Con los bancos a lo suyo y el crédito igual de cerrado que en los dos últimos años, los únicos clientes que encuentran las inmobiliarias son aquellos que tienen la suficiente cantidad de dinero como para no necesitar hipoteca. Así que el mercado se centra en pequeñas y medianas fortunas, la mayoría de ellas extranjeras. "Hay demanda entre los alemanes que están a unos años de jubilarse y están leyendo en la prensa alemana que los precios en España están muy bien", aclara Domingo Chaparro, agente inmobiliario en la zona de Artà y Cala Rajada, que subraya que el comprador mallorquín, salvo excepciones, está aplazando compras a la espera de que se despejen la incertidumbre política y económica y quede claro si el Banco Central Europeo acaba de cumplir con su programa de subida de tipos de interés. "Ahora el mallorquín y el cliente español buscan fundamentalmente el alquiler".