Balears cuenta actualmente con suelo urbanizable sin ocupar suficiente para dar cabida a más de medio millón de habitantes, y ello pese al intenso consumo de territorio que se ha registrado en las islas entre 2001 y 2008, unos años en los que las nuevas edificaciones han ocupado el equivalente a medio campo de fútbol diario. En concreto, estos terrenos vacantes permiten levantar un total de 160.180 nuevas viviendas. Estas son algunas de las conclusiones del estudio sobre suelo disponible en las islas que durante el último año y medio ha elaborado la conselleria de Movilidad y Ordenación del Territorio.

En este informe se destaca que en 2001 el archipiélago disponía de 5.835 hectáreas de terrenos urbanizables sin ocupar, una extensión que en 2008 se había visto reducida hasta las 3.949 hectáreas aproximadamente. Y la principal causa de este fuerte recorte ha sido el boom del ladrillo que se vivía durante ese periodo, y que ha generado un consumo de 1.069 hectáreas. Las 817 restantes que han desaparecido se explican por los cambios en la normativa urbanística que se han aprobado, incluida la protección que se ha aplicado sobre algunas zonas.

El director general de Ordenación del Territorio del Govern, Bernat Aguiló, pone de relieve que estos datos "reflejan las dos tensiones que han caracterizado los últimos años: las prisas por construir y el impulso que desde las Administraciones se ha querido dar a la protección de muchas zonas del archipiélago".

Pero para apreciar el alcance de estos cambios, basta señalar que en 2001 el suelo residencial y turístico que ya estaba edificado tenía capacidad suficiente para albergar a 1,4 millones de habitantes. Siete años más tarde, ese potencial se ha incrementado hasta los 2,1 millones de plazas. Y ello teniendo en cuenta que la población residente en el archipiélago es en realidad de 1,1 millones de personas, a los que hay que sumar los visitantes que cada año pasan temporadas en nuestro territorio.

Como se ha indicado anteriormente, si se consumiera todo el suelo vacante que todavía queda en Balears, esa cifra de plazas se elevaría en 508.191 más, lo que supondría que las islas tendrían una capacidad para albergar a 2,6 millones de individuos.

Bernat Aguiló, pone de relieve que a partir de 2008 el consumo de suelo se ha visto prácticamente paralizado a causa de la crisis en el sector inmobiliario, pero no oculta que el ritmo con que se construía durante la etapa del boom era claramente insostenible, no solo desde el punto de vista medioambiental y paisajístico –un hecho fundamental para una comunidad autónoma que vive del turismo y, consecuentemente, de la calidad de su entorno–, sino incluso para las arcas de las Administraciones públicas.

El director general de Territorio admite que ni el Govern ni los Consells o los Ayuntamientos pueden hacer frente a la dotación de nuevas infraestructuras necesaria para dar servicio a semejante aumento de población, ya sea en materia de carreteras, centros de salud o escolares, por citar algunos ejemplos.

Porque la actual capacidad estimada de 2,1 millones de habitantes en las plazas ya edificadas no contempla aquellos casos en que un solar está ocupado por un inmueble de una o dos alturas y que realmente podría ser todavía más alto según el planeamiento urbanístico, de ahí que la cifra antes señalada podría ser incluso superior.

Crecimiento extensivo

El estudio elaborado por la Conselleria no solo analiza cuanto suelo queda y cuanto se ha consumido, sino también las características del mismo. Y uno de los aspectos que llama la atención es que un 42% de los terrenos que quedan vacantes están pensados para albergar únicamente al 14% de las futuras plazas, dado que están destinados a viviendas unifamiliares.

Según Bernat Aguiló, este hecho refleja también el desarrollo urbanístico que se ha dado durante los últimos años, con un fuerte consumo de territorio para dar cabida a una cifra baja de habitantes, y del que Marratxí se ha señalado siempre como uno de los ejemplos más claros.

Del suelo vacante que todavía queda en las islas, 1.688 hectáreas, el 42% del total, están destinadas a viviendas unifamiliares aisladas, en las que se podrá dar cabida a 68.967 personas, únicamente un 14% del total del crecimiento posible. La desproporción, según lamenta el director general de Ordenación del Territorio, es evidente. Mayor equilibrio existe en el caso de los adosados, para los que se reserva un 11% de los terrenos vacantes con el fin de albergar a un 8% del aumento poblacional.

Por contra, el suelo sin ocupar para futuras viviendas plurifamiliares alcanza una superficie de 12.080 hectáreas, alrededor de un 28% del total, pero en él tendrán cabida el 58% de los futuros residentes. El 19% de suelo restante se asigna a otras tipologías.

Por islas, Mallorca es la que tiene asignado un menor porcentaje de plazas para las construcciones de carácter unifamiliar, mientras que las Pitiüses concentran las tasas más elevadas.

"Cada núcleo de población tiene sus propias características y necesidades –apunta Bernat Aguiló–, pero como principio general es mucho mejor que el desarrollo urbanístico sea más compacto, ya que además de consumir menos territorio hace que las infraestructuras estén más cerca y reduce las necesidades de hacer uso del vehículo privado. En cualquier caso, ni es bueno el modelo de Los Angeles ni el de Hong Kong, por citar los dos extremos".

Un aspecto que pone de relieve el representante del Govern es que este informe no contempla las construcciones que se han desarrollado en suelo rústico ni las que se pueden haber registrado en los polígonos industriales.

Por otro lado, indica que este análisis del suelo vacante ha implicado un año y medio de trabajo, una parte del cual ha supuesto analizar las fotografías aéreas tomadas en 2001 y 2008. En cambio, con el nuevo Mapa Urbanístico de Balears (MUIB) que estará operativo en pocas semanas, este informe se podrá ejecutar en cuestión de días.