Esta semana dos menores de 16 y 17 años atacaron a un hombre que, sin techo por las malas circunstancias de la vida, vivía en la plaza de España. Fueron detenidos. El pasado viernes se declararon culpables de tentativa de homicidio. La juez les condenó a tres años de internamiento y a dos de libertad vigilada. El debate sobre el endurecimiento de la ley del menor está preparado para salir de nuevo a la palestra. Horas antes de que se publicara la sentencia, en el mismo edificio de Sa Gerreria, el fiscal de menores José Díaz-Cappa (Madrid, 1964) se mostraba en contra de un endurecimiento de la ley, algo que cree que se reclama por motivos "populistas", y señalaba las que el cree que son las principales causas de las agresiones por parte de menores: el cambio de la sociedad en general y el fracaso escolar. Este fiscal de dilatada experiencia (veinte años llevando asuntos de menores, trece de ellos en Palma) fomenta la reflexión y el debate sobre todas estas cuestiones desde su blog: www.josediazcappa.es

— ¿Por qué un grupo de menores ataca a una persona que no conoce de nada?

— Hablaré en general, no de este caso porque lo ha llevado una compañera. Creo que responde a un cambio global de la sociedad. Hay que tener claro que no existe una sociedad hasta los 18 años y otra de los 18 años para arriba. El cambio es general. Desde hace unos 30 años ha habido un cambio de ideas sobre lo que es conveniente como futuro para los menores y yo diría que ha habido una involución en vez de un evolución. Los mayores ya no son un referente para los menores, no los ven como algo que les vaya a servir para un futuro. Esto se prodiga también en la prensa y en la televisión, con esos programas en los que se fortalece la idea de que se puede vivir muy bien, con una vida digna, sin la necesidad de haber estudiado previamente, sin tener unos determinados valores... Incluso se fomenta la creencia de que si tienes un plus de agresividad serás más popular y llamarás más la atención que si eres una persona más normal.

—¿Esto es lo que fomentan los programas de cotilleos o del corazón?

— Sí, también están esos programas en los que se fomenta precisamente la situación actual de los menores, como el de la Generación Ni-Ni, o el Hermano Mayor. Este tipo de programas ponen de manifiesto que se quieren solucionar problemas con los menores que en realidad son problemas de la sociedad global. La sociedad ha evolucionado y llama tanto la atención un menor que hace estas cosas como un mayor de 70 años que mata a su mujer. Esto antes no se veía tampoco. Olvidamos que la sociedad adulta está incurriendo en la misma agresividad y situaciones violentas que están llevando a cabo los menores. Los menores son un reflejo de lo que hacen los adultos, no al revés. Aparte de eso, los menores no tienen referentes válidos, no ven necesario llevar a cabo una serie de actuaciones para procurarse un futuro mejor, no ven necesario estudiar. Además, ahora reciben mucha información, como los adultos, pero los adultos en teoría sabemos discriminar la información, mientras que los menores recogen toda la información y no la seleccionan ni la discriminan, simplemente la aplican, lo que muchas veces produce estas situaciones... En algunos casos, también hay problemas de salud mental u otras causas, pero no suele ser la razón. El problema es un cambio de la sociedad en general. En el caso de los menores quizás es más llamativo, sobre todo cuando cometen hechos más graves.

—¿Hay jóvenes que pegan por aburrimiento?

—El fracaso escolar les lleva a ocupar su tiempo libre en otras cosas. ´Me aburro, ¿qué hago? Pues le pego una patada a la bolsa de basura o me meto con ese indigente que hay ahí´. Los hechos delictivos muchas veces son por hacer gracia, gamberrismo, porque el grupo te lo ha pedido o porque no tienen nada mejor que hacer, por puro aburrimiento.

— El delegado de Gobierno comparó los hechos de la plaza de España con las agresiones de La Naraja Mecánica, ¿atrae a los jóvenes la violencia por la violencia?

