"Esta será la primera generación que viva peor que sus padres". La sentencia se ha pronunciado demasiadas veces en cinco años de crisis. Incluso es posible que la haya usado el que firma este análisis. Pero no es cierta. La catarata de malos datos que solo empeoran desde 2007 lleva a creer que cualquier tiempo pasado mejor. Pero tampoco eso es cierto. Analizada la situación socioeconómica de las islas durante las tres últimas décadas, se observa con claridad que cinco años de crisis durísima están aún lejos de haber acabado con el avance vertiginoso de un lustro de ladrillo excesivo. El crecimiento fue desequilibrado, desbocado incluso, pero fue. Y mucho de lo andado queda. Sobran los ejemplos que ayudan a entender que, si se abre la perspectiva y se deja de mirar exclusivamente como punto de comparación al mejor año de la historia económica balear y española (2007), ni el presente es tan triste ni el futuro tan desesperanzador.

En Balears trabajan hoy, tanto en verano como en invierno, más personas de las que lo hacían en los años 2002, 2003, 2004, 2005 y 2006. Solo en 2007 y 2008, con el oxígeno excesivo de las últimas bocanadas de ambición que inflaron la burbuja inmobiliaria, las islas tuvieron más asalariados que hoy, cuando, a pesar de los pesares, con paro récord y colas en la puerta de cada comedor social, la economía mallorquina da trabajo a 100.000 personas más que a principios de siglo. Durante ese salto de doce años que han pasado a velocidad de trueno, los sueldos que la reforma laboral de Rajoy ha empezado a bajar no hicieron más que subir y subir: desde 2001 el poder adquisitivo de los mallorquines creció en veinte puntos, con sueldos hoy un 45% superiores de media a los que se cobraban a principios de milenio.

Y hay más. Nunca la isla acumuló tanto talento, ni hubo tantos titulados universitarios en cada hogar. Jamás las infraestructuras fueron mejores, ni se generaron tantas empresas de base tecnológica. Por primera vez en una década los baleares aumentan sus ahorros y reducen sus deudas. Nunca la esperanza de vida fue más optimista que hoy, ni se alcanzaron mejores cifras de transplantes o donaciones. Ni siquiera ha habido en la historia prestaciones sanitarias más avanzadas y pensiones mínimas y medias más elevadas. Jamás los servicios públicos estuvieron dotados hasta el punto de que gran parte de la ciudadanía los considera excesivamente dotados. Nunca llegaron más turistas que en los dos últimos veranos, ni se llenaron tanto los hoteles. En unas islas que hoy compran menos coches nuevos que en cualquier momento de la última década, es rara la familia que no tiene uno o dos vehículos, hecho exclusivo de privilegiados y oligarcas en tiempo de esos padres y abuelos con los que ahora nos comparamos con pesimismo autodestructivo.

La crisis que todo lo amenaza está haciendo estragos, sin duda. Ni el más ferviente gestor del PP balear lo negaría. Bastarían cuatro años más de destrucción de poder adquisitivo al ritmo del primer ejercicio de Rajoy (-4,3%, caída sin precedentes), para que la capacidad de consumo de los mallorquines regresará al siglo XX. Pero denle la vuelta: ni en cinco años de desastre económico, político y social las islas se han bajado del nivel de bienestar solo alcanzado en el siglo XXI. La crisis que no cesa está obligando a desandar lo andado. Y a marchas forzadas, pero los datos históricos demuestran que, ni en lo más oscuro de la recesión, con el paro en máximos y los gobernantes ahogando con impuestos y recortes, ni en ese escenario crudo y amenazante, Balears está tan mal.

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TRABAJO: En la peor crisis de empleo las islas dan trabajo a mucha más gente que antes de

la burbuja del ladrillo

Si vencer es resistir, Balears ha resistido con menos. Con muchísimos menos. Si se analiza la serie histórica, que arranca en 1982, las islas emplean hoy al doble de trabajadores que en aquel año, el del mundial de fútbol de Naranjito. Cierto es que desde el estallido de la burbuja el descenso es vertiginoso: la comunidad alcanzó su techo de empleo en julio de 2007, con 509.116 trabajadores, cifra que se desplomó este verano a su mínimo desde antes de la burbuja: 458.161. La crisis ha destruido 51.000 empleos en temporada alta, pero ojo, busquemos perspectiva: en las islas previas a la orgía inmobiliaria, allá por el año 2000, trabajaban 417.567 personas en temporada alta. Menos que hoy. Así fue hasta el 2005. Y en diciembre de 1995 cotizaban en el invierno balear 248.000 personas, 100.000 menos que hoy, en lo peor de la peor crisis. ¿Estamos entonces tan mal? No parece: a un período de crecimiento brutal le sigue un ajuste duro, que nos deja con más empleo del que había a principios de siglo.

