Una juez de Palma ha condenado a un médico cirujano a indemnizar a una paciente a la que no informó de los riesgos que corría al someterse a una operación quirúrgica. El médico cometió un grave fallo en la intervención y ello ha provocado importantes secuelas a la paciente. El facultativo deberá indemnizar a la mujer con 16.471 euros. La juez también condena a la clínica privada donde se desarrolló la intervención. La demanda la presentó el letrado Domingo Ros, que defendió a la paciente.

Los hechos se remontan al mes de marzo de 2008 en un centro clínico privado. La mujer se sometió a una operación para extirparle la vesícula biliar que contenía una piedra de tres centímetros. En teoría era una operación relativamente sencilla. La paciente fue dada de alta al día siguiente de la intervención. Sin embargo, cuando abandonó la clínica la mujer no se encontraba bien. Tenía los ojos amarillentos y la orina presentaba un color muy fuerte. El médico no le dio importancia a estos síntomas.

Al día siguiente la paciente acudió a urgencias de la clínica. Tenía mucha fiebre. Días después se le realizó una prueba que confirmó que sufría una obstrucción de la vía biliar principal. Antes el médico que la atendió se había negado a realizarle esta prueba ya que estuvo tratando a la paciente de un proceso inflamatorio.

Una vez averiguado el diagnóstico la mujer pidió consejo a otros médicos. También pidió que le hicieran un TAC pero el médico que la atendía se negó y le aconsejó otra prueba, pero ella se negó porque la obstrucción era importante y podía tener graves consecuencias.

Ante estas circunstancias la mujer pidió su traslado a Son Dureta, donde sí le hicieron las correspondientes pruebas que confirmaron la obstrucción. Los médicos programaron una operación que, según detalla la sentencia, se hubiera podido evitar si el cirujano que hizo la primera intervención, cuando la mujer a los dos días reingresó en la clínica, le hubiera extraído el clip quirúrgico causante de la obstrucción.

La mujer padece graves secuelas como consecuencia de la segunda operación. No padece solo secuelas físicas por la presencia de una gran cicatriz, sino que también sufre fuertes retortijones de barriga. Estos síntomas se producen después de la comida del mediodía. También padece pinchazos en el hombro izquierdo que, según explica la sentencia, se producen por el rápido tránsito del intestino que tuvieron que extirparle.

El médico se defendió de la demanda diciendo, por una parte, que no era cierto que la obstrucción se produjo como consecuencia de uno de los clips que le colocó y, por otra, que la paciente participó durante todo el proceso que se siguió antes de decidir la intervención y conocía muy bien los riesgos de la operación quirúrgica.

La juez ha analizado las circunstancias de este caso y ha llegado a la conclusión de que a la mujer no le informaron de los riesgos que corría si se sometía a este operación. La paciente solo firmó un documento que consentía que el anestesista la durmiera. No existe ningún documento que explique las características de la operación ni los riesgos que pueden producirse. La juez también entiende que la clínica debe asumir su responsabilidad en esta operación.