La solución a la estacionalidad del turismo se agazapa a la vuelta de la esquina. En menos de una década empezaremos a gozar de los ´frutos´ del cambio climático. El problema, irresoluble para la industria y los políticos, se evaporará con el calentamiento global. Adiós a los inviernos con hoteles y restaurantes cerrados.

La Eurorregión Pirineos Mediterráneo, en la que participa el Govern, ha sufragado un estudio titulado ´Evaluación de los efectos del cambio climático para la mejora de la competitividad y la eficiencia del sector turístico´. La Cámara de Comercio acogió ayer la presentación de este trabajo elaborado por el grupo de climatología de la Universidad de Barcelona y la Fundación Empresa y Clima (FEC).

Después de analizar seis millones y medio de datos, las conclusiones son inequívocas. Las temperaturas continuarán aumentado al mismo tiempo que decrecen las reservas de agua y se eleva el nivel del mar, explicó el catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona, Javier Martín Vide. Ante este panorama tan poco halagüeño, Martín Vide se aferró al consejo de la Organización Mundial del Turismo (OMT). Esta entidad recomienda adaptarse al efecto invernadero "para minimizar los riesgos y aprovechar las nuevas oportunidades".

La oportunidad para Balears reside en el termómetro. Al menos, esa es la principal lectura que se extrae del informe. En 2020, la temperatura media superior a los 15 grados se adelantará nueve días -hasta el 1 de abril- y se alargará una semana -hasta el 24 de noviembre-. En 2050 la estacionalidad casi se habrá borrado del mapa con la colaboración de las emisiones de CO2. Los días agradables con 15 grados de media empezarán a mediados de marzo y llegarán hasta la primera semana de diciembre.

Hasta aquí, nada que reprochar al cambio climático. El problema estriba en las subidas agresivas del mercurio. Es aquí donde se puede producir una estacionalidad a la inversa. Es decir, los turistas dejarán de venir en verano porque el calor de Mallorca será inaguantable. Las turbas de viajeros aterrizarán en primavera y otoño, con el fresquito.

Las temperaturas máximas superiores a 30 grados en 2020 se amplían desde el 17 de julio hasta el 30 de agosto. Treinta años más tarde, en 2050, los días con exceso de calor irrumpirán el 27 de junio y concluirán el 7 de septiembre. Y eso que los autores de este trabajo no han escogido las proyecciones más catastrofistas. "Hemos elegido un promedio prudente", razonó Martín Vide.

Para colmo, careceremos de agua suficiente para acabar con los sofocos, salvo que pongamos en marcha más plantas desalinizadoras que contribuyan a emponzoñar el medio ambiente. Para 2050, estos expertos vaticinan que no volveremos a ver nieve en las cumbres de la Serra de Tramuntana, y si lo hacemos, será de manera excepcional. Para las zonas escarpadas de Cataluña, Languedoc-Rousillon y Midi-Pyrénées, los autores proponen que reconviertan sus estaciones de esquí en estaciones de montaña.

Para esas fechas, el mar habrá barrido los arenales de Mallorca al elevarse el Mediterráneo entre los 10 y los 25 centímetros. La subida de las aguas de tres milímetros anuales como media se reduce a solo 2 milímetros en el Mediterráneo Occidental. La incógnita a resolver es si los turistas querrán esta Mallorca sofocante y sin playas.