Alessandro, Jessica, Jacinto. Tres nombres. Tres ejemplos. Tres rostros de entre los más de 12.200 afectados. Alessandro, Jessica y Jacinto son tres personas con discapacidad que ven con inquietud como el Govern no paga a las asociaciones que les ayudan a tener un mínimo de calidad de vida. La situación es apremiante para ellos. Necesitan esos servicios. Necesitan ese dinero. Saben la que situación es mala, pero desconfían de las palabras de los políticos.

"Nos reunimos con Bauzá y nos dijo que en cuanto entrase dinero sería para nosotros, pero ese mismo día pagaron 10 millones a Acciona para el Palacio de Congresos, y seguro que Acciona puede pasar mejor sin ese dinero que nosotros sin los 300.000 que nos deben". Quien así razona es Matías Bosch, presidente de Aspaym, la asociación de parapléjicos y grandes minusválidos de Balears. A su lado, Alessandro Marinelli asiente: "Además, nosotros les ahorramos dinero: es más caro mantener a una persona dependiente y aquí aprendemos a ser autónomos".

Cuando Alessandro dice ´aquí´ se refiere al centro Joan Crespí. ¿Lo recuerdan? Fue inaugurado en 2007 por Jaume Matas y en presencia de la Reina como centro puntero para grandes discapacitados físicos. La inauguración fue un montaje ya que no estaba acabado ni preparado para lo que se anunció. Pasó más de dos años cerrado. Hace un año y medio, en la segunda planta Aspaym comenzó a gestionar un servicio de promoción de la autonomía, con talleres y actividades y con una simulación de piso adaptado para practicar y aprender cómo desenvolverse solos, con muebles que suben y bajan; bañeras con bancos fijos y móviles y pequeños artefactos que hacen la vida más fácil a las personas con discapacidad física: desde una herramienta para ponerse los calcetines hasta una barrita con alambre para abrocharse los botones de la camisa.

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