­El profesor Conrad Vilanou manifiesta que está en contra de los recortes en Educación que va a llevar a cabo el Gobierno central. Aunque reconoce que la situación financiera actual no es buena, muestra su desacuerdo en recortar el futuro de los alumnos. El catedrático de Historia de la Educación de la Universidad de Barcelona ofreció anoche una conferencia en el Club Diario de Mallorca que llevaba por título Pensant l´educació.

—¿Qué opinión le merece los recortes que va a llevar a cabo en Educación el Gobierno central?

—De entrada he de manifestar que estoy en contra de los recortes en educación. Hay que reconocer que, si analizamos nuestro sistema financiero, vemos que la situación no es buena. Sabemos que la Educación supone una inversión importante, pero una cosa es un ajuste presupuestario y otra muy diferente es recortar en el futuro de los alumnos.

—¿Qué piensa acerca de que se quiera aumentar el número de alumnos por clase?

—No me parecería mal, siempre que este aumento no vaya en contra de la calidad del sistema educativo. Pero creo que sería algo imposible debido a la masificación a que han sido sometidos muchos centros. Todo depende de cada lugar y de las necesidades que tenga cada uno de los centros. Por ejemplo, no son las mismas las necesidades en una escuela rural, en la que puede llegar a haber nueve niños por clase y la población está más asentada, que las de una escuela de la ciudad, donde la población es más diversa y asisten a clase alumnos de procedencia distinta y de lenguas diferentes.

—¿Los profesores van menos motivados al trabajo a causa de las bajadas de sueldos?

—Lo cierto es que los profesores están soportando mucha tensión, pues las necesidades actuales del sistema educativo hacen que la escuela se colapse. Actualmente tienen muchas responsabilidades además de la de enseñar y, en muchos casos, se encuentran colapsados y estresados al mismo tiempo.

—¿Puede esto repercutir en los alumnos?

—Puede repercutir en los alumnos y puede no hacerlo. Cuando el profesor desempeña su profesión con vocación, este colapso no repercute en los alumnos. Pero es cierto que los alicientes económicos hacen que esta vocación aumente.

—¿De qué forma puede repercutir el hecho de que se aumenten las horas lectivas para los profesores de secundaria?

—Puede repercutir de tal manera que genere una falta de compromiso. No ya de compromiso en cuanto a la manera de enseñar, sino a la de los propios profesores a la hora de formarse.

—Sobre el debate de poner o no deberes fuera del horario lectivo, ¿cuál es su opinión al respecto?

—Yo personalmente estoy a favor. Lo que creo que falla son los términos empleados. Creo que habría que modificar la palabra deberes por otros términos, como pueden ser tareas, ejercicios para ampliación de estudios, etcétera. Un cambio en las palabras no hará las cosas más fáciles, pero ayudará a hacerlas más llevaderas. También creo que hace falta un mayor compromiso por parte de los padres, mediante el diálogo y la responsabilidad.

—¿Qué iniciativas cree que sería necesario tomar para disminuir el fracaso y/o abandono escolar?

—El sistema educativo actual está lastrado por un sistema instructivista e intelectualista. Es un sistema que ha llevado al desprestigio de la formación profesional. Por tanto, si se condujera a los alumnos hacia una formación profesional con futuro, orientada, por ejemplo, para aquellos que quieran incorporarse con anterioridad al mundo laboral, creo que el abandono escolar bajaría.

—¿Realmente cree que todos los alumnos reciben una atención acorde a sus necesidades?

—Siempre dependerá de los profesionales y de las necesidades de cada centro. Lo cierto es que los alumnos están mejor atendidos que hace treinta años. Actualmente, hay una gran batería de posibilidades al alcance de los alumnos y de los maestros para llegar a los niveles de atención adecuados. La sociedad tiene la posibilidad de dedicar recursos para ello, aunque a veces son insuficientes.

—¿Qué debe hacerse para garantizar la igualdad de alumnos con necesidades especiales, como los discapacitados, con el resto de sus compañeros?

—Últimamente se está optando por un modelo integrador, con grandes ventajas humanas y sociales. Creo que se ha de permitir a estos alumnos estudiar en un ambiente integrador y que puedan compartir buenas experiencias con compañeros sin ningún tipo de necesidad especial y, por consiguiente, que el resto de compañeros pueda compartir experiencias con estos alumnos.

—¿Qué piensa sobre la importancia de los idiomas en la enseñanza?

—Creo que actualmente son claves. Antes no lo eran, pero la situación ha cambiado mucho y los idiomas se hacen cada día más importantes.

—¿Qué utilidad ve a las asignaturas de Latín y Griego en los colegios?

—Es necesario aprenderlas para no perder la memoria de las lenguas tradicionales. El hecho de que se le haya quitado tanta importancia forma parte del desastre de esta cultura actual que olvida el pasado, vive el presente y mira hacia el futuro. Creo que no puede perderse ni la memoria tradicional, ni los referentes culturales, ni nuestros valores.

—¿Qué puede decir sobre el sistema educativo español en relación con otros países? ¿Cree que hay algún aspecto en el que se debería mejorar?

—Creo que no es un mal sistema. Lo que ocurre es que está colapsado por razones evidentes, como puede ser, entre otras, la actual situación de crisis económica. El fallo que le veo hoy por hoy al sistema es una pérdida de la capacidad de lectoescritura, por el paso de las generaciones actuales de los alfabetos clásicos a otros nuevos, de otras dimensiones.