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SOSTENIBILIDAD: Balears es una de las únicas tres comunidades con cotizantes suficientes para pagar sus propias pensiones

Aunque los datos de empleo comparados con los de hace una década apuntan a que la situación no es tan desastrosa, el número de puestos de trabajos, por sí solo, no indica nada concluyente. Hay otro factor a tener en cuenta: el número de habitantes, que ha evolucionado. Y mucho. Pero el crecimiento poblacional que alimenta las colas del paro tampoco justifica el pesimismo que todo lo invade. Observen los datos. En 1995 había 2,3 mallorquines por cada puesto de trabajo. Hoy hay 2,4 habitantes por cada empleo. Es decir, conseguirlo es un poco (muy poco) más difícil que en 1995. Cierto es que en 1995, Balears y España salían de otra crisis muy dura. Pero si comparamos con los años del principio y el final de la burbuja, aparece un dato revelador: cuando empezó la expansión del ladrillo en el año 2000 y cuando acabó en el 2007 había exactamente el mismo número de habitantes para cada empleo: 2,02. Es decir, la inmigración hizo que llegasen tantos trabajadores como empleos se crearon en los años de esa milagro económico que era en realidad un pelotazo colectivo.

Y tras el empacho llegó la digestión del ladrillo y del flujo demográfico. El gran reto es así encontrar una vía para crecer que no pase por la locura inmobiliaria. Para ello Balears tiene margen, como constata el hecho de que es una de las únicas tres comunidades con un mercado laboral lo suficientemente sólido como para mantener a sus pensionistas y estar ayudando a pagar las pensiones de otras catorce autonomías. Las islas están mejor de lo que se piensan si se comparan consigo mismas, pero pueden presumir de una salud económica envidiable para el resto del Estado, que no dispone del turismo para resistir.

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SALARIOS: Tras cinco años de ajuste, los salarios aún son un 45% más altos que en 2001

La reforma laboral de Rajoy ha provocado un vuelco histórico. Desde que en 2001 el Instituto Nacional de Estadística empezó a medir las medias salariales, en Balears nunca habían bajado los sueldos. Ni siquiera lo hicieron en lo peor de la crisis. Eso cambió este año, el primero en el que las nóminas se reducen en las islas. Aún así, el retroceso está lejísimos de devolvernos al pasado. Nunca el sueldo medio fue más alto que en 2011 y 2012, con bajada y todo. Hay un dato abrumador: desde 2001 el salario de los baleares ha crecido un 45%, 6.563 euros más al año. O dicho en cifras absolutas: de 14.581 euros en 2001 a 21.144 en 2012. En ese tiempo la vida también se ha encarecido, pero no tanto: mientras los sueldos han engordado un 45%, los precios han crecido un 23%. El bolsillo medio ha ganado veinte puntos de poder adquisitivo en este siglo. Tendría que producirse una bajada del 20% en los sueldos para volver a la situación del año 2000 (algo que al ritmo de pérdida de poder de compra del primer curso de Rajoy llevaría cinco años).

El salto salarial es factor clave en la compleja ecuación que conduce al final de la crisis. Un ejemplo: el sueldo medio en la menguante industria balear ha crecido un 59% entre 2001 y 2012, justo cuando más feroz es la competencia de países de mano de obra barata como los del sudeste asiático o los que acaban de entrar en la UE. Aunque la competitividad que se pierde por el lado de los salarios se gana por el lado de la fiscalidad de las empresas: según los datos de Eurostat (la agencia estadística de la UE), España es uno de los países con menor presión fiscal, aunque solo menor para las empresas, porque los asalariados hacen un esfuerzo fiscal un 22% superior al resto de los europeos.

¿Cómo se explica eso? Pues porque mientras los asalariados sufren cargas más duras que el resto de europeos sobre sus sueldos, las empresas no lo hacen, como denuncian los técnicos de Hacienda del sindicato Gestha, que hablan por ello de fraude fiscal. Y ponen un ejemplo con datos reales: los ingresos públicos se han desplomado un 20% en la crisis, cuando el PIB solo ha caído un 2%. Así que la sostenibilidad pública, que se enfoca solo por el lado de los recortes salariales y las subidas de impuestos a la clase media, quizá tenga en la lucha contra el fraude y en la equiparación fiscal con Europa de la grandes empresas sus armas más potentes.

