El humo de las chimeneas de los cruceros y grandes buques desaparecerá pronto del puerto. Cuando atraquen, los barcos apagarán sus motores y recibirán suministro eléctrico desde tierra para cumplir una recomendación de la Unión Europea dirigida a reducir las emisiones contaminantes. Las compañías energéticas, atentas a las intenciones de Bruselas, toman posiciones y ya se han entrevistado con los responsables de la Autoridad Portuaria de Balears (APB) para ofrecer sus servicios.

Las bocanadas de los barcos están a punto de ingresar en el álbum donde se guardan los recuerdos. Varias ensenadas del continente, como las de Venecia, La Spezia y Civitavecchia en Italia, se están adaptando a las exigencias europeas. Barcelona ha firmado un acuerdo con dos eléctricas para el desarrollo de un ´puerto verde´. En el caso de Palma, las compañías suministradoras han puesto sobre la mesa de la APB varias opciones, como la instalación de grupos electrógenos alimentados con gas o una subestación que capta energía de la red general.

Más del 90% del intercambio global de mercancías se transporta por el mar. Aunque buques y aviones contribuyen en una proporción similar a las emisiones de CO2, la combustión del diésel del barco provoca otros inconvenientes extra: el dióxido de azufre y los óxidos nitrosos perjudican el medio ambiente y la salud. Globalmente, la contaminación naval se está incrementando entre un 3 y un 4% anualmente y se calcula que, debido al aumento del comercio, podrían representar un cuarto de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero en 2050.

Sin ruidos

Para paliar este proceso, la Unión Europea propone apagar los motores y enchufarse a la red. Además de los beneficios medioambientales, la medida implica ventajas para el viajero porque la conexión eléctrica elimina las vibraciones y los ruidos de los generadores de abordo.

Fuentes del sector energético aseguran que un crucero fondeado tiene unos consumos de entre cuatro y cinco megavatios, la energía que produce una planta fotovoltaica de doce hectáreas. En los días punta, los muelles palmesanos abrigan hasta media docena de cruceros en tránsito hacia otras dársenas del Mediterráneo, al margen de las embarcaciones de mercancías.