­­La experta en psicopatología de infancia y adolescencia, Francisca Muñoz-Ramos, participó ayer en un coloquio en el Club del Diario y respondió a los padres aquellas dudas que tienen sobre los adolescentes. La falta de límites, no escuchar un "no" como respuesta hasta que son mayores y la poca responsabilidad son algunos de los problemas que deben torear los progenitores.

—Defina ser adolescente.

—Es una época de transición porque dejan de ser niños pero tampoco son adultos. Personalmente ellos se sienten mayores pero no tienen autonomía para decidir lo que ellos querrían. Es una etapa que abarca ESO y Bachillerato, aunque podríamos decir que hoy en día la adolescencia se alarga más debido a la falta de independencia de los jóvenes. Eso sí, es muy importante la diferencia entre niños y niñas, ellas maduran antes por una cuestión fisiológica. Con el tiempo, se equipara.

—¿Qué problemas sufren los padres con hijos adolescentes?

—El problema básico es que desde pequeños los hemos consentido. Los padres actuamos culpabilizados por la falta de tiempo debido al trabajo y les damos todo lo que quieren. Si entendemos la adolescencia como un individuo que aún no es responsable de sus actos, este hecho quiere decir que lo estamos alargando porque no les damos responsabilidades desde pequeños. Empiezan a tener responsabilidades cuando tienen 17 y 18 años, esto es tarde. La mayoría de los adolescentes son encantadores, los que vemos en consulta son los que tienen problemas. Los principales problemas son la falta de límites, los padres que no saben dónde poner estos límites. Además, los jóvenes tampoco saben resistir la fustración porque les hemos educado que lo pueden tener todo aquí y ahora. Cuando piden cosas pequeñas, vale; pero llega una edad que su demanda es un coche o una moto. Como están acostumbrados a que reciben un sí siempre, este "no" llega demasiado tarde.

—¿Cuál es la solución?

—Acostumbrar al "no" como respuesta desde pequeños. A veces, los padres tienden a pensar que sus hijos serán más felices cuando lo tienen todo y muchas veces dan cosas que los niños no piden. Un ejemplo son los que con diez años ya tienen un móvil cuando no lo necesitan y lo convierten en un caprichoso. La clave es decir pequeños "no", en plan de hacerle esperar un tiempo antes de recibir lo que desea. Hacer la comunión o un aniversario parece una lista de bodas. Antes de que se plantee si lo quiere, ya lo tiene. Así, fomentamos un consumismo rápido. Y cuando tienen 17 años eso continúa igual.

—¿Son responsables?

—Hay progenitores que fomentan la poca responsabilidad. Muchos padres defienden la teoría de que "en casa no pueden hacer nada más que estudiar". Les hago reflexionar sobre la importancia de la colaboración en la casa y de que se responsabilicen de una tarea concreta. Si hay fracaso escolar, empieza el conflicto con los padres y se utiliza el chantaje de "si apruebas, te compraremos tal cosa", es decir, estamos acostumbrados a premiar por una cosa que debería ser normal. Eso sí, reitero que hablo de un pequeño grupo de adolescentes que en su casa no hay normas y se rebelan con los estudios.

—¿Cuál es el modelo de familia ideal?

—La familia "democrática", es decir, aquellos padres que piden la opinión a los hijos pero dejan claro que la última palabra es de los mayores. No es una democracia porque no todos los votos valen lo mismo pero se pide opinión y se decide en función de lo que quiere la mayoría.

—¿Qué es lo que más preocupa a los progenitores?

—Básicamente las notas y la segunda causa es la rebeldía, la oposición sistemática de los hijos.

—¿Y cómo se puede resolver?

—En vez de exigir, los padres deben pedir colaboración. Por ejemplo, cambiar el "tienes que venir a comer a casa de la abuela porque yo lo mando" a un "me gustaría que vinieras a comer en casa de la abuela porque ella estará muy contenta". Así le dejas la opción de elegir y es más efectivo que una exigencia. Los padres tienen que pensar que quieren su colaboración y permitir alguna vez que se pueda negar, así le invitas a reflexionar y no lo ve como un juego que debe ganar. Lo esencial es llegar a acuerdos. También hay que responsabilizarles de sus responsabilidades. Por ejemplo, los padres no pueden estudiar por los hijos, les pueden ayudar buscando un profesor de repaso, dándoles consejos... pero el adolescente debe tener claro que la responsabilidad de estudiar es suya.

—¿La confianza es clave?

—Es otro punto básico. Por ejemplo, cuando los jóvenes salen de marcha todas las madres suelen despedirles con un "ten cuidado" y estas palabras son sinónimo de un "no confio en ti". Es más efectivo decirle "te quiero, pásatelo bien y si necesitas algo me llamas". Con estas palabras, cambia la percepción y el joven se da cuenta de que la madre confía en él. Y es que un excesivo control provoca en los jóvenes la necesidad de la mentira.