La familia Barceló tomó las riendas de las centenarias Bodegas Suau hace más de 20 años. Margalida y Juana Ana, hijas de Damián Barceló, capitanean hoy el negocio. Este año han lanzado su ginebra para acercarse al público más joven. Mientras, su brandy, el producto estrella, sigue reposando en las entrañas de su emblemático edificio. Juana Ana, médica de carrera, es quien hace las mezclas personalmente, una suerte de alquimia que hace las delicias de los fieles a esta bebida. Admite que está “asustada” con lo mal que pinta la situación actual.

—¿Cómo capea la crisis Bodegas Suau?

—Yo estoy asustada. Ayer [por el jueves] pregunté el precio del alcohol vínico que usamos y ha subido un 80% desde febrero. No hay y la gente no se atreve a comprarlo. Dicen que en parte es porque este año la vendimia ha sido mala, que es cierto, pero aparte también es porque les han quitada las subvenciones.

— ¿Hablamos de empresas de aquí?

—Sí, esta gente está sin subvenciones y dicen que están pensando en comprar la vid en Portugal y en Francia porque aquí es un horror. Estoy asustada porque para nuestro brandy utilizamos un aguardiente vínico muy bueno y no hay. Hemos llamado a diez o doce casas, también de la península. Hay una de Castilla que lo vende absolutamente todo a Jerez. Es un desastre, hemos buscado por todo. El precio del vino y de todo va a subir muchísimo. Hablamos de una subida del 80%. Te planteas a cuánto tienes que vender tú si quieres sacar beneficio. Es una cosa absurda.

— ¿Las ventas también han caído?

—Sí, están flojas. Hablamos de una empresa histórica y nos gustaría potenciar las visitas, el lado más turístico, pero es muy difícil entrar en el circuito. Y este sitio es ideal. ¿Ayudas? Mínimas. ¿Inspecciones? Todas. De todo: aduanas, turismo, agricultura... En vez de darnos una mano, sólo nos ponen obstáculos. Tener gente aquí, excursiones no demasiado grandes, para hacer catas, ver las instalaciones, hacer fiestas... Eso sería un impulso muy fuerte para nosotros. Lo hemos intentando con los guías, con los cruceristas y no hay modo de meterse en el circuito. Hay extranjeros que llegan por su cuenta que lo han encontrado en un mapa y quedan impactados. Esto es una gran historia.

— ¿Con el cambio de Govern crees que recibiréis más respaldo institucional?

— No, porque hace falta dinero y tienen que encontrarlo como sea. Por más que lo digan de palabra si no tienen dinero no harán nada. Estamos intentando mantener el tipo y no es nada fácil. Nos está costando mucho.

— Este verano Suau se ha lanzado a un nuevo mercado, el de la ginebra, comercializando Gin Suau. En tiempos de crisis, ¿innovar o morir?

—Sí, innovamos, pero morir... esta empresa no puede morir, aquí abajo tenemos 350.000 litros de un brandy vivo y ése es nuestro gran tesoro, nuestro capital. Está vivo, tenemos desde brandy joven hasta viejo y ése es nuestro valor.

— ¿El brandy es la estrella de la casa?

—Sí, pero también tenemos las hierbas, que ahora hacemos poco, y también el gin, que ahora se hace fuera. Hace 50 años hacíamos el gin aquí, pero ahora lo hacemos fuera. Hemos rescatado todas nuestras fórmulas magistrales de hace más de medio siglo. Esto [muestra los documentos amarillentos con las fórmulas] es una maravilla, se hizo el 28 de abril de 1943. Y aquí está el Gin Suau. Antes tenía dos destilaciones, y ahora lo hacemos con cuatro, ahora es más fino, es mejor. Es premium.

— ¿El gin tonic y la cultura del cóctel está volviendo a estar de moda?

—Sí, un poco por eso nos atrevimos a lanzar el gin. Y también porque queríamos conectar más con la gente joven, porque el brandy lo toma más gente ya con cierta edad, con cierto estatus, cierta calma. El gin tonic es más de gente joven. Y Suau es una empresa antigua y nuestra, muy mallorquina y queríamos que la gente joven entrase también en Suau, que conociese algo suyo.

— ¿Están planteándose lanzarse a otros destilados o cócteles? ¿Volver al ron que destilaban en los remotos inicios de la empresa allá en Cuba?

—Bueno, hemos estado mirando el vodka, que está volviendo también, pero ahora mismo no nos lo podemos plantear, la cosa está mal, mal de verdad.

— ¿Suau vende mucho al público extranjero?

