Jacinto Bátiz, jefe del área de cuidados paliativos del hospital San Juan de Dios de Santurtzi (Vizcaya), explica que en este tipo de atención que se dispensa a los enfermos en fase terminal el facultativo nunca puede decir "no hay nada que hacer" y que hay que evitar a toda costa estrategias terapéuticas inútiles que no sean efectivas en los últimos días de vida del paciente.

—¿Cuál está siendo el tema estrella en esta reunión de cuidados paliativos?

—La espiritualidad en clínica, que es otra dimension de la atención al enfermo y a su propia familia. Al paciente terminal hay que aliviarle de sus problemas biológicos y físicos, de los emocionales y psicológicos, de los coyunturales del tipo ´¿qué va a pasar con mi hijo ahora que faltaré yo?´ y, por último, satisfacer sus necesidades espirituales. Y con esto no me refiero a sus sentimientos religiosos, sino a los trascendentales: cuál es el sentido de la vida y que me espera tras ella.

—¿Cuáles son los imperativos éticos que ha de cumplir todo especialista en cuidados paliativos?

—En primer lugar, cuando tratas a un paciente de este tipo nunca puedes decir ´no hay nada que hacer´. Y luego habría cuatro imperativos éticos para tratar a cualquier persona desahuciada: el primero, no abandonarlo. El segundo, aliviar su dolor por encima de todo. Si aumentas la dosis de opiáceos para evitarle sufrimiento y con eso adelantas su fallecimiento, no creo que estuviéramos ante un caso de mala praxis médica. El tercero pasaría por evitar a toda costa aplicar estrategias terapéuticas inútiles o que ya no tienen utilidad en esa fase terminal. Como cuarto y último principio ético en este tipo de cuidados y cuando ya no quede otra opción, yo recomendaría sedar al paciente, disminuirle la consciencia con los medios necesarios. La sedación ha de ser autorizada por el propio paciente. Estos son los cuatro principios éticos a aplicar en este tipo de tratamientos.

—¿Esta sedación implica un adelantamiento de su muerte?

—No siempre. Las hay reversibles. Pero, repito, siempre hay que tener en cuenta los valores y las creencias del paciente. Tenemos que hacer caso al enfermo porque al fin y al cabo no pierde sus derechos por el hecho de estarlo.

—¿Como definiría la sedación?

—Sería el tratamiento adecuado cuando los demás tratamientos necesarios no han resuelto el problema. Y toda sedación ha de estar bien indicada, bien administrada y, desde luego, consentida por el paciente.

—¿Tienen muchas demandas familiares por aplicar estas sedaciones o adelantar muertes anunciadas?

—Por norma general, la familia no genera problemas al profesional. Salvo en los casos en que percibe cierta prepotencia en la atención a su ser querido. Y tampoco es un estorbo, sino más bien un aliado más del equipo terapéutico que trata a su familiar. Yo siempre digo que en los cuidados paliativos siempre se da una relación triangular formada por el paciente, su familia y el equipo médico que le atiende.

—¿La familia también necesita cuidados?

—Sí. Sobre todo requiere de ayudas para sobrellevar la muerte del ser querido.

—Se ha dicho que el 90% de los españoles tienen creencias religiosas cuando se encuentra al borde de la muerte...

—Al final de la vida te haces unos planteamientos que necesitan respuesta. Incluso los que no tienen creencias, al final siempre confían en algo, tienen fe en algo. Y esto es de gran ayuda en los momentos finales. Tener un por qué.

—¿Se ha abordado la posibilidad de tratar estos momentos finales desde otras disciplinas o religiones como el budismo o el zen?

—Sí. Hay que recurrir a otras tradiciones de sabiduría como el budismo o la religiosidad que entraña el zen para aliviar las inquietudes que se crean en estos momentos difíciles. Hay que saber identificar qué es lo que puede ayudar al enfermo en esas circunstancias y dárselo.

—Hablaba antes de que las familias sólo reaccionan ante una atención prepotente. ¿Muestran los médicos y los equipos terapéuticos la sensibilidad adecuada en estos casos?

—A los hechos me remito.Más de setecientas personas se han desplazado hasta esta isla para participar en este cónclave. De todas formas, el médico habría de saber que el dolor ajeno no es siempre exagerado ni el propio insoportable. Cuando un paciente te dice que tiene dolor es porque le duele, no está fingiendo.

—¿Qué falta para dar unos cuidados paliativos de calidad?

—Dar la formación necesaria a los profesionales que se encargan de ellos y la voluntad política para que se les proporcionen los recursos adecuados. Hay que conseguir que los cuidados paliativos, una necesidad real de la sociedad española, se convierta en un derecho para todos.

—¿El derecho a una muerte digna?

—No nos gusta ese término porque la muerte nunca es digna. Digna sólo lo puede ser la vida.

—¿Qué puede costar un tratamiento medio de cuidados paliativos?

—No quiero entrar en cifras. Pero tengo bien claro que unos cuidados paliativos bien hechos siempre ahorran dinero, son rentables económicamente. Suelen evitar medicaciones y pruebas diagnósticas muy costosas.