A falta de grandes manifestaciones de trabajadores públicos dispuestos a defender sus derechos, el movimiento 15-M sacó ayer a la calle a un millar de personas al grito de "huelga general". La pidieron una y otra vez. Cantando y gritando. Bailando, tocando y con megafonía, que el 15-M crece y ya tiene altavoces y furgoneta para calentar el ambiente en manifestaciones que se presentan frías. Como parecía la de ayer, que amenazó pinchazo, pero no lo fue. Estaba convocada para las siete, pero se ve que la puntualidad no está pensada para los domingos. A la hora marcada, menos de medio millar de personas velaban pancartas en s´Hort del Rei (Parc de la Mar) para empezar el recorrido hacia plaza de España.

No salieron hasta las 19.30, cuando comenzó a oírse uno de los cánticos estrella de las muchas manifestaciones que desde el 15 de mayo han sido: "No nos mires, únete". Y se ve que funcionó, porque a la altura del paseo del Born, cuando empezaron a cantar otro clásico, el "luego diréis que somos cinco o seis", ya eran un millar los que se ponían detrás de una pancarta tan clara como las ahora austeras intenciones de los políticos que gobiernan en España y en Balears: "No a los recortes".

Y por si alguien dudaba de contra quien van los gritos del 15-M, una farsa a la cabeza de la marcha ilustraba al despistado: una joven de zancada larga, traje de falda negro y tacón alto tiraba de dos doctoras con bata, yugo y dogal. En la solapa de la tirana, una pegatina elocuente: "PPSOE", ya saben, esos dos partidos que desde hace tres decenios gobiernan España, a los que el 15-M resume en uno, dirigido por Rubaljoy o Rajoycaba, como prefieran, que tanto monta. "¡Votadme, hay que dar confianza a los mercados!", clamaba la farsante política que hacía de política farsante con su tacón alto y su pegatina del PPSOE. Tan bien interpretaba la actriz que hasta cínica le salía la sonrisa. Solo un par de peros: no hay políticos tan guapos en el Congreso, ni yugos tan cortos en los pasillos de la función pública.

Pero tampoco es que ayer abundasen los funcionarios. "Somos los del 15-M", resumía lacónico uno de los que han estado en todas, de aquellos que gritaban el 15 de mayo y gritan hoy, de manifa en manifa hasta la derrota final, o al revés, que diría Churchill. "Hay profesores y gente de sanidad, pero muchos de ellos ya estaban en otras protestas. Da igual. Si ellos no salen a la calle a defender los servicios públicos eso no cambia nada: los ciudadanos tenemos que defenderlos igual, es lo único que tenemos", decía un manifestante del 15-M doblemente veterano: está desde la primera manifestación y ya hace tiempo que superó los 65 años para adentrarse en el mundo estrecho de la pensión de jubilación. Junto a él viajaban sindicalistas de Comisiones y UGT, que no mostraban siglas pero si la adhesión de sus sindicatos a una causa que es la suya: la defensa de la educación y la sanidad pública.

Que lo de ayer era por eso. Lo decían claro las pancartas. "No al coPPago". "Por una sanidad y una enseñanza pública de calidad". "Son Dureta centro sociosanitario". "No hay tijeras para tanto recorte". "La salud no es un negocio". "¿Hay que destrozar todo lo público para demostrar que no funciona?" "La sanidad no es un debate". O la más original del día, encabezada por el dibujo de una jeringuilla: "Que no te la claven".

También lo decían los manifiestos, pasquines y discursos. "Debemos defender un sistema de salud universal al que puedan acceder todos (...), al servicio del pueblo y no de los beneficios de la industria farmacéutica", defiende una de las proclamas, mientras otra, firmada por democracia Real Ya, una de las plataformas que impulsa e integra el 15-M, pide la movilización social "ante la amenza que suponen para el bienestar social los recortes previstos". Que son muchos. Tantos que junto a la farsante política del PPSOE ayer desfilaba una visión del futuro sanitario que se avecina, según el 15M: en él, las ambulancias y las camillas dejan paso a las carretillas de obra cargadas de enfermos agonizantes.

¿Grotesco y exagerado? Claro, era una farsa. Y una fiesta para el público, que lo había: decenas de turistas se perdieron la habitualmente amodorrada Palma dominical, aunque a cambio se llevarán a su país fotos de la colorida manifestación. También cargarán en la maleta alguna que otra noción de lo que está ocurriendo en España. Aunque en general están despistados. Se lo confesaba al cronista una turista alemana de gesto divertido, Monika Rosler, que preguntaba entre foto y foto: "¿Qué es esto?" Es una manifestación, Monika. "¿Y por qué?" Pues por la crisis y los recortes en servicios públicos, Monika. "Ah, ¡como en Grecia!" No, Monika... ¿o sí, Monika? "Me parece mal lo que le están pidiendo a Grecia, pero en mi país mucha gente cree que no hay que dar dinero alemán para deudas griegas". Dinero alemán, deudas griegas, crisis española: así es la Unión Europea de los recortes crecientes y los derechos menguantes que combate el 15-M, que desde ayer tiene otro objetivo entre ceja y ceja: la huelga general.