Los pequeños que están a la espera de ser adoptados pueden quedar bajo la tutela temporal de ´familias canguro´, que se cuidan de ellos sin llegar a asumir su paternidad, pero favoreciendo el que se encuentren en un ambiente más hogareño. En algunos casos, esta fórmula se utiliza también con los menores que han sido apartados de forma provisional de sus padres biológicos. Sin embargo, esta convivencia se mantiene durante un máximo de 18 a 24 meses, de ahí los esfuerzos que se realizan para encontrar a unos padres adoptivos que deseen crear con el niño "un vínculo más permanente y estable".

En otros casos, los pequeños conviven con siete u ocho menores más en centros colaboradores o del propio IMAS, a cargo de educadores, situación en la que pueden permanecer hasta los 18 años. Como se ha indicado, este tipo de situaciones afectan especialmente a los niños de más edad o con problemas, al tratarse de adopciones más complejas.

En los casos en que esa adopción no ha sido posible y llegan a la adolescencia bajo la tutela pública, se les va preparando para la emancipación, de forma que con la mayoría de edad no se encuentren en la calle.

Para ello, entre los 18 y los 21 cuentan con la posibilidad de vivir en algún piso del IMAS con otros jóvenes de su edad y bajo la supervisión de un educador, pero con completa independencia.

El objetivo es mantener el apoyo de la Administración a estos jóvenes hasta el momento en que pueden valerse por sí mismos.