—Habrá que valorar por qué estos menores han actuado así, de forma individual. No se puede comparar a nada porque cada caso es un mundo. Eso lleva a malas interpretaciones. Es alarmante, pero no hay que llevar esa alarma a nivel general.

—¿Hay más casos de menores que cometen delitos de agresión hoy en día o es que ahora nos enteramos más?

— Las dos cosas. Hay un aumento de delitos, tanto de mayores como de menores, y también un aumento de las posibilidades de conocer más casos de estos. Si nos atenemos a las estadísticas, año tras año va aumentado progresivamente tanto el número de delitos como la entidad de los delitos. Se ha pasado de un gran numero de delitos de hurto y contra el patrimonio a ser más numerosos los delitos de lesiones, violencia, tráfico de drogas,o incluso contra la integridad moral. Los homicidios no están ocurriendo en Baleares, pero también están aumentando a nivel general.

—¿Cuántos delitos con agresión lleva al año fiscalía de menores?

—Al año manejamos entre 4.000 y 4.500 asuntos. Que reflejen agresividad o violencia son un 10%. Los casos muy graves llaman mucho la atención, pero es más ruido y pocas nueces. También aquí entra el juego el populismo, con esas peticiones constantes de endurecer la ley del menor, algo que no sería necesario si se aplicara correctamente la actual.

—¿Por qué no se aplica correctamente la actual ley?

—Hay dos inconvenientes. Por una lado está la falta de medios, tanto personales como materiales. Es más difícil conseguir que las medidas tanto de medio abierto como de internamiento se cumplan con los programas individuales para cada uno de los menores. No suele haber el número de profesionales adecuado para que se cumplan de forma correcta o por lo menos de forma permanente o continuada. Un segundo factor que impide que se aplique correctamente es la propia voluntad de los menores. Si tienes que trabajar con una persona, mayor o menor, mucho mejor si la persona se somete porque le interesa; si se opone, es mucho más complicado. ¿Se va a arreglar todo porque en vez de 10 años máximo le pongan 20? No tiene mucho sentido, porque tener a un señor con 40 años cumpliendo medidas de menor suena raro.

—¿Cuál es la condena máxima que le puede caer a un menor con la actual ley?

—Depende del tipo de medida. Si hablamos de internamiento, puede llegar hasta los ocho años de internamiento en régimen cerrado, cinco de libertad vigilada y en algunos casos muy concretos podría llegar la posibilidad de llegar a los diez años.

— ¿Qué porcentaje de reinserción se consigue? ¿Se recuperan estos chicos?

—Claro que se recuperan, pero hablar de reinserción en menores es más complicado que con adultos. Depende un poco del proceso que sigan una vez que cumplan la mayoría de edad. Es difícil saber el porcentaje de reinserción porque haría falta hacer un estudio de futuro, un seguimiento largo, ver cómo ha ido el proceso. Otra cosa es la recuperación. Las medidas que se le aplican son efectivas y en un gran porcentaje, no el deseado pero sí en un gran porcentaje, claro que tienen un efecto positivo.

—¿Está afectando de alguna manera la situación económica actual a las cifras de delitos cometidos por menores?

—La crisis laboral no tiene mucho reflejo en los delitos protagonizados por menores. Lo que ha desatado la crisis de los menores ha sido, sigue siendo y será el fracaso escolar. Ése es el auténtico fracaso, no sólo porque no reciben la educación adecuada para saber discriminar toda la información que reciben, para ser capaces de quedarse sólo con lo bueno y rechazar lo malo; no sólo por eso, también es porque el no estudiar lleva consigo hacer otras cosas que normalmente son más perjudiciales. Si no estudias, que es tu único trabajo en una determinada etapa, estás dedicando el tiempo a otras cosas que no te convienen: fundamentalmente a no hacer nada, a estar con los amigos, a buscar o a probar cosas que no te convienen, como el mundo de la droga, o a canalizar tus ansiedades de adolescencia con acciones como la que hemos visto ahora. Es decir, ya sea por mero gamberrismo o por hacer algo con el grupo de amigos, que se juntan para hacer estas acciones que acaban como acaban. El fracaso escolar es la principal causa porque no recibes esa cultura, ya no sólo el conocimiento, sino el nivel cultural para relacionarte con las demás. Además luego está el tema del tiempo que tienes de sobra.

