La península se aleja de Mallorca. Y con ella se esfuman muchos euros. Millones. Son los de los turistas que dejan de venir, disuadidos por precios cada vez más elevados y por viajes tediosos de escala forzosa antes de alcanzar la isla desde la mayoría de aeropuertos españoles. Lo denunciaba esta misma semana, ante el presidente Bauzá, el líder de los hoteleros de la isla, Aurelio Vázquez, al que en las últimas semanas unían sus voces en la queja múltiples lectores de este diario, aunque por distintas razones: son residentes nacidos en otras comunidades que dicen llevar meses viendo cómo Mallorca se aisla. Hablan de conexiones directas pérdidas, de frecuencias desaparecidas, de competencia en caída libre y precios disparados a la estratosfera en plena crisis de salarios, paro y facturación empresarial.

Y razón no les falta, como ha podido comprobar en los últimos días DIARIO de MALLORCA. Para empezar las conexiones diarias directas se han desplomado en solo un año. El verano pasado había 22 enlaces directos, la mayoría diarios, con otras ciudades de la península y el archipiélago canario. Este año solo quedan 19, si se toman por ciertos los datos de AENA, empresa pública responsable de la gestión del aeropuerto de Mallorca, el más rentable de su red, pese a que en los servicios de comunicación aeroportuaria aseguran no saber ni cuántas frecuencias se han perdido, ni cuántas conexiones se han esfumado, ni mucho menos las razones de tal variación. Este diario ha podido averiguar lo que AENA no se molesta ni en mirar gracias a los datos que sí procesa el Govern y a información de las propias aerolíneas, que detallan que solo son diarios ocho de esos enlaces directos que convierten a Mallorca en parte articulada de España.

¿Muchos? No. Poquísimos. El retroceso es tal que hay que remontarse una década para ver una conectividad diaria más baja con la península. Que no con el resto de Europa: frente a las ocho rutas nacionales diarias que ofrece hoy el aeropuerto de Son Sant Joan, Palma está unida con 28 ciudades alemanas, al menos 28 de ellas con conexión diaria. De ahí las quejas de la industria turística, que recuerda que el auge del turismo alemán y británico, con años de récords de visitas y facturación, se están viendo lastrado por el hundimiento del turismo español, que el año pasado ya retrocedió un 14,5% y este verano va rumbo de hacerlo aún más: hay más paro, menos salarios, más crisis y precios cada vez más altos para llegar a Mallorca.

"Competencia ruinosa"

La clave del deterioro de la oferta está en la competencia. O en cómo una compañía de precios baratos, Ryanair, ha dinamitado la red de conexiones haciendo "competencia ruinosa", detalla Antonio Deudero, director general de Aeropuertos del Govern (su explicación está en la página 4 de esta edición). Las consecuencias saltan a la vista. Pueden verlas desglosadas en las tres páginas de esta información, en las que se observa cómo conexiones con Madrid, Vigo, Santiago, Asturias y varias capitales andaluzas llegan a duplicar e incluso a triplicar sus precios con respecto a hace un año.

Para comprobarlo DIARIO de MALLORCA lleva un año haciendo un seguimiento de las tarifas, haciendo dos operaciones distintas: una reserva de ida y vuelta para un vuelo con maletas el fin de semana más próximo al momento de comparación, y una compra de billetes para el último fin de semana de julio hecha con dos meses de antelación. Las conclusiones son sobre todo demoledoras para ese 48% de residentes mallorquines no nacidos en las islas. Especialmente castigados por la pérdida de competencia están los madrileños, castellanos, gallegos, asturianos y levantinos, que ven como un viaje urgente de fin de semana sale por un potosí y a veces obliga a escalas imposibles. Un ejemplo: para un valenciano o un alicantino, salir corriendo de vuelta a casa desde Mallorca por las razones urgentes que sea cuesta siempre más de 300 euros si se quieren llevar maletas (a los precios que aquí se ofrecen hay que aplicarles siempre después el descuento de residente). Peor lo tienen un asturianos, un aragonés o un castellano, condenados a hacer escalas largas a precios desorbitados si se quiere ir en fin de semana (caso de Asturias) o a volar a Madrid o Barcelona y buscar una conexión de AVE o bus a sus ciudades (caso de Aragón o Castilla).

También lo notan los residentes que proceden originalmente de la ciudad más poblada de todo el noroeste de España: Vigo. Hasta hace un año había vuelo directo. Ya no. Ahora toca hacer escala. El resultado es que un viaje de urgencia cuesta 320 euros y obliga a hacer escala, cuando antes salir por 170 y era directo. Y lo mismo con un vuelo planificado: 120 euros el último fin de semana de julio de 2012, 345 euros este año. Casi el triple. El encarecimiento de la conexión viguesa tiene que ver con la jugada de Ryanair en un aeropuerto muy cercano al de Vigo, el de Santiago, un caso que explica a la perfección la "competencia ruinosa" de la que habla el Govern: Ryanair entró a competir con Air Berlin, que tenía un vuelo directo, provocando una bajada de precios que causó que la compañía alemana abandonase la ruta, momento en el que Ryanair ha reducido sus frecuencias elevando sus precios. ¿Resultado? Menos ofertas, precios similares.

Madrid, cada vez más cara

Algo similar pasa en Madrid. La desaparición de Spanair y la renuncia a la ruta de Air Berlín tras la irrupción de Ryanair han tenido como consecuencia un encarecimiento de los precios. Hace solo unos meses salir zumbando a Madrid en un vuelo de viernes a domingo costaba 95 euros, que ahora son 259 (si es que se quiere llevar maleta y no tener que volver el domingo a las seis de la mañana). El deterioro de la oferta en la ruta madrileña se repite también con vuelos planificados de verano: el año pasado eran un 15% más baratos.

Lo contrario ocurre con Barcelona. La conexión catalana, cada vez con más peso como trampolín de enlace de Mallorca con el resto de España, ha aumentado su oferta. La consecuencia es que los vuelos directos con la capital catalana valen la mitad que hace un año. Y algo parecido ocurre con Málaga, otro de los destinos directos desde Palma que demuestran que la competencia, cuando es sana, funciona para el consumidor y para el turismo.