Un repaso al último Govern de Jaume Matas ofrece una visión desoladora. El president, está condenado y a la espera de más juicios que pueden dar con sus huesos en la cárcel. Josep Juan Cardona sigue sentado en el banquillo de los acusados y ha sido señalado por sus subordinados como el jefe de una trama corrupta. José María Rodríguez intenta pasar desapercibido pese a ocupar la presidencia del PP de Palma y sin haberse escabullido por completo del acoso judicial. Rosa Estarás ha emigrado a Bruselas. Jaume Font busca una nueva vida política en el PI después de ser lapidado por Bauzá. Fiol, Flaquer, Castillo, Puig... están fuera de la primera línea, no se sabe si con nostalgia de los tiempos pasados o con ganas de olvidar.

El último Govern de Jaume Matas es lo más parecido a un cementerio político que se puede encontrar en este país. Pero, ¿están todos en este camposanto de exlíderes de PP? ¡No! Queda una superviviente: Mabel Cabrer. Fue consellera de Obras Públicas entre 2003 y 2007 y ahora es flamante portavoz parlamentaria del PP. Los lunes adoctrina a la prensa y los martes fustiga a los diputados de la oposición.

Podría pensarse que la supervivencia de Cabrer obedece a una brillante gestión en los cargos que ha ocupado. La realidad desmonta esta hipótesis. En el siglo pasado participó activamente en la Operación Mapau desde la secretaría general técnica de la conselleria de Presidencia. Según Rosa Estarás, ella envió el currículum para que se contratara a Maria de la Pau Segura. Fue consejera de Bitel cuando "por error" se desviaban correos electrónicos de Quetglas a Matas. Como consellera de Obras Públicas en la segunda legislatura de Matas, impulsó el inútil metro de Palma y autorizó que no se ejecutaran las conexiones de evacuación de agua, lo que propició que Mallorca tuviera el primer metro acuático del mundo. Su brillante gestión en la construcción de autopistas hizo que la de Eivissa a Sant Antoni multiplicara por diez el coste previsto. Cabrer dicta doctrina sobre la necesidad de reducir Estado, pese a que siempre ha cobrado del Tesoro de forma directa, indirecta o parental.

Entonces, ¿por qué sigue en primera línea política cuando sus compañeros en el Consell de Govern han sido relegados? Probablemente se debe que es uno de esos políticos que nunca dan un paso atrás frente al adversario. No se calla ni aunque el agua de la evidencia la cubra por encima de su cabeza. Es como este hincha del Madrid que todos conocemos al que le echas en cara que el árbitro le perdonó un penalti contra el Mallorca y te replica recordando que del día del Chelsea-Barça el colegiado obvió cinco o seis en el área blaugrana. "Y tú más", es el lema de su escudo de armas.

Esta semana teníamos una buena oportunidad para sondear la capacidad de reflexión de Mabel Cabrer. Diario de Mallorca publicó que durante varios años el despacho privado que compatibiliza con la portavocía del Parlament ha facturado más de 40.000 euros anuales sin mediar concurso público a varios ayuntamientos gobernados por el PP. El alcalde de Binissalem, uno de los contratantes, y presidente de los populares mallorquines ha admitido que se trata de una irregularidad administrativa.

Cabía la posibilidad de meditar sobre la rigidez o no de los procedimientos. Podría plantearse hasta qué punto un parlamentario excelentemente pagado (70.000 euros) y con responsabilidades por encima de la mayoría de sus colegas debe tener este pluriempleo. Aun más, ¿es éticamente aceptable que una parte de sus ingresos extraparlamentarios procedan de ayuntamientos que están en manos de su mismo partido político? ¿Entiende un desempleado desesperado este direccionamiento de dinero público de procedencias variadas hacia el mismo bolsillo? Cabrer hubiese podido diseccionar todos estos aspectos de la noticia. No lo hizo. Prefirió lanzar exabruptos que no vamos a reproducir porque nada aportan al debate. Luego se sorprenderán de que los ciudadanos sientan desafección hacia la política y los políticos.