Mallorca es una olla a presión y no por las elevadas temperaturas ni tampoco por la masiva afluencia de turistas. Los estafadores de ancianos británicos han elegido la isla para emplazar las salas de calderas de sus engaños. Un local discreto, un puñado de teléfonos, un extensísimo listín de potenciales víctimas y una cuadrilla de jóvenes persuasores constituyen los ingredientes de las conocidas boiler rooms.

George Abrue, el último pájaro en ingresar en prisión por urdir un fraude a gran escala, disponía de una vivienda de lujo en Palma y se paseaba en coches de lujo. Su flota de vehículos la componían un Bentley Continental GT, un Ferrari 430 Scuderia y un Maserati Gran Turismo. Abrue, inmigrante nigeriano de 30 años residente en inglaterra, fue condenado en junio junto a su mujer británica, su suegra y siete personas más. La cadena de televisión ITV1, la operadora comercial más antigua del Reino Unido, relatará sus fechorías en un documental de dos capítulos que emitirá la próxima semana.

La grabación de ITV1 recoge los testimonios de los damnificados, la mayoría ancianos que entregó cantidades superiores a los 120.000 euros. La estafa se fraguó en otoño de 2009. Todo comenzó con una carta tentadora remitida a los potenciales inversores. La propuesta de una compañía londinense les invitaba a sumarse a un negocio revolucionario basado en energías renovables. La sociedad en cuestión, Bio Fuel Solutions Corporation, aseguraba que las multinacionales petroleras respaldaban su proyecto valorado en "cientos de millones de libras". A los que firmaban les ofrecían también acciones en una empresa de molinos de viento. A cambio de 30.000 libras les prometían unos beneficios de 400.000 en el plazo de dos décadas. Un negocio redondo si no fuera un timo.

El diario The Sunday Times publicó el pasado domingo el relato de John Learmonth, de 90 años de edad, quien depositó 142.000 libras (cerca de 160.000 euros) y lo perdió todo. La lista de afectados es larguísima e incluye un juez, un policía retirado y varios contables. El fraude puede superar los 25 millones de euros.

Después de la carta ´cebo´, las víctimas recibieron una llamada desde la sala de calderas mallorquina, donde quince teleoperadores se encargaban de vencer su resistencia. "Ellos explotan el hecho de que venden inversiones responsables, como los biocombustibles o la reforestación de la selva sudamericana. Las víctimas no se atreven a denunciar las pérdidas porque están avergonzados", detalla el detective David Clark.

La Financial Service Authority (FSA), el equivalente británico a la CNMV, recomienda a los consumidores que eviten las inversiones ofrecidas por teléfono o carta.

La trama ideada por George Abrue perfecciona el timo de las ´cartas nigerianas´ remitidas desde Mallorca y en las que se prometían una suculenta herencia o una comisión por ayudar a un ministro africano a sacar grandes sumas de dinero del país.

Las boiler rooms o salas de calderas se sitúan en un peldaño superior en la escalera del engaño. Y Mallorca, debido al elevado número de residentes británicos dispuestos a hacer el trabajo sucio de teleoperadores agresivos, parece un buen sitio para su establecimiento. El pasado mes de mayo la Policía Nacional detuvo a trece personas por participar en una farsa parecida a la de Abrue. El fraude, calentito, se cocinaba en locales de Santa Ponça y Andratx.