La mallorquina Maria C. y su pareja sentimental, Jesús Larumbe, con residencia en Palma, llevan casi dos meses viviendo un auténtico infierno del que todavía no han encontrado la puerta por la que salir. Las autoridades cubanas prohíben abandonar la isla a Jesús desde que, el pasado 13 de septiembre, tuviera un accidente de tráfico en San Cristóbal cuando volvía de Pinar del Río.

Maria C. narra esta rocambolesca historia que no puede ocultar el trasfondo de las malas relaciones existentes entre el régimen castrista y el Gobierno español, una herencia de los encontronazos del ex presidente José María Aznar con el entonces máximo dirigente cubano Fidel Castro.

"Estábamos regresando de Pinar del Río por la autovía y queríamos visitar a unos amigos en el Valle de Viñales. La intersección para coger este desvío no estaba hecha y había que hacer una maniobra irregular que hacían todos los conductores para poder acceder a él. Así lo hicimos y estábamos cruzando la autovía lentamente cuando, de repente, se nos vino encima un camión a gran velocidad que no pudimos ver porque un seto de vegetación de unos cuatro metros de altura impedía la visibilidad. El choque fue brutal. El camión, que llevaba pasajeros, volcó y nuestro vehículo quedó irreconocible. A mi no me pasó nada pero Jesús se rompió la rótula", rememora Maria.

Algo le empezó a oler mal a esta mallorquina cuando nítidamente escuchó a la policía que se había personado en el lugar del accidente aconsejarle lo siguiente al conductor del camión implicado en el siniestro: "Vete a casa, que de esto se encarga el yuma (como denominan a los extranjeros los cubanos)".

Sus sospechas se confirmaron cuando, una vez en el hospital Comandante Pinares, se presentaron en su habitación 2 mujeres que dijeron ser fiscales pero no mostraron documentación que lo acreditase acompañadas por cuatro militares y otros seis empleados sanitarios. Este despliegue de personal les quería obligar a firmar un documento en el que admitieran que habían bebido y que se responsabilizaban del accidente.

"Les dijimos que no firmaríamos nada si no había un representante legal español y nos contestaron que entonces no saldríamos de Cuba hasta que se celebrara el juicio por el accidente", asegura.

La pareja fue trasladada al hospital Fidel García de La Habana, un centro sanitario privado, para que Jesús fuera operado de la rotura de la rótula. "Tuvo que pasar el postoperatorio con gelocatil, porque no nos dieron ningún calmante más fuerte. La operación fue el día 16 de septiembre y el día 18 pedimos el alta para regresar a España pero, cuando ya habíamos sortado los controles del aeropuerto, nos dijeron que no podíamos salir del país", se angustia todavía hoy Maria.

Todo lo demás ha sido un infierno en el paraíso tropical. El seguro no les cubre el alojamiento, han de vivir en una habitación de alquiler y conseguir subrepticiamente medicinas en las boticas, más económicas, reservadas para los cubanos. El pasado 30 de octubre Maria regresó a Palma y desde aquí pelea para conseguir la vuelta de un Jesús al que, cuando habla con él, nota cada vez más pesimista y desanimado.

Un portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores confirmó ayer esta historia y lamentó que "estas cosas ocurren, las autoridades cubanas retienen a los españoles que sufren accidentes de tráfico hasta que se celebran los juicios. Y no colaboran mucho con nosotros. ¿Que cuándo puede celebrarse el juicio? Pueden pasar bastantes meses", admitió pesimista.