Llámelo habilidad gestora, ingeniería financiera o caradura contable, como prefiera, pero en las cifras de recaudación fiscal hay algo que no cuadra: pese al aumento de facturación que refleja la recuperación del IVA a niveles precrisis, los ingresos que se obtienen por el impuesto que grava los beneficios empresariales (el de sociedades) están peor en el año de la mejor temporada turística (este) que en el de la debacle absoluta (2009).

Los datos son contundentes. Entre enero y septiembre de este año (recuerden, el del verano fetén) los empresarios baleares pagaron en impuesto de sociedades 158,9 millones, 66,6 menos que en el mismo período del año 2009, el peor de la crisis. Y todo cuando lo recaudado por IVA, y por tanto la facturación de las empresas, se ha duplicado con respecto a ese aciago 2009, coincidiendo con otro hecho que ahonda en la paradoja: la facturación creciente que hace que el 84% de las empresas turísticas de Balears, según Exceltur, declaren haber mejorado sus beneficios coincide con una campaña de contratación de trabajadores nefasta, en la que se crearon 772 empleos pese al éxito de visitantes. ¿Cómo se explica? Los fiscalistas, economistas y empresarios consultados apuntan en una dirección: maniobras contables correctas en lo legal (consideraciones éticas aparte) que aminoran los beneficios para tributar menos.