La propina más cuantiosa que se recuerda entre los trabajadores del Casino de Mallorca salió de las manos de un empresario de la isla y tuvo su origen en un error. El crupier recuerda que el jugador le pidió una apuesta al número 18 y que él colocó por error las fichas sobre el 16. Al ir a rectificar, el cliente cambió de opinión y pidió que mantuviera su dinero en el 16. Y ese fue el número que salió. Como gratificación, la propina recibida fue de 250.000 pesetas. 1.500 euros de hoy sin tener en cuenta la inflación.

Esos eran los años dorados del Casino, que tuvieron su punto álgido durante la década de los 80. Desde que se inauguró en 1978, por sus salas de juego han pasado Lola Flores, Isabel Pantoja, Ana Obregón, Lina Morgan, Martes y 13, el Dúo Dinámico, Mohamed Alí, la emperatriz Soraya, Miguel Indurain, Perico Delgado, Luis Aragones, Ana Diosdado y Carlos Larrañaga, Narciso Ibáñez Serrador, Alessandro Lecquio, Antonia dell´Atte, Angel Cristo, Bárbara Rey y Juanito Navarro, entre otros. Y estos dos últimos merecen un recuerdo especial por estar en el grupo de los famosos que han dejado las mejores gratificaciones para los crupiers. "Navarro incluso se enfadaba con los demás jugadores si no dejaban propina", se apunta con simpatía.

El cliente más generoso es el alemán, se afirma, aunque no se oculta que el tópico de los magnates árabes es cierto: un pequeño grupo de ellos llegó a repartir en una sola noche unos 15.000 euros en propinas.

Hoy las tornas han cambiado notablemente. Porque tras el cambio de la peseta al euro esas gratificaciones se han reducido en más de la mitad, algo que se ha acentuado durante los años de la crisis. Y para los trabajadores del Casino de Mallorca, esos extras pueden llegar a suponer un tercio de su salario.

De ahí la enorme preocupación con que se han vivido los últimos días entre esta plantilla de 160 personas. Porque a la parada de tres días para el traslado y la inauguración se han sumado otros tres por no poder abrir al púbico a causa de un contencioso abierto por la patronal de salas recreativas Sareiba. En esos seis días sin jugadores, tampoco ha habido propinas. Por eso la noticia de que ayer por fin se recuperaba la actividad normal ha sido acogida con entusiasmo, aunque se mantiene la indignación por el recorte que ya se ha registrado en sus retribuciones.

Para tener en cuenta la importancia de esos extras, hay que tener en cuenta que el salario básico de un crupier se mueve en la isla en torno a los 1.100 euros netos mensuales (unos 700 para los más jóvenes que acaban de concluir su formación). Las propinas permiten elevar esas retribuciones hasta los 1.700 o 1.800 euros, según señala la presidenta del comité de empresa y representante de UGT, Estela Rabaneda. El verano es la mejor época a la hora de poner cifras en la nómina, mientras que febrero es el mes de apretarse el cinturón.

La propina no es solo para los crupiers. La empresa se queda con un 50% para "gastos sociales", y el resto va a un fondo común que se reparte, en diferentes proporciones, entre todo el personal, este o no en las mesas de juego.

Esos sueldos se consiguen con unos turnos nocturnos –en la mayoría de los casos de 10 de la noche a 6 de la mañana– que hacen muy difícil la vida social y familiar, "que se mantiene en ocasiones a costa de perder horas de sueño, como cuando hay que acompañar a los niños al colegio". A ello hay que sumar el que los fines de semana son los días ´fuertes´ y que las libranzas se reparten de lunes a jueves.

"Es muy difícil relacionarse con otras personas con esos horarios. Por tenemos varias parejas en las que ambos trabajan en el Casino", se admite. "El roce hace el cariño", bromea uno de los presentes. Pero se destacan también los problemas que ese trabajo conlleva a la hora de cuidar a los hijos y la enorme dependencia que se tiene de abuelos y otras terceras personas.