Quizás las religiones hayan sido inspiradas por Dios. Sin embargo, su más que perfectible aplicación es obra de los humanos. Por esgrimir ejemplos del cristianismo, solo a causa de la nefasta injerencia del hombre en los designios divinos se explica que el mensaje de Jesús de Nazaret haya generado engendros como las cruzadas o la Inquisición. La práctica del Islam también se ha doblegado a los designios de las elites sociales dominantes. Algunas monarquías se proclaman descendientes del Profeta para reforzar su poder con un aura divina, como antaño hicieron los reyes occidentales y aún mantiene la corona británica. Algunos hombres musulmanes se revisten del Corán para someter a la mujer. Algo también conocido por estos lares, solo que con la Biblia en la mano.

Como la aplicación de la ley divina por parte de los hombres ha creado monstruos que la razón no puede comprender, las democracias consideran que lo más razonable es que los imperfectos humanos apliquen sus propios códigos. Al menos sabemos quién los aprobó, a partir de qué principios y con qué objetivos.

Esta es la cuestión que se dirime a pequeña escala en el conflicto entre las controladoras de la ORA y algunos de los fieles que participan en los rezos de la mezquita ubicada en las inmediaciones de Pere Garau. Recordemos los hechos. La mujeres, solo ellas, que vigilaban el cumplimiento de la ordenanza han sido trasladas a otros lugares de Palma y sustituidas por varones. Las razones esgrimidas son que los musulmanes "no reconocían la potestad para sancionarles", las obligaban a bajar de la acera cuando había hombres apostados y en algunos casos fueron insultadas. En definitiva, las apartaron por dos razones: porque unos residentes en España y, en consecuencia sometidos a las leyes españolas, no reconocen la autoridad de las controladoras y porque estos mismos residentes no admiten la vigencia del articulo 14 de la Constitución: "Los españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social".

Hasta aquí nada que no ocurra cada día. Todas las leyes, incluida la Carta Magna, son vulneradas continuamente. Para defenderlas existen las Administraciones y los tribunales. Lo sorprendente en este caso es la renuncia del Ayuntamiento a mantener los principios de autoridad y legalidad. Cort acepta que se margine a unas mujeres que actúan en su nombre. Ha permitido que la versión más integrista del islam se imponga a su jurisdicción sobre una parte de la ciudad.

La religión musulmana, como la cristiana, dista mucho de la uniformidad. Suníes, chiítas, wahabitas... ofrecen distintas interpretaciones del libro sagrado y de la tradición. En el islam tradicionalista la mujer es tratada como el sexo débil (zaifah). "Según esta perspectiva, la mujer es emocional, irracional, impredecible, irresponsable, incapaz de tomar decisiones y afrontar riesgos e indigna de confianza", en palabras de Hamid R. Kusha, profesor de la Universidad Internacional de Texas. Esta visión contrasta con la del islam primigenio, que se practicaba en tiempos de Mahoma, cuando "mejoró en general la condición de la mujer al darle un amplio rango de derechos sociales, económicos, políticos y legales". También choca con una visión moderna de la religión, que lucha "por una deconstrucción del monopolio del saber religioso, tradicionalmente asignado como un privilegio exclusivo de hombres musulmanes y que a través de la historia de esta civilización, ha marginado la aportación de las mujeres y su contribución a la historia de esta misma civilización", según la médico y escritora Asma Lamrabet.

La empresa Dornier y el Ayuntamiento de Palma, con la sorprendente aquiescencia del sindicato Comisiones Obreras, han dado alas a quienes defienden una corriente del islam que concede a la mujer un papel secundario y sometido al hombre. En el Ayuntamiento de Palma creen que se han quitado un problema de encima... y se han quedado tan anchos.