La afirmación de que Mari Carmen Ferragut es la personificación del querer es poder ha quedado comprobada. Hace dos semanas, movió cielo y tierra para conseguir que el banco le concediera una prórroga de cuatro meses antes de entregar las llaves de su casa que se iba a subasta. El desahucio previsto para el 10 de febrero se paró tras enviar una carta muy emotiva al juez reclamando clemencia y que retrasara el desahucio para que sus cuatro nietos pudieran terminar el colegio. Primer objetivo cumplido.

El segundo reto era encontrar una casa en alquiler por 200 euros antes del 1 de julio. "Solo puedo pagar 200 euros porque cobro 426 pero si yo digo que pago, pago", aseguraba. "Mi palabra va a misa. No busco un palacio, busco un techo", añadía. Este objetivo se ha cumplido once días después de aparecer en los medios de comunicación denunciando que se había recorrido todas las instituciones con una única respuesta "no podemos hacer nada". Pero tras el revuelo mediático de esta luchadora nata que pedía a los cuatro vientos un alquiler social, ha resultado que la Administración sí podía hacer algo.

El mismo lunes después de aparecer en las portadas de los diarios, recibió una llamada. "¡Era el director del Ibavi!", exclama. "Me convocaba para una entrevista porque me había visto en los periódicos y me dijo que me iba a conseguir una casa", recuerda con la emoción y la felicidad reflejada en su cara. Visitó cuatro pisos, al final se quedó con uno ubicado en la plaza Cosme Adrover en Palma. "Vine a ver la casa por la mañana y cuando entré me quedé alucinada por la luz que tiene. Me encanta la luz, la necesito", relata.

Así que el pasado martes, estampaba su firma en el contrato con el Ibavi. El día en que recibió la llamada de su nueva casa, admite, que no paró de llorar en todo el día. "Lloraba de alegría porque era una emoción muy fuerte", destaca. Cuenta como su familia le ofrecía dinero para ayudarla pero lo rechazaba de lleno. "No quiero caridad. Rechazaba el dinero de mis familiares porque no quiero estar pendiente del dinero de los demás ya que algún día les puede hacer falta a ellos", detalla. "Si me dan dinero, me ofenden", remarca. Por ejemplo, "mis vecinas ya lo saben y me ayudan en ropa y comida, lo que agradezco".

Agradecida por dar difusión a su caso, ayer nos invitó a visitar su casa. Haciendo un gesto de victoria con los dedos, abre la puerta de su nueva vivienda. Es un duplex, "al revés", explica entre risas ya que las habitaciones están en el primer piso y el salón y la cocina en el segundo. "La cocina la voy a estrenar, los fogones aún están con el precinto", exclama. Aún no tiene controlado el barrio, pero sabe que se irá adaptando. De hecho, ayer ya intercambió algunas palabras con sus futuras vecinas.

El piso cuenta con cuatro habitaciones, un baño, un salón comedor, una cocina nueva a estrenar, una coladuría y una terraza. "Necesito la terraza porque mis niños deben tener sitio para jugar", remarca. En estos 200 euros, le entra el alquiler, el mantenimiento exterior y una plaza de parking. "El agua y el gas, los pago yo", puntualiza.

Tercer reto: dar vida a la casa

Ahora su próximo reto es dar "un poco de vidilla a la casa". "Quiero pintar las habitaciones de los niños así como ellos quieran", explica. La pequeña María Isabel de dos años la quiere rosa con princesas, añade entre risas. También tendrá que adaptar las cortinas a las nuevas ventanas y poner una baranda en la terraza porque tiene cuatro nietos de entre uno y cinco años. Asimismo tendrá que ir trayendo los muebles de la antigua casa que, debido al desahucio que al final se aplazó, tiene repartidos en cuatro viviendas diferentes. "Los muebles que no me pueda quedar, los venderé", avanza.

Así las cosas, el desahucio de Mari Carmen Ferragut y su búsqueda de una casa en alquiler por 200 euros termina con final feliz. El día del desahucio aplazado sus allegados le decían "lo vas a conseguir"; "lo sé", respondía ella con voz firme y segura, tenía su espíritu de luchadora a su favor. Tenía cuatro meses y lo ha logrado en tan solo once días. A partir del 1 de marzo, esta mujer de 54 años podrá empezar a adecentar la nueva vivienda para ella, su hija de 27 años con un retraso madurativo y sus cuatro nietos. "Sé lo que quiero y lo que me corresponde", decía. Ya lo tiene.