Pim pam. El viernes te cuelgo en la web el borrador del decreto de la lengua, y el sábado el del proyecto de ley para la convivencia escolar. Después de un primer año dedicándose a capear el temporal y sobrevivir, la semana pasada la conselleria de Educación dio a conocer sus primeros grandes proyectos. Así, en menos de 24 horas. Pim pam. Como quedaría un poco ridículo hacer una normativa sólo para quitar unos lazos, el conseller Rafael Bosch ha aprovechado y ha hecho un súper proyecto, que reparte derechos y deberes para alumnos, personal docente y no docente y familias.

Docentes en shock

Los profesores aún están en shock por la parte que les toca: por un lado, si tienen que ir a juicio por un conflicto en el aula (algo que no pasa nunca o casi nunca en Balears) tendrán presunción de veracidad; pero mientras estén en el colegio no podrán expresar opiniones personales. El artículo reza que será una falta grave que los profesores expresen "posiciones personales, familiares, corporativas, políticas, clientelares o cualquier otra" que vulneren la "imparcialidad, objetividad y neutralidad en el ejercicio de sus funciones". Y las sanciones para las faltas graves son el despido, el traslado o la suspensión temporal de empleo y sueldo. Lo transcribimos una vez más, porque hay gente a la que le parece una iniciativa tan exagerada que creen que los periodistas nos lo hemos inventado. La Conselleria ha asegurado, por boca de Gabriel Timoner, director del Institut per a la Convivència i l´Éxit Escolar, que el proyecto "en ningún caso afirma que el profesorado podrá ser despedido por expresar opiniones personales". Será que ´posiciones´ (la palabra usada en el proyecto) y ´opiniones´ no es lo mismo. O que tenemos borradores diferentes.

Ir desnudo para conservar el trabajo

Los profesores que han leído el mismo borrador que los medios de comunicación creen que la única opción para no expresar nada de nada será ir a clase desnudo. De verde no se puede ir, porque las camisetas de la Plataforma de l´Embut son de ese color (y ya hay más de 12.100 circulando por las islas). De negro, tampoco; porque es el color de las protestas de los funcionarios. El rojo y el amarillo tampoco valen por que pueden recordar a los peligrosísimos lacitos. Un montaje que circulaba esta semana por internet proponía llamar cada mañana a Raffaelo Bocci para preguntarle: ¿Qué me pongo? Lo que habría que preguntar al Bosch original o al director general de Planificación, Guillem Estarellas, es cómo se va a controlar que los profesores no tengan un desliz opinativo. Si tiene que hacerlo la mermada plantilla de inspectores (tocan a casi 50 centros por cabeza), apañados van. Docentes y asociaciones de padres creen que el redactado del texto se les ha ido un poco de las manos; como si intentaran matar mosquitos-lacitos a cañonazos. Los sindicatos apuntan que el proyecto, tal y como está escrito, atenta contra la libertad de cátedra, un derecho que recoge la Constitución en su artículo 20, algo que niega Timoner. El Consell Consultiu nos alumbrará en su momento si existe conflicto legal, que para eso está. En su defensa del proyecto de ley, Timoner utiliza el argumento de que el Estatuto Básico del Empleado Público y la ley de Función Pública ya recogen el deber de los trabajadores públicos de "servir con objetividad" y "ejercer con imparcialidad sus funciones . La pregunta entonces es: si ya está recogido en otras normativas, ¿hacía falta matizarlo y ampliar este deber en el caso de los profesores?

Llega el famoso congreso de los 159.000 euros

Y así, entre protestas por los recortes y cuando ya sabemos que Educación contará con 24 millones menos de presupuesto (un 3%), se acerca la celebración del congreso de los 159.000 euros: Una educación abierta al mundo, que tendrá lugar los días 22, 23 y 24 y contará con cuatro ponentes, incluyendo a Asha Miró, ´la hija del Ganges´. ¿Por qué gastar tanto dinero en un congreso cuando hay ´coles´ con problemas para comprar ´bolis´? Según Educación, si no se perdería porque fue presupuestado por el Pacte para este fin. Al menos uno de los días los asistentes se irán con el estómago lleno porque el programa incluye una finger-food (una picada, vamos).