Las cintas grabadas por la Guardia Civil sonrojan incluso a quienes no tienen nada que ver con la pieza número nueve del ´caso Andratx´, que se juzga en la Audiencia Provincial. Las cintas desvelan relaciones íntimas y chanchullos, una mezcla en la que se coció durante décadas la corrupción urbanística de Andratx. La consecuencia: un paisaje protegido trufado de casetas de aperos devenidas en chalés.

El tribunal escuchó ayer muchas grabaciones. Y por lo que en ellas se dice y luego explicaron sus protagonistas, el área urbanística del Ayuntamiento era un desmadre. El testimonio más jugoso fue el de la ex jefa en funciones de Urbanismo, Maria Isabel Seguí, quien acudió en calidad de testigo. Seguí contó que cuando asumió el puesto, se encontró con un consistorio que entregaba a chorro certificados para edificar. Los expedientes se despachaban sin fotos ni documentos que acreditaran la situación original de las parcelas. "Bastaba el informe del celador", apuntó. Pero no todo el mundo lo lograba. Había que tener padrinos y el ex propietario del terreno donde se levanta el chalé objeto dela pieza separada, no lo tenía. Luego lo vendió por 30.000 euros limpios y otros tantos en negro al constructor Emilio Martínez, conocido entre los colegas como el Panza. El Panza sí obtuvo el permiso para levantarse una casa molinera.

Seguí contó cómo le entregaban los expedientes para firmarlos a ultísima hora, el viernes, cinco minutos antes de irse y sin tiempo para revisarlos. "Yo no podía aguantar la presión. [...] El alcalde (Eugenio Hidalgo) me quitó del medio", añadió. Seguí comenzó a desconfiar de todos a los cinco meses de acceder al cargo. Pese a este recelo, entabló una relación con el celador Jaume Gibert, ahora en prisión por otras piezas del caso Andratx. Gibert compareció como testigo y habló sin titubear. En la primera sesión, el constructor insinuó que había pagado una mordida a Gibert a través de una operación de compra-venta de un "yate" de siete metros y medio. Esa revelación que estuvo a punto de provocar la suspensión del juicio apenas tuvo consecuencias en la jornada de ayer.

De las cintas se desprende el seguimiento minucioso que ejercía Jaume Massot sobre el urbanismo de Andratx, pese a estar desvinculado del pueblo. El exdirector general de Ordenación del Territorio en tiempo de Matas era un oráculo. Las escuchas también sacan a luz chascarrillos. La funcionaria Ángela Hernández dice del abogado Jacobo Rodríguez Miranda: "Es más falso que un duro sevillano". Ambos están imputados.