—Balears es líder en fracaso escolar, ¿tenemos por eso más delitos cometidos por menores?

—Efectivamente. Del 100% de los menores que están aquí, el 80% tiene carencias educativas, es un factor constante y contrastado.

—¿Esas carencias educativas llegan por una menor implicación de las familias en comparación con otros años?

—Totalmente. Viene por dos cosas: la falta de implicación de las familias para recordarles que la educación es un valor positivo se junta a la falta de voluntad de los menores. Si tu les dejas, ellos no lo hacen. Falta mucha, mucha implicación de las familias. Piensan, ´bueno, pues ya encontrará un trabajo...´. Luego sales a la calle y ves que se puede vivir bien sin necesidad de hacer nada, sin estudiar.

—¿Pero ahora con la crisis los menores no están cambiando su percepción respecto a la educación? No es tan fácil ahora vivir sin estudiar y sin hacer nada.

—No, no creo que los menores lo perciban. Con la crisis lo que puede estar sucediendo es que haya más familias en que la educación haya pasado a segundo plano frente a otras necesidades básicas, por falta de medios, por la necesidad de trasladarse constantemente de sitio... por mil factores.

—¿Nos tenemos que preocupar en Balears por el aumento de las bandas de menores?

—El tema de grupos de chicos que se pegan con otros va a seguir existiendo y hay que diferenciarlo de las bandas, que son asociaciones ilícitas, que implican una organización, que hacen reuniones, que es más constante y que realizan acciones delictivas en un momento dado. En Baleares tenemos el mismo problema que en toda España, con excepción de Madrid y Barcelona donde el problema es mayor. Hay grupos, pocos, dos o tres, que se intentan controlar; otros existieron y ya han podido ser disueltos. No es un problema trascendental para la delincuencia en Balears. Es serio y se está controlando, se hace un seguimiento constante de la situación, se investiga cualquier iniciativa que pueda serlo. Pero aquí al nivel de Madrid, donde hay bandas que matan gente, no estamos.

—¿Con la inmigración aumentan los delitos protagonizados por menores?

— En Baleares el problema no es de la inmigración. Siempre ha estado al mismo nivel la delincuencia cometida por delincuentes extranjeros. En Balears el 30% de los delitos de menores están cometidos por extranjeros, o en algunos delitos el 50 ó 60%. También depende del país de origen. Si son europeos suelen ser hechos delictivos puntuales, que se cometen en verano... Luego hay población arraigada que deja de ir a la escuela, se reúne en grupo y... Hablaríamos de un 70% de delitos cometidos por españoles y un 30% por extranjeros.

—¿El acoso escolar y el ciberacoso llega a fiscalía o es algo que sigue sin denunciarse fuera de los institutos?

—Llegan muchos más casos. En los últimos cinco años han aumentado mucho las denuncias, hay mayor conciencia de que nadie tiene porque estar pasándolo mal en el colegio. Algunos van más allá de un comportamiento disrruptivo y llega a ser delito, pero luego muy, muy pocos llegan a ser delitos contra la integridad moral de una persona, como sucede con el acoso, ya sea físicamente o por internet.

— Tras veinte años de fiscal de menores, ¿algún caso le ha marcado especialmente?

— No recuerdo algún caso que destaque sobre los demás, pero sí podría decir que hay casos más sangrantes y preocupantes en protección de menores que en reforma de menores. Esas situaciones de menores desasistidos o desamparados me producen muchas veces una mayor marca que un menor delincuente. Determinas situaciones en las que se encuentran los menores llaman más la atención que determinados hechos que puedan hacer.