El fuerte aumento del desempleo y la ausencia de expectativas laborales está provocando el que muchas personas se vean condenadas a buscar los recursos necesarios para su subsistencia en actividades que no ejercerían en otra coyuntura más favorable. Una de ellas es la prostitución. El deterioro de la economía balear se evidencia en un dato: el número de individuos, mayoritariamente mujeres, que se dedican a esta profesión se ha incrementado en la isla a lo largo del último año en torno a un 15%, según las estimaciones de Médicos del Mundo, que cuenta con el servicio de atención a este colectivo más importante de Mallorca. Pero a este crecimiento hay que sumar otro factor que se considera igualmente importante, si no más: las condiciones de trabajo de las prostitutas se han deteriorado enormemente, al verse obligadas a rebajar sustancialmente sus tarifas y a multiplicar las horas que diariamente se ven obligadas a dedicar a este trabajo. En definitiva, la mala coyuntura económica no solo ha hecho que sean más, sino también muchísimo más vulnerables.

En materia de cantidad, las personas dedicadas a la prostitución que han sido atendidas por los servicios de Médicos del Mundo durante el primer semestre de este año se han incrementado un 20% respecto al mismo periodo del pasado año, lo que lleva a estimar que el número total de las personas dedicadas a esta profesión se ha elevado en una tasa aproximada del 15%. Un dato a tener en cuenta es que en muchos casos se trata de mujeres que ya habían ejercicio este trabajo anteriormente pero que lograron abandonarlo tras encontrar un empleo normalizado, en muchos casos vinculado a servicios de limpieza o atención a personas mayores. Pero la crisis ha provocado la pérdida de esos ingresos y el regreso al lenocinio.

Pero hay un factor que se subraya muy especialmente desde Médicos del Mundo, Cruz Roja y el Casal Petit (este último gestionado por las hermanas Oblatas): la caída de la clientela, derivada de la precaria situación económica en que han quedado muchas personas, ya sea a causa del paro o del descenso en sus retribuciones, está obligando a aplicar un sustancial recorte de las tarifas. Tanto, que en algunas zonas habituales en las que trabaja este colectivo no especialmente degradadas se puede cobrar ya por un "completo" unos 30 euros, según se señala desde estas organizaciones, aunque al mismo tiempo pueda haber otras profesionales que perciban 60 o incluso 120 euros por ese mismo servicio.

Esta bajada en los precios está obligando también a aumentar el número de horas que se dedican a este trabajo. "Si antes una de estas chicas dedicaba cinco o seis horas diarias a la prostitución, ahora puede hacer diez o doce", se señala tanto desde Cruz Roja como desde Médicos del Mundo. El objetivo no es otro que el de cumplir con las exigencias de su proxeneta, que reclama una cantidad mínima por jornada, o simplemente el de cubrir sus necesidades económicas. Sobre este último punto, se subraya que en muchos casos se trata de mujeres inmigrantes con responsabilidades familiares en sus países de origen que se ven obligadas a remitir periódicamente dinero para la manutención de sus hijos, padres o hermanos.

Estos cambios multiplican su vulnerabilidad: a más servicios al día, más riesgo de tener algún encuentro no deseado y mayor exposición a posibles enfermedades. Y las estimaciones no son positivas, con una previsión de que este problema se intensificará aún más durante este invierno.