La confesión que ha realizado el exdiputado de Unió Mallorquina, Bartome Vicens, en el que reconoce que se sobornaron a varios políticos de su partido, entre ellos él, en la operación de Can Domenge, ha provocado que varios de los acusados se replanteen su estrategia de defensa. Expertos juristas señalan que será muy difícil desmontar esta confesión de Vicens, porque no solo reconoce que ha aceptado un soborno, sino que ha devuelto parte del dinero. "Es muy complicado que con este gesto el tribunal no le crea", señala una fuentes jurídica.

El inicio del juicio por la venta de Can Domenge está señalado el próximo día 5 de junio. La Sala la presidirá el juez Diego Gómez-Reino, que es además el ponente de la sentencia. Tras obtener esta contundente confesión, la fiscalía Anticorrupción ha dejado muy claro cual va a ser su estrategia. Se quieren lograr la condena de Munar y Nadal, pero sobre todo de la expresidenta de Unió Mallorquina, que está pendiente de que el Tribunal Supremo se pronuncie sobre un anterior juicio.

Aunque Munar era la presidenta del Consell cuando se fraguó el amaño de Can Domenge, siempre ha sostenido que no intervino en la negociación porque coincidió con un periodo en el que estaba de baja laboral. Atribuyó toda la iniciativa a su entonces delfín, Miquel Nadal. Vicens ha desmentido a la antigua líder de su partido. Afirmó, no solo que ideó toda la operación inmobiliaria, sino que a cambio se quedó con 600.000 euros y también administró otros dos millones que se dedicaron a financiar la campaña electoral de UM del año 2007, logrando el mejor resultado de toda su historia. UM se convirtió en un partido clave para decidir qué formación iba a gobernar Balears, a cambio de áreas de poder.

Está claro que Munar no tiene previsto admitir que aceptó un soborno, porque la llevaría directamente a una sentencia condenatoria. En principio, sostendrá que la confesión de Vicens solo se explica por los beneficios penitenciarios que le han prometido los fiscales, además de conseguir que su mujer no ingrese en prisión. Es decir, representará un papel de política traicionada por un colaborador que ha sido incapaz de soportar las presiones de los fiscales. Esta misma estrategia, aunque refiriéndose a Nadal, ya la utilizó en su primer juicio y no consiguió el resultado esperado. La situación de Nadal es muy diferente. No solo Vicens le acusa de manipular el concurso. Otros acusados ya reconocían las irregularidades y todos apuntaban hacia Nadal. El expresidente de UM no ha sido nunca un colaborador oficial de la fiscalía, pero en el anterior juicio su testimonio fue clave para condenar a Munar. Varios abogados están seguros que no tardará mucho en llamar a la puerta de la fiscalía para negociar un pacto.