"Demasiada geometría". "Difícil, bastante complicada". "Una experiencia más". Estos eran algunos de los comentarios de los estudiantes que ayer participaron en la duodécima edición de las pruebas Canguro de matemáticas celebradas, simultáneamente, en el velódromo Palma Arena, en Inca, Manacor –el pabellón Miquel Àngel Nadal acogió a 571 alumnos de la comarca–, Eivissa y Menorca.

Un total de 4.671 alumnos de tercero y cuarto de ESO y de primero y segundo de Bachillerato de las islas, esto es, estudiantes con edades comprendidas entre los 14 y los 18 años, participaron en esta prueba de "razonamiento e ingenio" matemático, como la definió su coordinador autonómico, Daniel Ruiz.

"Aquí intentamos darle a esta prueba un aspecto lúdico. Se trata de montar un espacio de encuentro para alumnos amantes de las matemáticas de más de cincuenta centros escolares", se ufanaba el coordinador intentando abarcar con su brazo un abarrotado velódromo Palma Arena en cuyo techo un reloj cenital marcaba los minutos y segundos que restaban para que concluyera la prueba, que empezó a las nueve y media de la mañana y concluyó hora y cuarto después, a las once menos cuarto de la mañana.

Momento en el que los "matemáticos" disfrutaron de un reparador almuerzo antes de afrontar una gimkana matemática colectiva que disputaron los alumnos que así lo quisieron, en grupos de diez personas, y que, según el coordinador de las Canguro, "consiste en una prueba estimativa más que matemática. Por ejemplo, se les pedirá que aventuren cuántos litros de agua beberán los alumnos que han realizado esta prueba –cajas y cajas de botellines de agua eran repartidos en las puertas del velódromo por los voluntarios universitarios que colaboraban en el evento–, qué superficie ocuparían todas las cartillas de las pruebas repartidas extendidas en el suelo o a cuántos kilómetros se encuentra de aquí el centro escolar participante más lejano", explicaba Daniel Ruiz.

Pero mientras la gimkana aguardaba su turno, los estudiantes se devanaban los sesos intentando hallar las respuestas correctas a las preguntas matemáticas, inasequibles para muchos profanos en la materia, apenas distraídos por el entrenamiento silencioso que estaba realizando la selección española de ciclismo en pista en las instalaciones deportivas.

Una vez terminado el tiempo, Caty Comas y Auba Ribas, estudiantes de segundo de ESO en el colegio San José de la Montaña de Palma, se declaraban encantadas con "esta experiencia. Hay que razonar mucho, pero esto nos gusta. Es el segundo año que participamos y lo haremos en los dos que nos restan", aseguraban.

Un grupo de estudiantes del Lluís Vives indicaban sin tapujos que habían participado en las pruebas por "ver el ambiente, perder alguna clase y (las chicas) porque nos gustan las matemáticas". Habían participado en el nivel 3, el correspondiente a primero de Bachillerato, y calificaron la prueba de "bastante difícil y rebuscada. Había demasiado geometría y cosas que todavía no hemos visto, estamos en la tercera evaluación". Y es que si las pruebas Canguro priman el razonamiento y el ingenio, también son insalvables sin unos conocimientos matemáticos básicos.

Enrique García y Javier Obregón, que cursan tercero de ESO en el colegio Montesión, consideraban que las preguntas se iban complicando conforme avanzabas en la prueba, a la que han accedido tras pasar un proceso de selección en el centro jesuita.

Javier Monroig, clasificado tercero el año pasado en el nivel 3, repasaba la prueba junto a sus compañeros Ramón Martín y Pablo Ramos y discutía con ellos sobre la respuesta correcta de algunas de las preguntas. Estos alumnos de 2º de Bachillerato del Instituto Joan Alcover realizaron el test de nivel 4, el de mayor complejidad, correspondiente a 2º de Bachillerato. "Difícil, bastante complicado, estas pruebas son un reto personal. Y no se trata de aplicar tus conocimientos de matemáticas exactas, hay que razonar", sostenían mientras declaraban su amor por las ciencias. "Estudiaremos Física o alguna Ingeniería", auguraban.

A los diez primeros clasificados de cada nivel se les premiará con material informático o libros matemáticos además de 50 euros en metálico que se les ingresará en una cuenta. Además, los tres primeros del nivel 4 disfrutarán de matrículas gratuitas en el primer curso de la carrera que decidan cursar en la UIB.

Las pruebas Canguro, que ayer cumplieron su duodécima edición, son ya una realidad en Balears, que se suma así a una corriente mundial iniciada en Australia, de ahí su nombre, y desarrollada posteriormente por Francia. El año pasado las realizaron más de 5,8 millones de estudiantes de 46 países, 1,9 millones de ellos de la Federación Rusa.