­—No, no demasiado. Vendemos a algunos extranjeros que viven aquí, que les encanta el brandy. Pero nuestro principal mercado siguen siendo los mallorquines, es gente fiel. El que toma Suau siempre toma Suau, no se va ni a un Torres ni a un Mendoza. El que toma Suau siempre tomará Suau.

— ¿No envían muchos pedidos al exterior?

—No, no mucho. Algunos alemanes que están en el Club nos piden que les enviémos botellas de su bota, pero les sale más caro el trayecto que la botella. Nos gustaría intentar abrirnos al mercado ruso, estoy segura de que les encantaría este tipo de productos.

— Un anuncio de los 70 decía que Osborne es ‘cosa de hombres’, ¿el brandy Suau también es cosa de hombres o tienen clientela femenina?

­— Mucha. Hay muchas clientas. Eso es un falso mito. Las mujeres consumen. También pasa con el gin. Las botellas nuevas de otras marcas si te fijas son súper femeninas, todas, porque quieren quitar esta imagen de que tomar alcohol es cosa del hombre. Pero estos mitos son falsos. Incluso en el Club de Amigos de Suau hay muchas socias. El otro día vino una clienta que quería comparar el brandy de su bota con el de otra. Fuimos a hacer una cata y pusimos dos vasos, uno de su bota y otro de otra, y, óyeme, cogió una copa y ¡clac!, cogió la otra y ¡clac!, se las bebió casi de golpe, nos quedamos impactadas.

— Al Club le llaman también ‘Los Amigos de Suau’, ¿cuántos amigos tienen ahora Bodegas Suau?

—Tenemos 449 barricas de 32 litros, y hay barricas que pertenecen a varios así que tenemos más amigos en realidad. Hay grupos de amigos jóvenes que la comparten, también hay bares... Extraen ocho botellas al año, no más porque si no pierden la madre. Extraen entre un 7 y un10% al año, y enseguida se vuelve a rellenar su bota. Tenemos 449 y en 450 nos pararemos, la barrica 450 se subastará y se donará a una ONG.

— El brandy se toma su tiempo.

—Sí. Hacer brandy en realidad es muy fácil. Sólo hace falta alcohol bueno y sabores buenos. Eso no cuesta. Lo que cuesta es el tiempo. Hace falta mucho tiempo y eso no hay precio que lo pague. El tiempo no vale nada porque lo vale todo. Si viene un ruso o un árabe que quiere intentar hacer esto y es posible, puede hacerse unas cavas fantásticas, pero para hacer este tipo de brandy tiene que esperar 20 o 25 años, ¿y quién tiene el tiempo hoy en día para esperar tanto tiempo?

— Estamos en la sociedad de la inmediatez, de ‘lo quiero ya’, ¿Suau nada a contracorriente?

—Sí. Aquí no hemos metido nada para acelerar el proceso para oxigenar el brandy. Aquí la clave es el tiempo. Las cavas están siempre a 19, 20 ó 21 grados. Y siempre en silencio. Sólo abrimos al público el día de la fiesta del Club, cuando los socios pueden ir por donde quieran. Pero menos ese día, nunca bajan solos.

— ¿Se estresa el brandy?

—Sí, hay que procurarle silencio, penumbra, que repose. Así cuando sale, es cuando tiene vida.

— ¿Cuánto se comercializa de lo que se produce al año?

—Muy poco, un 10%, unos 30.000 litros o una cosa así. Se podría hacer más sin perder el Suau, el nombre, pero ahora mismo no hay ventas.

— El brandy decía que se asocia a un estatus, se asocia al lujo de determinada manera, y ahora lo que se lleva es la austeridad... ¿La gente se corta a la hora de adquirirlo?

—A las personas que les gusta el brandy prefieren más una copa buena que no tres malas. [Interviene la hermana, Margalida Barceló: “El brandy no es un producto de alto standing ni mucho menos, por lo menos el de 15 años, que lo venden en las grandes superficies a buen precio”, acota]. Si te vas al brandy Suau de 50 años ya es otra cosa. Estamos en una etapa muy dura, de sálvese quien pueda. Pero bueno, tenemos algo nuestro, algo único en Mallorca. No hay nada como estas instalaciones. Cuando las ves, no entiendes cómo esto está en Palma y no se potencia.

— Ahora viene la Navidad, ¿se regalan productos Suau para estas fechas?

—Sí, viene mucha gente del Club, que piden a veces más incluso de lo que pueden dar sus botas y se lo damos de otras. Es un buen regalo. Incluso también vienen empresas que tienen por costumbre sólo regalar productos mallorquines. Esperemos que sí haya ventas estas Navidades, de momento no sabemos nada. Nosotros seguimos intentando llegar adonde podamos.

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