Su vida cambió cuando, a los 8 años, la hermana Seraphine consiguió sacarle de la calle y le llevó a un orfanato regentado por jesuitas, que respondía al nombre de Snehasadan. Y allí recibió algo que desconocía todavía: cariño, amor y comprensión.

Ahora, recién pasada la treintena y después de tres años de duro trabajo invertidos en escribir un libro ­en el que relata su dura experiencia callejera -"el primero que he leído", confiesa-, Amin tiene un objetivo: devolver la bondad que ha recibido montando un café biblioteca en Bombay, en el que empleará a niños que han pasado por su experiencia. "Todo el dinero recaudado con el libro irá destinado a este café y mi objetivo pasa porque sea una realidad en diciembre de 2014 o en enero de 2015. Ya hay siete chicos y chicas preparándose para trabajar en él", revela ilusionado

El libro La vida es la vida, editado por el propio Amin en castellano y en inglés, también está disponible en francés y la ambición del autor pasa ahora por traducirlo al catalán, al portugués y al marati, primera lengua de cerca de 70 millones de habitantes en el noroeste de India. Desde ayer se puede adquirir por 15 euros en la librería Literanta (Palma) y hoy será presentado también en la capital por el director de cine Cesc Mulet a las 21 horas en el Café A Tres Bandas, en la plaza de Barcelona.

Pero su autor ruega a los interesados en adquirirlo que recurran al portal Amazon, donde te lo puedes descargar por nueve euros y medio, ya que la labor de reedición es ardua para este humilde editor de su propia obra. Y es que de los 2.000 ejemplares impresos en castellano apenas le quedan unos trescientos, mientras que de la tirada en inglés, de tres mil libros se han vendido ya casi 2.250 unidades. La versión francesa también ha tenido éxito ya que se han vendido 600 de los 800 ejemplares editados.

Pese a que asegura que en el libro ofrece una versión un tanto edulcorada de su experiencia en las estaciones de tren hindúes, en las páginas de La vida es la vida se pueden leer experiencias estremecedoras como las vividas por Amin, su amigo Feroze y su hermana Sabira a la que, al pernoctar en las estaciones, colocaban entre los dos y buscaban lugares bien iluminados para evitar que fuera violada durante la noche.

Amin escapó de los malos tratos de su padrastro a los cinco años y se buscó la vida como, asegura, millones de niños en India. Allí encontró a su amigo del alma, Feroze, y su hermana Sabira no tardó en seguir sus pasos. Hasta que los misioneros jesuitas les rescataron de la sordidez de la calle, algo de lo que Amin no se puede olvidar.

También recuerda con eterno agradecimiento al artista hindú Eustace Fernandes, "que primero fue mi jefe, más tarde mi amigo y, por último, mi padre", la persona que posibilitó su viaje a España para promocionar este proyecto.

Y es que Amin ha sacado sus enseñanzas de la calle: no tiene cuentas pendientes con los que le pegaron, abusaron de él o le explotaron laboralmente ­-"no les culpo, normalmente das lo que recibes", argüye-, y tiene bien claro que el problema de su país pasa porque la gente tiene hijos y más hijos de los que no se pueden hacer cargo. "Mi madre añora que le haga abuelo, pero yo le digo que no quiero caer en su mismo error. Si no puedes cuidar de ellos, no los tengas", aconseja ahora este joven redimido que también ha extraído otra enseñanza de sus peripecias: "Puedes cambiar lo que te rodea, no el mundo".