Un gigante como Thomas Cook no quiebra así por las buenas. Los hoteleros mallorquines se han instalado en este razonamiento mientras asisten al coqueteo con el abismo del segundo touroperador mundial. El mayorista británico de viajes perdió el lunes el 75% de su valor en la Bolsa de Londres después de comunicar por segunda vez en cinco semanas la renegociación de los créditos pendientes. El parqué le dio ayer una tregua pero la tensión no ha desaparecido dada la magnitud del paciente.

Cada año Thomas Cook transporta a Balears a casi un millón de turistas –la cifra exacta es un misterio porque su política de comunicación está sometida al control de la London Stock Exchange–y participa de forma estable en el accionariado de varias cadenas de la isla. Por este motivo los empresarios locales confían en el futuro de la multinacional. "Sus socios, los bancos, no van a dejarla caer. La gente está tranquila porque no es la primera compañía a la que castiga el mercado. El grupo va bien y obtendrá unos resultados superiores a los del año pasado", pronostica la gerente de la Federación Hotelera de Mallorca (FEHM), Inma de Benito, quien reconoce que los últimos seísmos han provocado "conversaciones" en el seno de la patronal.

Directivos próximos al touroperador confían en una "estabilización" del enfermo cuando se cierre el proceso de refinanciación. De todos modos, ya están acostumbrados a las turbulencias de la rama británica de Thomas Cook. "Es un foco de preocupación constante", admiten.

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