­Se encontraron por primera vez hace un mes en la farmacia para hacerse las pruebas de ADN. Al bajar del taxi, ya de lejos, lo vio claro: "Ésa del vestido marrón es mi hija, no hace falta ni que nos hagamos las pruebas". Un mes después los resultados le daban la razón. Un padre y su hija se reencontraban así en Palma 48 años después de la infame mentira que les cambió la vida. A él le dijeron que su hija había muerto; a ella la dieron en adopción, diciendo que su familia biológica no la quería. Todos estos años ambos sabían que había algo que no encajaba y todos estos años han estado buscándose. Hace tres días supieron la verdad.

Desde entonces, Antònia Morro, Tonina, contiene a sus nervios a base de valerianas. Ha encontrado lo que estaba buscando desde hace décadas, a su familia biológica, pero aún lo vive como en un sueño, "como en una película, como si le pasara a otra persona". Tonina ya salió en estas páginas para contar su caso el pasado mes de marzo. Por aquel entonces poco sabía y las fechas de los escasos documentos que pudo encontrar no encajaban.

Nacida en el Hospital General

Sabía que había nacido a finales de agosto de 1963 en el Hospital General pero no tenía claro ni el día exacto. Ahora se ha enterado de que en realidad nació el 30 de agosto (y no el 28, como había celebrado toda su vida). Ahora sabe que, por desgracia, su madre falleció a los tres días de haber nacido ella. Ahora sabe que tiene una hermana biológica. Y tíos y tías, y sobrinos, y primos, a los que poco a poco va conociendo. Ha recuperado la vida que le robaron unas monjas, un cura y un médico.

¿Cómo se ha llegado a este final feliz? Tonina destaca la labor fundamental de dos personas del Consell: Maria Lluïssa Servera y la psicóloga Joana Corró. Se pusieron a investigar y revisaron los historiales de todas las mujeres que ingresaron en el Hospital General en 1963.

"Encontramos un historial de una mujer que ingresó el día 24 de agosto, que tuvo una niña el día 30; y que a los tres días murió de un supuesto ataque de epilepsia", explica Tonina (en realidad murió de una hemorragia interna, otra mentira más). Era un expediente muy escueto, en el que también ponía que esta mujer había tenido una hija cuatro años antes y que sufrió dos abortos posteriores. Les llamó la atención. "Nos la jugamos a una única carta".

Desde el Consell, Servera y Corró contactaron con esta niña que nació cuatro años antes que Tonina. "Con mucho tacto, le dijeron que había una mujer que pensaba que podía ser hija de su madre, que podía ser su hermana", narra. La chica, su hermana (a la que llamaremos con el pseudónimo de María porque prefiere preservar su intimidad) reaccionó muy bien. Y es que ella también estaba buscando a su hermana por parte de madre (son de padres diferentes). En su familia siempre sospecharon que la niña no había muerto porque sus tías la habían visto viva. Y bien viva.

Pedro (nombre ficticio que usaremos para referirnos al padre biológico de Tonina) estaba en Eivissa por cuestiones de trabajo. Le avisaron y le dijeron que su hija recién nacida había muerto. A los tres días la que fallecía realmente era la madre de Tonina; su mujer aunque no estuvieron casados.

Tonina cree que precisamente el hecho de que no estuvieran casados fue lo que llevó a las monjas a decidir, "jugando a ser Dios", que su futuro sería mejor si la adoptaba un matrimonio "como toca". Como Dios manda, vamos. La jugada estaba prevista casi desde el principio. El mismo día que la madre de Tonina ingresaba en el Hospital General, el 24 de agosto, el cura de la Llar del Menor llamaba a sus padres adoptivos, Antònia y Bartomeu, para decirles que pronto tendrían un bebé. Les dijeron que la madre Tonina era "una señora de la vida". Una prostituta que no quería a su bebé. Mentira. Tonina supo que era adoptada a los 7 años y cuando a los 17 decidió ponerse a investigar, sus padres adoptivos, de los que habla con profundo amor, fueron los primeros en apoyarle.

Encuentro con su hermana

Fue en abril cuando Tonina y María, su todavía supuesta hermana, se encontraron por primera vez. Quedaron en una sala del Consell, con Maria Lluïssa y Joana. Tonina fue con su marido y María con su hija. "Estábamos todos súper nerviosos", relata Tonina, "yo casi no me pude ni levantar de la silla cuando llegó".

Se dieron dos besos. Tonina vio que no se parecen mucho de cara, pero que sí tienen gestos y una fisonomía similar. Y sintió "que estaba muy cómoda con ella, como si ya la conociera". María empezó a contar su parte de la historia, y Tonina fue añadiendo las cosas que ella sabía. "Las piezas iban encajando". Estaban contando la misma historia. Quedaron para hacerse las pruebas al día siguiente.

Los resultados tardan un mes en salir. "Fue muy duro, un mes de mucha ansiedad y también de miedo, de miedo a hacerme con ella, de encariñarme con ella y de luego llevarme un chasco", razona Tonina. Y se lo llevó. Se lo llevaron. Los resultados fueron claros: "No hay coincidencias".

"Estuve a punto de tirar la toalla", asegura Tonina. Desde el laboratorio Genómica les explicaron que en los casos de las hermanos sólo de madre es difícil lograr coincidencias. Hace falta una prueba paternal. Así que aún les quedaba el último cartucho: hacerse las pruebas con Pedro, el padre de esa niña que supuestamente murió en el Hospital General nada más nacer. María mantenía el contacto con él. Le llamaron. Y se encontraron en la farmacia para las hacerse las pruebas.

La llamada

Hubo que esperar un mes más. Tonina sabía que cuando los resultados dan positivo, te llama la directora del laboratorio para avisarte. Cuando hace tres días descolgó el teléfono y le dijeron que la llamaban de Genómica, se cayó al suelo. Literalmente. "Mi compañera de trabajo creyó que me había dado un bajón de tensión", recuerda. Y no, es que había recuperado un trozo de su vida. Llamó a su padre (con todas las letras). Se encontraron en un parque y se abrazaron. "Eres igual que tu madre", le dijo Pedro.

Pedro, un señor al que le dijeron que su mujer y su hija habían muerto el mismo día y que hasta los 77 años no ha sabido la verdad, guarda rencor a la Iglesia y a los médicos. "Nos han robado una vida, Tonina", le dice a su hija. Pero Tonina no acumula rencor. Es cristiana y practicante y cree que "Dios juzgará" a los que les engañaron de esta forma tan inhumana. Eso sí, si supiera que aún vive alguno de los implicados le diría: "Que sepas que no lo has conseguido, he encontrado a mi familia". Pero Tonina no tiene rabia porque no le serviría "de nada".

Antònia Morro, Tonina, está "eufórica". Aún nerviosa, pero contenta. Sabe además que su caso dará esperanza a las otras personas que sospechan haber sido víctimas del robo de niños en Mallorca. Ahora tiene por delante muchos meses para ir conociendo a su padre, a su hermana y a toda su nueva familia. Es el momento de reconstruir la vida que les robaron y está feliz.