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AHORRO: Los mallorquines tienen el doble guardado en los bancos que a principios de siglo, y más que en el año 2007

Uno de los ejemplos que mejor ilustran cómo las gafas de ver sólo de cerca y la falta de perspectiva nublan la vista atañe a los ahorros. Si solo miramos al 2007 y sus laureles, hablamos de fuga de capitales. Y los datos lo indican: desde 2008 los ahorros de los baleares han caído un 4,8%, de 19.148 millones a 18.218. Pero si echamos la vista más atrás la perspectiva cambia. ¡Y de qué manera! Los mallorquines tienen hoy el doble de dinero ahorrado que en el año 2000. Y eso son 10.000 millones más en reserva. Con una crisis de por medio durísima, los baleares guardan en los bancos 19.148 millones, frente a los 9.127 de principios de siglo. La burbuja inmobiliaria llenó tanto los bolsillos que ni siquiera su final violento ha acabado con ese colchón.

Miren si no otro dato que les va a sorprender, también del Banco de España: los mallorquines atesoran hoy más euros ahorrados que en 2007 (18.218 millones de hoy frente a 18.132 de entonces). Aquí tienen una de las grandes causas de la depresión en el consumo: hay miles de parados y familias al límite para las que la austeridad es forzosa, pero sobre quienes pueden gastar manda la cautela. Cierto es que, al tiempo que aumentaban los ahorros, se disparaban los créditos: los ciudadanos y empresas empezaron el año 2001 debiendo 15.665 millones y hoy acumulan créditos por valor 43.680. El triple. La burbuja hipotecaria hizo estragos y aún hoy debemos dos euros por cada uno que tenemos ahorrado.

Aunque el estrangulamiento bancario y el miedo a consumir están reduciendo ese desequilibrio: desde 2008 el endeudamiento de los mallorquines cae un 5,4%, y crece el ahorro. Dicho de otro modo: no es descabellado que una recuperación de la confianza relance el consumo y la economía. ¿Es posible recuperar la confianza sin crear empleo? Difícil, pero más lo era en 1982 o en 1993, en un país sin infraestructuras, con un mercado laboral carente de trabajadores de elevada cualificación, como los que ahora emigran o anegan el paro.

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COMERCIO. El factor multiplicador de la crisis es la desconfianza, que hunde el consumo a la mitad pese a haber ahorros

Una de las imágenes del 2012 acompaña a estas páginas. Pocos reflejos más palpables de que hay dinero guardado que esas colas a la entrada de Media Markt, minutos antes de su inauguración. Desde entonces la de Palma es la tienda que más factura en España. ¿Significa eso que se ha reactivado el consumo? Ni mucho menos. Los datos del conjunto del comercio dicen lo contrario: que el consumo está tocado. Por lo que es probable que las ventas de Media Markt salgan de la caja de los competidores.

Lo que sí indica la imagen es que hay dinero como para hacer cola para comprar artilugios de última generación. Así que toca abrir de nuevo el horizonte: ¿Está de verdad tan mal el comercio? Sí. Fatal. Ni abriendo el cielo se difuminan los nubarrones. Desde que en 2005 se mide el Índice de Comercio Minorista, uno de los grandes indicadores de consumo, nunca estuvo tan bajo. El IVA de Rajoy ha hecho puré las expectativas de venta y su reforma laboral ha dinamitado la confianza de quienes conservan el empleo y pueden comprar.

Basta observar que desde 2008 hasta hoy el consumo se ha hundido a la mitad (de un índice 124 se ha pasado al 62 actual). Es la losa que hay que levantar. Sin construcción se puede salir de la crisis, pero sin consumo es imposible. Y el comercio y las compras que lo alimentan sufren el peor de los males: desconfianza. Un ejemplo: con menos ahorros y el mismo empleo, en 2002 se vendieron 51.968 coches en Balears, el doble que los 23.978 de 2012. Aunque hay una luz entre tanta sombra comercial: desde que empezó la crisis, la exportación no deja de crecer en Balears. Y las empresas exportadoras se han duplicado, superando por primera vez las 2.000. El avance no contrarresta la caída interna (no somos Alemania), pero nunca antes se apostó tanto por exportar.

