En las islas que lideran el turismo de sol y playa, el sol se emplea casi exclusivamente para atraer toallas y vender sombrillas: apenas 52 de los 3.635 megavatios instalados en España para generar energía solar están en Balears. Y menos caso le hacen las islas a su viento, utilizado fundamentalmente para secar las toallas y curtir las pieles de los mismos bañistas hambrientos de tueste solar que atestan cada verano los hoteles: entre Mallorca y Menorca, la Comunidad suma 3,6 tristes megavatios de energía eólica, potencia que puede llegar a resultar aparente, pero que se revela ridícula dentro de un país que fía a sus molinos de viento y aerogeneradores nada menos que 21.000 megavatios de su abastecimiento energético.

Y ya puestos a no hacer mucho caso a la naturaleza y sus generosos regalos, las islas tampoco le sacan partido a la biomasa, pomposo nombre con el que técnicos, ecologistas e ingenieros se refieren a la leña de toda la vida (hojas secas, ramas caídas y demás restos forestales). Porque según los últimos datos comparados de la Comisión Nacional de la Energía, las islas se distinguen junto a Ceuta y Melilla como los únicos territorios sin una sola instalación en marcha para aprovechar lo que les sobra a los bosques para producir energía. Más comprensible pero igualmente pobre es la aportación balear a la generación hidráulica: cero. Cero sin decimales: solo 0,0, como la cerveza del buen conductor y el mal bebedor. Aunque con el agua sí hay excusa: tanto las Balears como las más extensas y lejanas Islas Canarias penan como las únicas comunidades que carecen de los embalses y los saltos de agua necesarios para encender una bombilla.

Con todo, el resultado es desesperanzador: en lo que a renovables se refiere, Balears es un solar. Un descampado. Un paraíso natural de espaldas a sus recursos. En la práctica, un desierto sin sol: solo el 0,16% de la energía renovable que usa España tiene su origen en una isla que apuesta por la solar menos que la escasamente veraniega y muy neblinosa Navarra, que pese a su perfil invernal aporta a la red de enchufes el doble de megavatios solares que Balears: la naturaleza da pan a quien no tiene dientes.

Hasta aquí los hechos, que llevan a una pregunta que en realidad son dos: ¿Por qué? ¿Cómo es posible que una Comunidad que en las últimas semanas se ha movilizado contra la nuclear, las prospecciones de petróleo, el trazado del gasoducto y las emisiones de la ultracontaminante planta de carbón de es Murterar se permita el lujo de generar solo uno de cada 625 gigavatios/hora de energía limpia del país? Abre fuego en la explicación un observador independiente, el decano del Colegio de Ingenieros Industriales de Balears, Alfredo Arias, apasionado del debate energético que empieza por el final: "La Dirección General de Energía del Govern está haciendo un trabajo magnífico".

De partida, la frase sorprende: ¿Cómo puede ser magnífico el desempeño del Govern si Balears está a la cola de Europa en renovables? Lo explica Arias: "Balears está donde quiere su sociedad", responde, críptico en la afirmación antes de mostrarse crítico en la argumentación: nada se puede hacer para avanzar si ante cada proyecto de eólica o solar aparece la oposición política oportunista o el rechazo de esa parte del movimiento ecologista más preocupada por el impacto en el paisaje que por los efectos de la contaminación en el medio ambiente.

"No se puede avanzar con tantas trabas: todo el mundo quiere electricidad, pero nadie parece dispuesto a asumir su generación", remacha Arias, que lamenta el tiempo que se está perdiendo por los obstáculos políticos y sociales con los que tropieza la energía eólica: "Con un desarrollo eólico como el que está tratando de conseguir la Dirección General de Energía podríamos llegar a cubrir el 20% de la demanda eléctrica con viento. Y con un valor añadido: en lugar de pagar 150 euros por vivienda por la electricidad, como ahora, nos costaría 80, porque la generación eólica es muy barata", subraya Arias. Y pone un ejemplo muy de moda en un mundo que ahora parece despertar de su sueño nuclear: "Con noventa aerogeneradores de 2 megavatios (molinos con aspas de 47 metros) se genera tanta energía como aporta la central nuclear de Garoña. Es decir, con 90 molinos tenemos una nuclear en Balears sin contaminar nada ni generar residuos, ni correr el riesgo (inexistente por otro lado) de que nos golpee un tsunami de 27 metros como el de Fukushima, preparada para tsunamis de diez metros e impactos directos de avión. ¿No merece la pena el esfuerzo eólico? Yo tengo claro que sí".

