Un equipo de investigadores de la Universitat ha descubierto un nuevo grupo de bacterias que se hallan en el mar y que se nutren de hidrocarburos.

No es ningún secreto que hay bacterias que se alimentan de estos elementos y de hecho son utilizados para recuperar los ecosistemas marinos y costeros cuando se ha producido algún vertido de petróleo (el último ejemplo, el del Golfo de México del pasado verano).

Lo que no se sabía y un grupo de investigadores de la UIB ha sacado a la luz es que el grupo de las Roseobacter son capaces de degradar los hidrocarburos con los que se encuentran. Además, tienen una gran presencia en el ambiente marino. Todo parecen ventajas.

"Las bacterias especialistas, las ´profesionales de la degradación de hidrocarburos´, que se utilizan normalmente en los grandes vertidos se encuentran en proporciones muy bajas", explica Balbina Nogales, una de las investigadoras, "en cambio el grupo de las Roseobacter es muy abundante y hemos detectado que se las puede relacionar con la degradación de los hidrocarburos".

¿Cómo ha hecho este descubirimiento el equipo de Microbiología? No han ido a estudiar los grandes derramamientos de pétroleo de los últimos años (véase Prestige, Golfo de México o Exxon Valdez). Se han fijado en una contaminación más discreta, en cantidades más pequeñas, en una más sostenida: la contaminación del día a día.

Nogales, Rafel Bosch, Joana Maria Piña, Marina P. Lanfranconi y Lady Yesenia Suárez se centraron en medir el impacto en las comunidades microbianas del ambiente marino de la contaminación causada por productos químicos orgánicos (herbicidas, hidrocarburos...) y por metales pesados; por los antibióticos procedentes de la ramadería intensiva y de la piscicultura; o por la introducción de potenciales bacterias patógenas procedentes de los vertidos de aguas residuales. Y es que, como recuerda Nogales, esta contaminación aguda o crónica, con cantidades pequeñas de hidrocarburos, "es la mayor fuente de contaminación en el ambiente marino".

Para fijarse en esta contaminación cotidiana nada mejor que acudir a un puerto, que es el ejemplo perfecto de hábitat artificial creado por la acción del hombre. Aunque la gestión de los residuos en estos puntos está regulada, es inevitable que se produzca cierto grado de contaminación, principalmente por metales pesados y por hidrocarburos, por el tráfico marítimo, los pequeños derrames accidentales, el mantenimiento de las embarcaciones, las actividades industriales, pesqueras y urbanas.

Ecosistemas complejos

Los puertos además están cerrados parcialmente con los que el intercambio de agua es limitado y el nivel de nutrientes est más alto. Son ecosistemas complejos y altamente variables: un paraíso para algunas bacterias.

Sólo había que elegir un puerto y empezar a investigar qué cambios se producían en los microorganismos que allí viven. Port Adriano fue el elegido. Durante 14 meses analizaron esos cambios, con muestras del interior del puerto, en una playa próxima y en una zona próxima de la costa. Se observó que las comunidades de microbios iban cambiando de forma gradual según se estaba más cerca del puerto y que estos cambios eran más bruscos en verano, cuando más actividad hay en el puerto y en la playa.

Hidrocarburos y nutrientes

Parte de los cambios en los puertos y en las costas se deben a los hidrocarburos, pero hay otros factores como el aumento de los nutrientes en el agua. Para determinarlo, hicieron pruebas en laboratorio añadiendo pequeñas cantidades de diesel a muestras de agua con bacterias del grupo Roseobacter y SAR11.

Además, explica Nogales, ya puestos en faena también investigaron los cambios que se producen en la expresión de genes específicos, en particular, el de los implicados en la fotosíntesis. "Vimos que el diesel supone cambios en las algas también", cuenta la investigadora, que señala que estos procesos de cambios son "muy importantes para el funcionamiento del ecosistema".