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TURISMO. Los dos mejores años han sido en plena crisis, cuando Balears facturó más de 10.000 millones por primera vez

Si de algo puede presumir la isla es de su negocio turístico, tan pujante en los dos últimos años que Mallorca ha recuperado su corona de reina del verano mediterráneo. De las islas son las mayores cadenas hoteleras españolas, el holding turístico más grande (Globalia) y algunas de las compañías que dominan el mercado mundial de reservas por internet. Todo ello corrobora que Mallorca ha sabido crecer con su turismo, tan competitivo que es capaz de sobreponerse a palos como la subida del IVA.

Esa mejoría también se ha reflejado en los salarios, que han crecido de media en el sector un 44% en doce años. A esa escalada de los costes laborales y fiscales y al aumento de la competencia en destinos cercanos se aferran los empresarios para explicar la escasa contratación que han generado los dos mejores años de la historia del turismo balear, 2011 y 2012. Aunque el argumento se antoja endeble: nunca la facturación del sector había superado en las islas los 10.000 millones, como en 2012, cuando el modelo de sol y playa que tantos ven pasado de moda creció en ingresos un 6%, un avance gigantesco en plena crisis. El salto se producía además por segundo año consecutivo, racha que hace que los dos mejores años se hayan producido en plena crisis.

¿Por qué no crece entonces el empleo ni avanza con fuerza el consumo en el comercio? Es la gran cuestión, máxime cuando no solo es que lleguen más viajeros, sino que además el turismo genera más euros. "Pero no los genera todos en las islas", explicaba hace unas semanas el economista Antoni Riera, que daba en el clavo: la tendencia imparable es a que el turista llegue con paquetes de viaje que incluyen gran parte de sus gastos y se pagan en su país de origen.

Así que de esos 10.000 millones, parte nunca toca la isla. ¿Cuántos entran en Balears? Una cifra nada desdeñable: el 65% del dinero, según la encuesta Frontur, se reparte entre hostelería, comercios, hoteles y ocio. Y eso son 6.500 millones, que explican en gran medida por qué Balears ha sido en el último año la comunidad que menos empleo ha destruido. Lo que no explican esos millones es por qué se ha destruido empleo con semejante éxito. ¿Desconfianza del empresario ante lo que pueda venir? Reinversión en paraísos turísticos del Caribe? ¿O deseo de aumentar beneficios a costa del empleo?

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EMPRENDEDORES. Sin empleo, autoempleo: nace del paro una nueva generación empresarial

Emprender o morir. La frustración de quien no encuentra empleo ha provocado un efecto improbable, vistas las trabas políticas y burocráticas: la eclosión de una nueva generación empresarial. Si no me abren la puerta, la tiro a patadas. Así se entiende que en plena crisis la cifra de autónomos de las islas (83.000) sea más elevada que en 2003, 2004 o 2006, por citar los años del pelotazo. Ni siquiera el hecho de que el Gobierno les haya subido hasta un 40% el IRPF, evita que cada semana 5.946 españoles cojan impulso para derribar la puerta del paro y hacerse empresarios. Esa efervescencia forzada se palpa en viveros empresariales como el Parc Bit, donde funciona a toda máquina la incubadora de innovadores. Que ese es el futuro, como sabe una isla, Mallorca, que en 2012 albergó la primera convención mundial de Microsoft fuera de EEUU y que exporta tecnología ligada al turismo a los principales destinos emergentes del planeta.

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BIENESTAR. Una sanidad más eficiente y barata que la alemana en el país con mayor esperanza de vida de Europa

Aunque se suceden los ataques contra los supuestos excesos del sistema de protección social español, la realidad es que España es el país de la UE-15 (el núcleo duro de la Unión) que menos porcentaje de su PIB destina a gasto social, como documenta un reciente informe del centro de estudios Cepremap, del Gobierno francés. El sistema sanitario español (dentro del que destaca por su calidad el balear) aparece también en el informe anual de la Organización Mundial de Salud (OMS) entre los seis más eficientes del mundo. Y no solo eso: ofrece estándares de calidad similares, cuando no mejores, a los de países como Alemania y Francia. Y gastando menos. Según la OMS, Alemania funde al año 4.723 euros por habitante en atender su sanidad, mientras España dedica 3.032. ¿Es pues "insostenible" el bienestar español, como reitera en cada discurso Aznar? Si cambiamos ideología por datos, rotundamente no. Y eso habla bien de un país que en la peor crisis de confianza puede presumir de ser el tercero con mayor esperanza de vida (82 años). Nuevamente hay que quitarse las gafas de ver solo de cerca para entender la capacidad de superación de esta sociedad: esos 82 años eran 77 hace una década. No solo vivimos mejor, vivimos más. Así que no, no estamos tan mal.