Pero tenerlo claro no basta. Porque lo mismo que el decano de los ingenieros opina el director general de Energía, Josep Maria Rigo, que se ha golpeado una y otra vez con la oposición a proyectos de energía solar y eólica de movimientos conservacionistas, empresas turísticas y partidos como el PP de Manacor, que ni siquiera quiere medir el potencial eólico de uno de los municipios con más viento. "El problema es que la sociedad no ha madurado lo suficiente para darse cuenta de dos cosas: que debemos reducir el consumo de energía, y que tenemos que generarla reduciendo la dependencia brutal del petróleo y los combustibles fósiles", analiza Rigo, otro apasionado de las energías que durante media hora habla de ellas casi sin respirar.

Y su apuesta, la del Govern y la del PSM que gestiona la conselleria de Energía, es clara: renovables, renovables y renovables, con un apoyo del cable que viene de la península en picos de demanda y con una conversión al gas natural de las térmicas que se alimentan de petróleo y carbón. A ello han dedicado esta legislatura que ahora acaba, en la que también han podido elevar de 0 a 52 los megavatios de solar instalados, algo que el propio Rigo relativiza, modesto: "Crecimos mucho porque estábamos muy atrás. Se metieron de golpe 300 millones en instalaciones fotovoltaicas, unas inversiones privadas sin precedentes", recuerda.

Pero sabe que 52 son pocos megavatios. Muy pocos. La cifra más pequeña de España con tanta diferencia que en las islas del sol solo se genera uno de cada 70 gigavatios de electricidad solar. ¿Por qué? Nuevamente: fariseísmo. O eso dicen. "Es una hipocresía terrible: todo el mundo está a favor de las renovables, el coche eléctrico, la sostenibilidad... pero luego siempre surge esta oposición", resume Rigo. Y pone un ejemplo de los que duelen: "Se critica más la chimenea de es Murterar por su impacto estético y porque a veces huele mal que por su mayor problema: la gran cantidad de CO2 que emite".

Primero estética y luego ecología. Y ahí muere la eólica. "Aunque lo pintes de verde, un aerogenerador de 80 metros se ve –añade Rigo–. Y no se puede poner en cualquier lado. Tiene que haber condiciones de viento que solo se dan en algunas zonas". ¿Cuáles? Pues las sierras de Levante. Las de Artà, Sant Llorenç y Manacor. Altas y visibles. Muy visibles. De ello se quejan los vecinos. Y el GOB, que también cargó en su día contra algunos de los parques solares que permiten a Mallorca evitar el cero en su marcador de renovables.

Aunque en el GOB también tienen argumentos poderosos. Y muestran cintura y disposición para el debate. Lo hace su portavoz, Macià Blázquez, que "como punto de vista estrictamente personal" considera que será necesario "hacer concesiones paisajísticas para contribuir a un cambio de modelo energético basado en las renovables". Pero reconoce que el debate paisaje-medio ambiente llegó a dividir al movimiento ecologista catalán. "Lo que no queremos es lo de siempre: grandes empresas que vienen aquí solo para cobrar la subvención", apunta Blázquez, que pide más ayudas para instalar renovables en las casas y menos "para la especulación de los grandes capitales".

Profundiza en esa idea la experta en energías del GOB, Margalida Ramis, que no cree en la tesis que defiende el portavoz energético de Greenpeace, José Luis García Ortega: 100% renovables. "En el GOB defendemos que renovables sí, pero, no a cualquier precio. No queremos instalaciones de impacto brutal como las eólicas que se plantearon en la sierra de Artà. Creemos en la microeólica: pequeñas instalaciones repartidas para que además se gane eficiencia al estar más cerca del punto que se pretende abastecer. Para eso lo primero que hay que hacer y no se ha hecho es un mapa en el que veamos el potencial de generación de Mallorca, para poder trabajar a partir de él", apunta también convincente Ramis, que recalca una última idea: "Nuestra prioridad es acabar con es Murterar". Y sin es Murterar, ni la nuclear, ni las grandes renovables, ¿qué? De momento, casi nada: un desierto sin sol en el paraíso del sol.

LIMPIA Y EFICIENTE

Con noventa molinos como este, Balears produciría tanta luz como una nuclear

No busquen la imágenes en Mallorca: en la isla solo hay aerogeneradores de poca capacidad, que se cuentan con los dedos de una mano. Instalar un aerogenerador como este de 2 MW cuesta 4 millones de euros: es la fuente de energía más barata. Con 90 como este se generala misma electricidad que en la nuclear de Garoña.