Lo que cuesta un pisito se lo gastan las grandes fortunas del mundo en pasar una semana lejos de tierra firme. Una de las empresas más importantes en la compra-venta y alquiler de yates, Camper & Nicholsons, con oficina en Mallorca, ofrece el Roma, de 62 metros de eslora, con seis suites para doce huéspedes, cine y piscina en la cubierta por unos 100.000 euros al mes, detalla el responsable de esta empresa en la isla, Jonathan Syrett.

Es una frivolidad hablar de estas cantidades con la crisis y 109.000 parados en Balears, pero los mástiles infinitos y los cascos brillantes como el nácar despiertan a una realidad paralela. Un mundo de ver y no tocar. El último en pavonearse por Mallorca ha sido el magnate de la televisión Barry Diller (San Francisco, 1942). Recaló en Palma con el velero Eos, de cuatro palos, casco azul marino y 93 metros de eslora. Diller, cuyo nombre está asociado a series y películas como Cheers, Saturday Night Fever, Grease o Indiana Jones, paseó la semana pasada por los pantalanes de Palma junto a su mujer, la diseñadora Diana von Fürstemberg. Una estancia más reciente ha sido la del barco con el diseño más futurista que ha surcado las aguas de la isla, el A. Híbrido de submarino y torre de control, su estampa hipnotiza a los conductores que circulan por el Passeig Marítim. El A salió de los astilleros HDW de Kiel (Alemania) para disfrute del magnate ruso de los fertilizantes Andrei Melnichenko. Bautizó su caprichito con una sola letra en honor a su esposa Alexandra.

Otro titán que hizo una fugaz aparición en Mallorca fue el Pelorus, del acaudalado Roman Abramovich hasta que se cansó de él y se lo vendió a David Geffen, otro ejecutivo del cine y cofundador de Dreamworks.

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