El jefe de Urgencias del Hospital de Manacor, Pere Serra, ha presentado esta mañana su dimisión ante el gerente del centro después de que ayer se anunciara que este servicio perdería, a partir del 1 de febrero, a cinco médicos por los recortes, una reestructuración de plantilla del servicio que se enmarca dentro de las actuaciones del plan de control del déficit de la Comunidad Autónoma y que, según la conselleria de Salut, supondrá un ahorro de 1,6 millones de euros al año. Serra, asegura que, en estas circunstancias, no puede participar "por coherencia profesional en este nuevo modelo de gestión ni responsabilizarme en estas condiciones de una correcta atención urgente hospitalaria".

En su carta de dimisión, Serra critica a la dirección del hospital a la que tacha de "correa de transmisión" del Ib-Salut, organismo al que acusa de estar "centrado en el ahorro a toda costa sin tener en cuenta el principio básico de que los servicios sanitarios deben estar centrados en el paciente".

En esta línea, recuerda el Hospital de Manacor es el único de la isla que lleva catorce años funcionando durante 12 horas diarias como Punto de Atención Continuado (PAC) al paciente, "lo que significa haber ahorrado, como mínimo, durante este tiempo el sueldo de cinco médicos, cinco enfermeras y tres celadores".

Finalmente, advierte de que en un momento en el que aumentan las listas de espera , "desestructurar la auténtica válvula de la seguridad del sistema sanitario puede originar serios problemas en la correcta atención del paciente".

Protestas de los trabajadores

Paralelamente, trabajadores del hospital de Manacor han protagonizado una sonora protesta contra los recortes. Bajo el lema "El Ib Salut se hunde", decenas de profesionales sanitarios han mostrado su rechazo a las medidas adoptadas por la Conselleria de Salut ya que consideran que pondrán en riesgo todos los avances conseguidos en la atención de urgencias a lo largo de 15 años de trabajo.

El momento más tenso se ha vivido a las puertas del despacho del gerente del centro, donde los trabajadores han mostrado su indignación con una cacerolada y gritos de repulsa contra los recortes.