El vicepresidente económico y ´mano derecha´ del nuevo president balear no oculta su obsesión por reducir el déficit de la Comunitat Autònoma, al que califica como el gran mal al que habrá que encontrar tratamiento durante la actual legislatura, y por la austeridad.

—Si el anterior Govern progresista ha tenido problemas para su financiación con un Gobierno central del PSOE ¿Qué pasará ahora que son de diferente color político?

—No quería hablar de la anterior legislatura, pero con esta pregunta no me queda más remedio. En esos años se cometió un error muy importante y es que el primer presupuesto que se elaboró para 2008 fue tremendamente expansivo, y a partir de ahí intentar controlar el gasto se volvió muy complicado. Hubo Conselleries cuyos recursos crecieron un 25%, como fue el caso de Turismo.

—¿Después no hubo tiempo de aplicar correcciones´

—El segundo, de 2009, continuó siendo expansivo, porque para nuestros gobernantes de esos años no había crisis. El mensaje que se quería dar era que la situación era pasajera. Podemos recordar al presidente Zapatero negando la existencia de esa crisis. Es un error muy considerable.

—¿Las promesas electorales del PP le pesan ahora como una losa al ver el escaso presupuesto disponible?

—La situación es muy dura, pero las promesas se hicieron ya con la percepción de que ibamos a tener que gestionar una realidad muy difícil. Por eso el mensaje principal de la campaña fue el de austeridad y buena gestión. Y ese es un campo de acción que vamos a tener que cumplir sí o sí, de cualquier manera. No hemos prometido grandes infraestructuras.

—Se habla de que con el recorte de Conselleries las cargas de trabajo a afrontar serán muy altas ¿Los miembros del Govern asumen ese coste personal y familiar?

—Llevo dos días de vicepresidente y los dos días he llegado a las 8 de la mañana y me he ido a casa a las 10 de la noche. Es un reto personal y se necesita un componente de ilusión importante. Muchas de las dificultades con las que nos vamos a encontrar las conocíamos, pero dijimos ´adelante´. Hay momentos en la vida en los que el sentido de servicio se acentúa.

—Las críticas van en el sueldo de un cargo público, y eso supone un desgaste en el prestigio personal que se pueda traer desde la Universitat.

—Es evidente que eso va a suceder. Pero es un reto apasionante, y una oportunidad como ésta se coge al vuelo.

—En un video que colgó de Youtube usted hablaba de la importancia de las "palabras salvajes" en la enseñanza. ¿En la política también?

—(Ríe) Yo creo que un profesor sí necesita de palabras salvajes, porque lo peligroso es ser aburrido. En un político, a veces sí y a veces no, hay que saber modular un poco más. Creo que es necesario mantener siempre un alto nivel de respeto a todo el mundo. Tengo la sensación de que en los últimos años la política ha sufrido un deterioro porque la confrontación ha rebasado muchos límites.

—Una vez que han comenzado a revisar la documentación, ¿han detectado si la situación es peor de lo que se esperaban?

—Hay algunos datos que nos pueden haber sorprendido un poco. Tenemos un déficit de caja muy importante. El que se produjo el año anterior nos ha supuesto una dificultad para refinanciar deuda y nos obliga a contar con un plan de saneamiento, que es el que nos permitirá demostrar a nuestros acreedores que tenemos capacidad para pagar las deudas, pero que en este momento no está aprobado. Así que ciertamente tenemos una situación muy complicada.

—¿El primer paso a dar?

—Nuestra primera misión va a ser ponernos en contacto con el Gobierno de Madrid para ver dónde puede fallar ese plan que empezó a negociar el anterior Ejecutivo balear y al mismo tiempo estamos en contacto con todas las comunidades autónomas para coordinar una acción conjunta, aprovechando que el nuevo mapa político es azul. Pensamos que una vez aprobado ese plan, tendremos un cierto margen de maniobra. Pero hemos de ser capaces de dar credibilidad al hecho de que podemos pagar, y para eso no hay otra salida que reducir los gastos.

—¿Cuánto se debe exactamente a proveedores y contratistas?

—Estamos en ello. Tenemos una cifra, pero prefiero asegurarla ya que todavía puede tener un cierto margen de variación

—¿De qué cifra aproximadamente estamos hablando?

—De este tema prefiero no hablar por ahora.

—Pero habrá que volver a endeudarse.

—Esperamos poder recurrir al crédito, que es lo que nos falla en este momento. Para endeudarse hay que tener credibilidad y ser capaz de demostrar que se pueden pagar las deudas.

—¿En este momento el Govern no tiene esa credibilidad?

—Su trayectoria no ha sido la más adecuada, con unos ingresos que han caído de forma drástica y sin embargo no ha habido una reforma a la hora de gastar. Es algo que queremos corregir, y la decisión del president José Ramón Bauzá de contar con un Govern pequeño tiene esa finalidad.

—¿Cómo se adelgaza una Administración sin recortes sustanciales de personal?

—Lo primero de lo que hemos hablado con los directores generales es cómo podemos plantear este tema. Hay iniciativas que podemos tomar. Tenemos un patrimonio inmobiliario que quizás no esté bien aprovechado y ahí se pueden conseguir ahorros importantes. Y hay más posibilidades, como crear una central de compras que podriamos compartir con otras comunidades autónomas. O evitar duplicidades.

—¿Puede llegar a ser necesario el recorte de plantillas en el sector público?

—Será el último recurso. En principio pensamos que no hará falta.

—Se dice que les han dejado en la caja 700 millones de euros que podrán gestionar.

—El presupuesto de la Comunitat Autònoma son unos 3.400 millones de euros. Lo lógico hubiera sido encontrarnos con la mitad, y la mitad no son 700 millones.

—La deuda supera los 4.000 millones de euros. ¿Cuánto tiempo vamos a estar pagando?

—Va a ser un periodo largo de tiempo. Nos vamos a tener que acostumbrar a un endeudamiento de cierta magnitud. Pero el auténtico problema es el déficit, el gastar más de lo que se ingresa.